Capítulo 11- Confesiones entre bodas.

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El bullicio llenaba la carpa, Gaby se había detenido en la tarima con el ramo de rosas en su mano y dándoles la espalda a todos los invitados que hubiesen querido acercarse e intentar atrapar el ramo, la mayoría eran mujeres, pero por algún curioso motivo, no todos lo eran.

La figura de Sharpay destacaba sentada en la mesa, mirando a todas las chicas desesperadas por atrapar el ramo, como si eso fuese verdaderamente a indicarles que se casarían pronto. Ridículo, pensó Sharpay sin enojo, no había ninguna emoción mala en el fondo por ello, simplemente lo hallaba sinsentido.

— ¿No te unes al furor del ramo?— preguntó Zeke, acercándose con su copa a medio vaciar e indicando con una mano hacia la silla vacía al lado de Sharpay, la pregunta muda en permiso de sentarse.

— Las creencias estúpidas movidas por las masas nunca han sido mi estilo— replicó Sharpay, asintiendo con la cabeza para que Zeke tomase asiento a su lado. Ella tenía que admitirse que el hombre se veía increíblemente apuesto con ese traje negro y aire irresistible— pero eres libre de unírteles si quieres— agregó, mirándole por entre las pestañas, Zeke rio ante su sugerencia.

— No, gracias— negó él con diversión, tomando un sorbo de su bebida— Una vez ha sido suficiente, por el momento he determinado que casarme de nuevo no está en mis planes— explicó, mirando fijamente a Sharpay, pero sin perder el aire jovial que lo envolvía.

— ¿Divorciado?— preguntó ella, deseando que fuera eso y no alguna trágica historia dónde el recuerdo de una difunta esposa se imponía.

— Hace un año— afirmó él, reclinándose en la silla y riéndose ante el momento en que el ramo voló, viendo como la multitud empezaba a maldecir cuando Martha atrapó el ramo, haciendo un paso de baile fluido a modo de festejo y riendo en dirección a su novio, un chico al que había conocido al finalizar la universidad y con quien compartía un estudio de baile que les daba buenos ingresos, Sharpay rio por la escena— ¿Y tú?— preguntó Zeke, haciendo que Sharpay le devolviera la atención.

— No— negó ella, bebiendo de su copa— Tuve a alguien interesado en un futuro así conmigo, pero quería el paquete feliz de Disney completo, y yo no tengo ese interés— explicó con indiferencia, el tema ya no le dolía como años antes, lo que hacía que fuera sencillo para ella explicárselo a Zeke, quien asintió comprensivamente.

— Si te sirve de consuelo, ni teniendo el paquete feliz de Disney completo tienes asegurada la felicidad— comentó él, sacando su celular y mostrándole a Sharpay su fondo de pantalla, donde se veía a él vestido con su traje de chef y sus dos hijos— Tom tiene siete años y Bayle tiene cinco— la sonrisa sincera al hablar de sus hijos era tranquila y calmante.

— ¿Bayle Baylor?— preguntó Sharpay, negándose a dejarse llevar por sentimentalismos— No le dieron ni una oportunidad a la niña, ¿eh?— Zeke se carcajeó suavemente, guardando su celular y sonriendo luego hacia Sharpay.

— La vida está llena de nuevos comienzos constantemente, encontrarás lo que deseas, probablemente cuando menos lo estés buscando— aseguró Zeke, dejando que su mirada se mantuviera fija en la de Sharpay con simpleza, viendo como ella sonreía ladinamente y levantaba la copa en su dirección.

— Por los nuevos comienzos— afirmó, sonriendo cuando Zeke alzó su copa hacia ella.

— Por los deseos encontrados— secundó él, haciendo las copas chocar y manteniendo un vínculo a través de sus ojos mientras bebían el brindis, notando aquella llama renacer en Zeke, solo que esta vez, era avivada por Sharpay misma.

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La fiesta estaba en su mejor momento, Gabriella y Troy se desplazaban por la pista de baile, acompañados de las parejas que disfrutaban el poder gozar de comida y bebida gratis mientras compartían con sus conocidos más queridos, viviendo el final feliz de cuentos de hadas que se merecían la pareja dorada que había cambiado todas sus vidas.

Nuestro baile final.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora