Mujer Prohibida

Capitulo 4

Aquella noche, Ha ni estaba sentada ante el espejo poniéndose colorete en las mejillas y kohl en las pestañas para realzar sus rasgos y que se vieran bien desde los asientos de los palcos del Drury Lane. Las puertas del camerino estaban abiertas de par en par, de modo que las demás actrices y ella pudieran oír sus avisos para salir a escena. Faltaba media hora para que se levantara el telón para Romeo y Julieta y detrás del escenario había el caos de costumbre. Gente que gritaba. Decorados que se trasladaban de un lugar a otro. Actores, actrices y los bailarines de ballet que entretenían entre acto y acto corrían de acá para allá vestidos oa medio vestir.

Ha ni adoraba aquella conmoción. Preferiría con mucho estar allí que encima de las escaleras, en el camerino privado reservado para la actriz principal. Su madre había exigido aquel camerino y a Ha ni no le había importado ni lo más mínimo. El caos detras del escenario le daba energia.

La imagen de su madre apareció detrás de ella en el espejo. Iba vestida ya de lady Capuleto y la miraba de hito en hito.

—¿Ha perdido completamente el juicio?

Ha ni dejó el cepillito que usaba para oscurecerse las pestañas.

—¿A qué te refieres, madre?

Mery Ann dijo con gesto dramático a una persona invisible.

—Lord Parker paga tu retrato y una obra entera y tú rehusas su compañía. Te niegas a que te acompañe.

—Yo tenía la impresión de que su inversión financiera era para beneficiario al teatro, no su vanidad —repuso Ha ni.

Su madre levantó las manos al cielo.

—Entonces eres aún más tonta de lo que imaginaba.

Ha ni no era tonta. Sabía muy bien lo que esperaba comprar Parker.

Aparto la vista del espejo. Aunque los motivos de Parker habrían sido caballerosos, ella no habría aceptado su compañía. Le gustaba estar sola con Seung Jo Baek. Le gustó la intimidad con él, que pudiera verla sin testigos.

Su madre le puso una mano en el hombro.

— Parker tiene mucha influencia aquí en el teatro. No puedes tratarlo mal sin pagar por ello. Tú dices que quieres triunfar, pero si sigues así, nos arruinarás a las dos.

Ha ni quería triunfar, sí, pero como actriz, no como el juguete de Parker.

La famosa Mery Ann Oh disfrutó sobre todas las cosas con la adoración de los hombres. Su carrera como actriz era simplemente el modo de exhibirse y su fama se debía más al número de hombres con los que se la había relacionado a lo largo de los años que a sus papeles en el escenario.

Su interés exclusivo por ganarse la atención de los caballeros más prestigiosos le había dejado poco tiempo para ocuparse de su hija. Ha ni había crecido cuidada por otros. Gente del teatro que le había dedicado sus atenciones, la habían disfrazado, le habían pintado la cara e incluso le habían permitido salir al escenario como parte de una escena. En el teatro habia sido feliz. Le gustó tanto que estaba dispuesto a salir a escena en cualquier papel simplemente para formar parte de aquello.

Pero no tenía intención de ofrecerse a hombres lujuriosos aunque la ayudaran en su carrera de actriz. Si ése era el precio del éxito, era demasiado alto y demasiado falso. Quería hacer méritos por sus habilidades, nada más. Quería ganarse los mejores papeles, las mejores críticas y los aplausos más sonoros porque su interpretación los merecía.