Min Ha rebuscaba entre las hierbas de un puesto de Covent Garden. Eligió un ramillete de lavanda y se lo llevó a la nariz antes de colocarlo en la cesta que sostenía su amigo Gi Tae. Buscó el monedero en su bolso.
—Pagaré yo —Gi Tae dio una moneda al vendedor—. Es un regalo.
—Gracias. Eres muy bueno.
—Es un placer —repuso él.
Caminaron entre los puestos de fruta y verdura atendidos por vendedores de mejillas coloradas envueltos en lana y cuyas respiraciones formaban nubes en el aire.
—Gracias también por sacarme de casa —dijo Min Ha —. A veces creo que me volveré loca sentada todo el día en el salón viendo a mi madre con sus labores de aguja.
—De nuevo, el placer es todo mío.
Ella suspiró y apartó la vista.
—Te preocupa algo —dijo él.
—¿Preocuparme? —ella volvió a mirarlo.
Gi Tae no era tan alto como su hermano. Era también más delgado, pero para Min Ha era un amigo muy fiable y demasiado perspicaz.
—No me preocupa nada —repuso.
Él la tomó del brazo y la miró con sus bondadosos ojos.
—A mí no puedes engañarme, ¿sabes?
Su rostro era muy querido, muy franco… pero ella no estaba segura de poder poner en palabras lo que le preocupaba.
—¿Estás preocupada por tu madre? — él preguntó.
Ella se apartó.
—¿Por qué crees que puedo estar preocupada por mi madre?
La sonrisa de él se volvió conciliadora.
—Es una suposición.
Caminaron en silencio, ahora sin tocarse. Min Ha se detuvo delante de un puesto donde había erizos en jaulas, una mascota popular porque se comía los escarabajos que plagaban las casas de Londres.
Se inclinó y tocó el hocico de una cría de erizo que asomaba entre los barrotes de su jaula. Le gustó que Gi Tae nunca la presionara para que hablara, como hacía a veces su madre en su afán por querer saber todo lo que la perturbaba. Su madre, como Gi Tae, también notaría su turbación y, desde luego, no podía confiarse a ella.
Miró a Gi Tae, que se limitó a sonreír. Se incorporó.
—¡Ay, Gi Tae! —se colgó de su brazo y reanudó la marcha—. No sé bien lo que me preocupa.
Él le apretó la mano.
Pasaron al lado de un puesto de flores. Gi Tae se detuvo, compró un ramo pequeño y se lo tendió. Ella sonrió. Él siempre le estaba regalando pequeñas cosas. Era su mejor amigo y el único que tenía en Londres. Aunque se habían conocido el verano anterior, tenía la sensación de haberlo conocido toda su vida. Quizá podría hablar un poco con él.
—¿Cuánto sabes de mi familia? — preguntó.
Él no respondió de inmediato.
![](https://img.wattpad.com/cover/299225145-288-k554845.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Mujer Prohibida
Teen FictionEn pleno siglo XIX, se desenvuelve esta hermosa historia de amor entre un joven pintor atormentado por los sucesos vividos en la guerra Seung Jo Baek y una bella actriz Hani Oh que vive con los prejuicios de la sociedad Londinense de aquella época...