Capitulo 5

149 22 1
                                    

El clima húmedo de aquel día le daba un aspecto frívolo a la ciudad, los establecimientos se veían apagados y en las personas parecía habitar un espíritu grisáceo. Anocheció pronto y las luces de los negocios locales iluminaron las calles de toda la ciudad.

En una de las zonas más solitarias y de mal augurio, Heeseung se encontraba justo debajo de un curioso cartel que en letras sucias decía "Bar", sin embargo, el local al cual pertenecía ese pedazo de metal estaba completamente vacío, la puerta principal cerrada pero los vidrios completamente destrozados, Heeseung observó con atención a su alrededor y levantó las cejas al percatarse de los restos de cristal que aún rondaban por ahí.

El chico se sobresaltó cuando escuchó unos pasos ligeros acercarse a él, e inmediatamente se puso alerta.
Detrás de un enorme basurero, Heeseung divisó la figura de un hombre, un hombre que por su aspecto delgado y mal cuidado, parecía tratarse de un joven, no mayor a él, pero por las mismas malas condiciones no sabía si se trataba de un viejo desnutrido que había terminado mal por las drogas.

Pero sinceramente todo aquello no le importó.

Se preparó mentalmente para pronunciar en voz alta el código que el hombre de la tienda le ordenó utilizar a la hora de recibir su compra. Entonces con voz temblorosa, apenas susurró:

—¿Ch-Chocolates?

Hubo un silencio de unos 5 segundos, hasta que el contrario, con una risilla de sorna, contestó:

—Deja de hacer el ridículo y toma tu producto.

El comprador enmudeció tras la sorpresa, aquella voz sonaba joven, incluso más joven que la suya, y cuando un travieso rayo de luz se escabulló entre ellos, pudo divisar una parte del rostro de aquel mensajero. Se dió cuenta de que no era más que un chico, seguramente de su edad, o posiblemente más joven, tenía labios bien definidos y un cabello castaño muy seductor que cubrió su mirada casi en totalidad, sumando la capucha que ocultaba el 80% de su cabeza.

—G-Gracias...— apenas pudo susurrar.
—Trescientos.— remató con dureza.
—¿Disculpa?
—Vamos, no te hagas el tonto, tienes que pagar.

En ese momento Heeseung recuperó la compostura y colocó los pies en la tierra.

—Oh, es verdad, lo siento mucho. — se disculpó.

Sacó con torpeza el dinero de sus bolsillos y se lo entregó al chico parado frente suyo. Apenas los billetes y monedas tocaron las delgadas y atractivas manos del remitente, se dió la vuelta y se dispuso a retirarse sin decir una sola palabra más. Heeseung no hizo el intento por detenerlo, había conseguido lo que quería y eso era suficiente. No obstante, no contaba con que el joven detendría su camino y diera media vuelta en su dirección para mirarlo con firmeza a los ojos, dejando ver, por primera vez, su rostro completo.

"Maldita sea" pensó Heeseung "Es malditamente atractivo".

—Chico. — habló nuevamente —Si eres nuevo en todo esto, yo sugiero que lo reflexiones muy bien, y pienses con prudencia lo que estás a punto de hacer. No arruines tu vida, eres muy joven... Demasiado para joderte de esta manera.

Y sin esperar respuesta, se fue.

Heeseung, con la pequeña bolsa de sustancia blanca entre sus manos, se quedó estático sin saber cómo reaccionar. Le pareció sumamente extraño que alguien que se dedicaba a distribuir droga de esa manera, le pidiera reflexionar acerca de su vida, como si fuesen cercanos amigos.
Aunque, pensándolo bien, aquel chico no era más que un niño también, que seguramente había tenido que pasar por mucho para terminar dónde estaba en ese momento.

Sintió lástima y por un momento empatía también.

Deseó en algún momento volver a cruzarlo, aunque sea para sonreírle un poco.












GAMAN || ENHYPEN (Retomada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora