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Cinco días.

Habían pasado cinco días desde que el banquete acabó. 

Cinco días en los que no había pisado la habitación de Jisung dada la tensión política en el Palacio. 

Cinco días desde la última vez que vio a Seungmin, pues volvió a su mansión. 

Cinco días siendo seguido por Felix en las sombras. 

¿Ya dijo que fueron cinco días?

Una semana laboral cualquiera, pero que le había caído como una patada en el estómago. No había cómo culparlo; de repente se vio confinado en su propio estudio, teniendo que organizar los detalles antes de la negociación que sería ese día. 

Ese mismo maldito día. 

Lee Minho juraba que, en cualquier momento, podría vomitar. 

Estaba jugándose el futuro de dos naciones, y su propio cuello con ello. Lejos había quedado el temor de que la trama se desviara, era mucho más urgente lo que tenía en frente. 

Y es que, no sólo Bang Chan lo miraba raro y Hyunjin parecía reírse de él cada que se topaban, sino que a las interacciones extrañas se había sumado el Primer Príncipe de Hanrakeon, Younghyun. 

Sí, empezaron con el pie izquierdo en una pasivo-agresiva discusión. Aun así, no entendía por qué cada vez que pillaba a Younghyun viéndolo, notaba una especie de molestia y tristeza. 

¿Acaso le hizo algo?

No tenía idea. Mientras no afectara a las negociaciones, no importaba. 

—Bien Minho, no hay tiempo para esto. 

Estando ya arreglado, se dio ánimos a sí mismo frente al espejo. No sabía cuánto duraría la reunión, pero estaba listo para pelear durante horas, nada era peor que las reuniones ejecutivas en su antiguo empleo. 

—Mnh, buen outfit —se felicitó a sí mismo. 

Repasando una vez más si se veía como un digno príncipe, observó en detalle su atuendo. 

Sus hombreras, detalles en la chaqueta, deslumbrantes pantalones y botas a juego... Sin querer, su vista quedó pegada en el cinturón que apretaba su cintura. Misma que había sido agarrada sólo hace unos días, por distintos hombres

Maldición, Minho, no pienses así. Suena como si te hubieses metido con muchos hombres, tú, desvergonzado.

Sacudiendo su cabeza alejó esos pensamientos, sólo para inhalar profundamente y retirarse de su habitación, con papeleo en mano. 

— ¡Ohmi! —se sobresaltó apenas abrió la puerta.

Frente a él estaba nadie más y nadie menos que "su" medio hermano, Felix.

—Buenos días, Su Alteza. 

Mierda, olvidé que lo invité a la reunión.

Sí, el maldito Rey no lo invitó porque, después de todo y a diferencia de en la novela, Felix no se había enfrentado a aristócratas sarcásticos demostrando su diplomacia innata, sino que se encargó de seguir a Minho todos.los.días. 

Así que ahí estaba Lee Minho, tratando de enderezar la obra y demostrar que Felix era el protagonista

—Ah, Felix, me asustaste —comentó ante la extrañeza del menor, sólo para luego arreglar su cabello y ofrecerle el brazo. Era casi un reflejo que tenía, dado que antes ayudaba a caminar a su madre—, ¿deberíamos ir?

Sobreviviendo como el villano › 𝐋𝐞𝐞 𝐊𝐧𝐨𝐰 𝐡𝐚𝐫𝐞𝐦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora