onze

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Lee Minho juraba que sus ojos fueron bendecidos apenas entró a los aposentos de su prometido. 

El traje a juego que llevaba Seungmin no sólo se le veía de maravilla, ¡Sino que resaltaba cada uno de sus atributos! 

Definitivamente, Minho agradecía a todos los Dioses el poder estar vivo en ese momento, para apreciar tal hermosura.

—Su Alteza Real, ¿está seguro de querer llegar antes al salón de baile?

La voz dulce como la miel de Seungmin lo sacó de su embelesamiento. 

—En esta ocasión soy anfitrión también, es lo debido.  

Y es que su sentido de responsabilidad no le permitía dejar a los invitados de Hanrakeon por su cuenta en el banquete, aún cuando existía la regla implícita que los asistentes de mayor rango eran los últimos en llegar, deslumbrando con su entrada. 

Independientemente de si entraba al inicio o en medio del banquete, de todas formas brillaría, ¿no?

Más aún si tenía a un acompañante como el joven Kimster. 

Así que, sin darle demasiadas vueltas, y escoltando a un no muy convencido Seungmin, el joven príncipe se dirigió al gran salón donde los debutantes ya se aglomeraban. 

Si bien era cierto que quería llegar antes por los asistentes de Hanrakeon, había otra cosa que inquietaba la mente de Minho; Felix Lee Greyfell. 

Por primera vez podría ver al sol de aquel mundo, al protagonista, a su actual medio hermano en carne y hueso. 

De alguna manera, se sentía incluso místico.

Quizás fue por eso que titubeó una vez llegó a la puerta de entrada al banquete. 

Innecesariamente serio, Seungmin se extrañó del freno en la decidida marcha de su prometido. Probablemente se trató de un instinto, un impulso humano más allá de su muy estructurado comportamiento, pero el castaño quiso ayudarlo. 

El suave apretón de la mano de Seungmin en su brazo, fue suficiente para que Minho desviara su mirada hacia él. Pero Kimster no lo miraba, manteniendo su porte digno de cara a las puertas cerradas. 

Incapaz de retener una sonrisa, Minho suspiró, asintiendo con tal de que los guardias abrieran la puerta, y anunciaran su llegada al salón. 

—Su Alteza Real, el Príncipe Minho y su prometido, Lord Seungmin, nos honran con su presencia. 

Estando en el punto más alto, podía ver hacia abajo a todos aquellos jóvenes impacientes por iniciar su vida social; y si bien era ruidoso, apenas la pareja comenzó a bajar las escaleras la multitud calló. 

Teniendo tantos ojos encima de él, Minho podía jurar que se sentiría mucho mejor recibir una patada en el estómago. Mas, nada podía hacer, ya estaba en medio del show. 

Gracias a Dios, o quizás a la reputación de Lee Know, cuando estuvieron a la altura de los demás no mucha gente tomó la iniciativa de acercarse. 

Uno que otro vejestorio presentando sus respetos, a lo que Minho negaba, diciendo que ese banquete no se trataba de él. Muy humilde, para tratarse del casi príncipe heredero

Oye, ¿no es demasiado apuesto...?

Creí que era un monstruo, pero se ve tan...

¡Que no te engañe su apariencia! A donde va, lleva muerte consigo. 

Por más que Minho quisiese ignorar los comentarios desubicados de los debutantes, era imposible no reconocer una que otra conversación. 

Tipo, sabía que la reputación de Lee Know era así, pero ¿hablar abiertamente, FRENTE A ÉL? Esos chicos  que tenían ganas de morir. 

Sobreviviendo como el villano › 𝐋𝐞𝐞 𝐊𝐧𝐨𝐰 𝐡𝐚𝐫𝐞𝐦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora