vingt-six

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Lee Minho se estaba poniendo ansioso. 

Cuando días atrás le había pedido a Jeongin que buscara la reliquia del Fénix, su siempre risueño rostro perdió su sonrisa. El mago no se rió, no preguntó nada, no dijo nada. Simple y sencillamente desapareció frente a los ojos de Minho, y por más que éste agitó la campana que le regaló, no volvió a aparecer. 

Jeongin se había ido, y Lee Minho no sabía desde cuándo el hecho de que él no estuviera a su lado le ponía inquieto. 

Quiere decir, sí, ya habían pasado un par de semanas en una extraña relación de 'jefe y secretario', y un par de varios días más con el mago siendo su confidente...

¿Es por eso que estaba tan intranquilo? ¿Porque de un momento a otro desapareció la única persona en ese mundo que realmente sabía quién era él (a medias)?

Minho es incapaz de responder esas preguntas, y por más que busca respuestas, es extraño, es jodidamente extraño. 
El Marqués se había ido, pero Changbin seguía en el Palacio Real. ¿Era eso un buen augurio? ¿Un "volveré" de parte de Jeongin?

—Changbin, ¿No has recibido noticias del Marqués Irell? —preguntó por enésima vez el príncipe, casi que de manera despreocupada, mientras seguía viendo el papeleo en su escritorio. 

Y aunque Minho se ve sereno, el mercenario frunce un poco el entrecejo, sin querer realmente responder. 

—Desde que se fue, no, Su Alteza. Todo sigue igual que siempre. 

—Todo sigue igual que siempre... —repitió, dejando la pluma en el tintero. 

Muy a su pesar, esa es una conversación que han tenido recurrentemente, tanto cuando Minho está trabajando, como cuando bebe el té con Felix, o cuando se da un tiempo de pasear fuera de su oficina... 

Ah, ¿Daba paseos antes? Está seguro de que no. 
Quizás eso cansó a Jeongin, lo agotó al punto de irse sin dar ninguna explicación, y dejando atrás a su "caballero" para no opacar la fama de la Familia Irell. 
Sí, probablemente fue eso...

Minho ni siquiera se da cuenta de cuándo suspira, llamando la atención de los guardias en el pasillo que recorre, pero quien más preocupado estaba lo seguía a sus espaldas, tratando de mantenerse a una distancia prudente. 

No es hasta que vuelven a estar en la comodidad de la oficina del Príncipe, que Changbin se anima a hablar, o al menos intentarlo, y es que ¿Cómo alguien de su estirpe podía siquiera soñar con dirigirse a alguien como Minho? En otros contextos, sería blasfemia. 

—Su Alteza, ¿Puedo hacer algo por usted? 

Parpadeando repetidas veces, pareciera ser que interrumpieron los pensamientos de Minho, unos que iban claramente en picada. 

— ¿A qué te refieres, Bin? 

La boca del menor se secó al escuchar ese nuevo apoyo, y entonces se acobardó, bajando un poco la cabeza. 

—Ah, es que... Desde que el Marqués se fue, se ve desanimado. Quería saber si... este humilde servidor, podría servir para algo...

Con cada frase, el volumen de Changbin bajaba cada vez más, al punto en que incluso a Minho le costó escucharlo, aún estando a sólo un par de pasos de distancia. 

— ¿Qué? —arrugando un poco su nariz, Lee rió, negando y sentándose en el sofá frente a la mesa de centro—, ¿Qué dijiste? No te escuche, perdón. 

Aún cuando preguntaba de vuelta, Minho no podía parar de reír, ¿Y cómo no? Si el contraste entre ese recto y 'reservado' guardia era demasiado respecto al salvaje mercenario que Felix estaba destinado a conocer en la novela. 

Sobreviviendo como el villano › 𝐋𝐞𝐞 𝐊𝐧𝐨𝐰 𝐡𝐚𝐫𝐞𝐦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora