Maratón 2/4
Christopher;
Masajeo mis sienes. Ilenko no para de llamar a su mujer y no sé que mentira más decir. Viktoria aconseja que le contemos la verdad, lo que ella no sabe es que el ruso es capaz de dejarnos sin vida. Emma Romanov está embarazada y en este tipo de situaciones es prácticamente imposible que ambos sobrevivan. Sobre la mesa del escritorio hay montones de papeles y mapas de la prisión. Sospecho que vamos directo a una trampa, pero me temo que debo correr el riesgo.
-El lado este tiene un punto ciego por donde podremos entrar con facilidad, Boss _Asegura Boris mientras señala un punto específico en el plano. Patrick asiente ante las palabras antes dichas. Dominick se mantiene alejado de la situación. No por decisión propia, le exigí que tenía que mantenerse al margen. Sus estúpidos sentimientos por Venecia le están nublando el juicio.
-Mañana a primera hora atacaremos. No saldremos de Londres sin la mujer del Boss _Aseguro y todos asienten. Salen de la habitación. Sostengo el vaso de licor en mis manos. Estaba disfrutando de mi soledad hasta que Rachel irrumpió en la estancia. Suspiré resignado. Últimamente no soporto su presencia.
Se sube sobre mis piernas y acaricia mi cabello, eso en lugar de relajarme lo único que logra es incrementar mi enojo. Sí, sigo molesto con la hija de Antoni Macherano, más bien, conmigo mismo por haberle permito entrar a donde no debía. No sé en qué momento pudo más el deseo que la razón. ¡Es la hija de mi enemigo! En el momento en que se viera acorralada se iría con el bando de su progenitor. Debe haberse reído muchísimo de mí.
-¿En qué tanto piensas, Christopher? _Cuestiona Rachel, sacándome de mis pensamientos. Analizo mi respuesta por largos minutos. No veo el motivo por el cual deba mentirle. He dejado de verla como mi mujer, sin embargo, Rachel jamás se atrevería a tracionarme, sabe lo que eso traería consigo y no la considero tan estúpida para cometer semejante equivocación.
-Los últimos días han sido una verdadera mierda _Confieso y ella asiente. Sus ojos azules continuan observándome de la misma manera en la que lo hacían desde que me confesó que se había enamorado de mí, años atrás. En cambio yo, no tengo idea de qué manera la miro. Sigue siendo condenadamente atractiva, eso es algo que no puedo negar, y además se comporta conmigo de la misma manera de siempre. El que ha cambiado he sido yo, ya no siento esa necesidad de tenerla a mi lado. Es curioso, antes no podía vivir sin ella y ahora me da aboslutamente igual.
-Sé que te dolió la traición de la hija de Antoni, pero, ¿qué esperabas? Ella es un Macherano, llevamos suficientes años conociéndolos como para no saber que solo se aman a sí mismos _Me dice lo que ya sé. No entiendo por qué siento que algo no encaja en esta historia. Venecia tuvo la oportunidad de traiconarme infinidad de veces y nunca salió una sílaba en mi contra de sus labios. ¿Por qué ahora? Ha acabado con todo lo que podíamos tener en cuestión de segundos. Sus actos me confirman que no me equivoqué a la hora de comportarme como un verdadero hijo de puta con ella.
-No quiero hablar de eso _Mascullo. Rachel observa mis puños, los cuales he apretado ligeramente. Ella suspira con resignación y coloca su labios sobre los míos. Le correspondo el beso. Menea sus caderas sobre mis piernas, es imposible que no reaccione ante sus movimientos. Abro los ojos y ya no es la teniente la que se encuentra sobre mí. Meneo la cabeza y me levanto con brusquedad. Rachel se sobresalta ante tal acto.
-¿Qué sucede? _Pregunta agitada. Cuando iba a responderle algo coherente las puertas del despacho se abrieron. ¡Más problemas! Ilenko Romanov estaba en una silla de ruedas. Su madre lo empujaba. ¿Quién carajos le dió autorización a Viktoria de sacarlo de su habitación? El doctor nos aseguró que a pesar de encontrarse fuera de peligro, aún continua muy débil y este tipo de situaciones podrían afectar su salud. No me malinterpreten, por mí se puede morir ahora mismo, sin embargo, Ilenko es de mucha utilidad para la mafia rusa.
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Ramé[CM#2]✔
Fanfiction[...Hay para mí más peligro en tus ojos que en afrontar veinte espadas desnudas]