vingt-huit

859 129 37
                                    


Toda su vida Seungmin Kimster había obedecido las órdenes de su familia. 

No es como que el ducado no lo quisiera, su padre siempre le daba todo lo necesario y su hermano mayor también lo tenía como prioridad. 

Seungmin entendía que eso era una inversión a futuro, después de todo él era el prometido del Primer Príncipe de la Nación, debía tener lo mejor y así mismo, acostumbrarse a poder discernir de lo que merecía o no. 

Sí, tenía que tener criterio, sabiduría, debía ser un apoyo para Minho y no una carga...

Toda su vida, estuvo de acuerdo con eso. 

¿Qué se supone que hiciera ahora que Minho quería abdicar del trono? ¿Debía correr a contárselo a su padre y que él arreglara la situación?

No, un Duque no podía obligar a un Príncipe a hacer algo, aún por medio de la extorsión Minho se veía demasiado seguro en sus palabras, y considerando que normalmente la vida del Príncipe que no llegaba al trono estaba en peligro... Entonces, él tendría que huir. 

Repentinamente las cosas comenzaban a tener un poco de sentido y la marcha de Seungmin dejaba de ser en dirección a la salida del Palacio Real, desviándose de manera consciente al Jardín Real.

—Minho va a dejar Greyfell. 

Llegó a esa conclusión por sus propios medios, sentándose en una de las bancas frente a la fuente de agua que fluía, ignorando sus preocupaciones. 

Si estuviera con cualquier otra persona, no podría siquiera soñar con decirle "Minho" al Príncipe, pero ahora estaba sólo, y él... había cambiado

Sí, Minho había cambiado, ¿Quizás avisarle antes que pretendía no subir al trono era algún tipo de consideración? ¿Quería terminar el compromiso para no atarlo a una vida de inseguridades?

Aún si fuera así, sabe que Minho no sería tan idiota para irse con las manos vacías, y el hecho de ser el "prometido desechado del Primer Príncipe" quizás atraería miradas que no le agradarían para nada. 

¿Casarse con el Príncipe Felix era la solución entonces? No, no podía... Un momento, ¿no podía?

Seungmin se vio a sí mismo reflexionando al respecto, ¿Por qué no podía casarse con el Segundo Príncipe? Por lo que había oído, parecía tener talento innato, tal vez llegaría a ser un buen monarca, ¿entonces por qué...? 

La respuesta llega más rápido de lo esperado, cuando una ráfaga de viento logra que en su regazo repose un pétalo de matiz violeta. 

Pestañeando, se da cuenta que no observó el Jardín antes... Cae en cuenta de que, un comentario fugaz en medio del último Banquete Real, había logrado que toda una sección de ese Jardín fuera plantada con violetas, su flor favorita. 

Recuerda entonces la sonrisa de Minho esos días, cómo lo miraba, cómo se reía de sus comentarios mordaces a pesar de que la etiqueta dictaba que debía ser calmado y elocuente... 

Recuerda el calor de sus manos juntas al bailar, y lo comprende.

No es que no pueda casarse con el Príncipe Felix, es que no quiere

Después de toda una vida haciendo lo que le decían, aceptando lo que los demás indicaban, después de toda una vida de obedecer... Por fin, tenía algo que no quería, y a la vez, algo que quería

Él quería a Minho. 

Quería a ese Minho que cambió después de su cumpleaños, quizás no al punto de amarlo y desear por todos los medios el ser su esposo, pero sí lo suficiente como para sufrir por la posible ruptura del compromiso. 

Sobreviviendo como el villano › 𝐋𝐞𝐞 𝐊𝐧𝐨𝐰 𝐡𝐚𝐫𝐞𝐦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora