Capítulo XX

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"Son marcas y cicatrices queridas las que me abrirán las puertas del Paraíso. Hubo una época en la que viví escuchando historias de hazañas. Hubo otras épocas en que viví simplemente porque necesitaba vivir. Pero ahora vivo porque soy un guerrero y porque quiero un día estar en la compañía de Aquel por quien tanto luché."

Paulo Coelho.

Maratón 3/4

Venecia

Estúpida, imbécil, ¿cómo pude dejarme dominar por mis emociones? ¿Cómo pude confiar en él? Jamás me había abierto con nadie de la manera en la que lo hacía con él. He aquí el resultado de mi estupidez. Estoy enojada, muy enojada. Me siento utilizada, engañada y tracionada. No debería importarme si tiene relaciones sexuales con todo el maldito planeta. ¿Por qué últimamente nada es lo que debe ser? Después de todo Antoni tenía razón. Los sentimientos son lo peor, te vuelven ciegos. Soy inteligente, analizo la situación, la única vez en mi vida que me permití no analizar nada y poner las manos en el fuego por alguien, termino quemándome.

¡Mátala!

¡Mátala!

¡Quiere lo que es nuestro, mátala!

-¡Cállate! _Grito a la nada. Agradezco que la casa se encuentre apartada, y el hecho de que esta vez si tengo puesto un abrigo. Golpeo el árbol con mis puños, ocasionando que estos sangren.

-Tranquila, fiera _Me pide Dominick al darse cuenta que ni sosteniéndome por la sintura logrará que deje de golpear ese maldito árbol, en el cual estoy desquitando todo el enojo que siento. De no liberarme así podría ser peligrosa, incluso, para mí misma.

-¡Suéltame! _Le ordeno. Lo único que está consiguiendo es incrementar el enojo que siento. La verdad es que estoy más enjoda por estar enojada que por el hecho en sí. ¡Maldita sea la hora en la que decidí abrirme con semejante imbécil! Era obvio que volvería con su mujer. Yo soy una recien aparecida a la que apenas conoce. Sumémosle a eso que soy hija de su peor enemigo y que tengo una seria enfermedad mental. ¿Quién en su sano juicio me elegiría a mí? ¡Basta! ¿Desde cuando tengo la autoestima tan baja?

Desde que fuiste tan pendeja de enamorarte de Christopher Morgan..

-¡No estoy enamorada de él! _Espeto. ¡Solo es una atracción física! Más bien una dependencia física. Lo que siento, o sentía por él estaba muy lejos de ser amor.

-Te creo, pero cálmate _Vuelve a pedirme Dominick, decido hacerle caso. Suspiro resiganada. Al menos me queda el consuelo de que no me acosté con él esta noche. Eso sí me enojaría en demasía. Bueno... creo que ya nada pueda enojarme más de lo que estoy. Me suelta cuando nota que tengo intenciones de hacerle caso. No tengo las ganas, ni la paciencia de entablar una conversación con alguien sin sentir la necesidad de rebanar su cuerpo en padecitos. Una sonrisa se adueña de mi rostro. ¡Ya es suficiente! Mientras estoy aquí destruyendo mis preciosas manos, él está junto a Rachel.

¡Volverá!

Asegura la voz en mi cabeza. No me interesa que lo haga. Las peronas mentirosas no tienen un espacio en mi vida. Se lo advertí, y, ¿qué hizo él con eso? Cierto, le dió igual, una clara señal de lo mucho que le importo. Entro a la mansión con el mentón en alto. Me tomará un tiempo recuperarme, pero estoy segura de que lo haré. Tampoco es que necesite a Christopher para respirar. El paso del tiempo eliminará mi estúpida dependencia. Solo fue sexo y es hora de que mi cerebro lo asimile.

¡No seas pendeja!

¡No me obligues a tomar el control, Venecia!

¡Christopher es nuestro!

Ramé[CM#2]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora