Capítulo 7

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Ha ni salió de Somerset House al lado de Seung Jo y con la sensación de que no podría ser más feliz. Sólo en el escenario sentía algo semejante.

Cierto que no había convencido a Seung Jo de que confiara en ella, pero él la había tuteado. Y había estado a punto de besarla. Eso bastaba para hacerla feliz.

Dentro de Somerset House, Seung Jo había dibujado rápidamente un grabado tras otro de arte egipcio. Tan absorto había estado en eso que era como si los otros tres fueran invisibles. A Ha ni no le importaba. Simplemente observar su trabajo le resultaba fascinante.

Ahora que la visita a Somerset House había terminado, no podía resignarse a que terminara su día con Seung Jo.

Volvieron paseando a Adam Street, hablando de los grabados egipcios.

—No me ha gustado todo lo que he visto —dijo ella, que caminaba entre Seung Jo y su hermana—. Las mujeres parecían muy raras —se estremeció al recordar el grabado de un bajorrelieve donde había una reina de pecho desnudo amamantando a un chico casi tan alto como ella.

Gi Tae le sonrió.

—¿Quiere decir que no desea que la pinten de perfil con símbolos extraños encima de la cabeza?

—Quiero parecer majestuosa y exótica —ella miró a Seung Jo, sumido de nuevo en el silencio—. ¿Qué dice usted? ¿Tengo que salir de perfil?

—No necesariamente —él parecía escuchar sólo a medias.

—En la Academia practicamos dibujando arquitectura clásica —prosiguió Gi Tae —, pero se espera que creemos edificios adecuados para el uso moderno. Seung Jo puede usar los mismos principios.

—¿Lo que significa que no tengo que salir de perfil? —Ha ni enarcó una ceja.

Seung Jo le sonrió al fin.

—No. Cleopatra será tan exótica y majestuosa como usted desee.

Su sonrisa calentó a Ha ni por dentro. Corría peligro de enamorarse completamente de él.

—Yo me alegro de que las damas egipcias llevaran el pelo suelto —señaló Min Ha, pragmática—. Tiene un pelo tan adorable que quedará muy bien.

Ha ni le sonrió.

—Muchas gracias, señorita Baek. ¡Qué cumplido tan bonito!

Le gustaba la hermana de Seung Jo, desenfadada, joven y llena de esperanza, exactamente como el retrato que le había pintado Seung Jo. Y era obvio que Gi Tae compartía su opinión de Min Ha y algo más.

Miró a Seung Jo.

—¿No podría acompañarme al teatro a buscar trajes y accesorios dignos de nuestra reina egipcia?

—Es una idea excelente —asintió Gi Tae.

—¡Qué divertido revolver entre trajes del teatro! —exclamó Min Ha—. Deberías hacerlo.

Seung Jo miró a Ha ni.

—Si usted lo quiere…

A ella le dio un vuelco el corazón.

Mujer ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora