Epílogo.

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4 años después.

El niño de los ojos marrones y el pelo castaño corre por el prado seguido por su padre. Les miro desde la distancia; expectante, feliz.

Se parecen, se parecen muchísimo. Su forma de caminar, de correr, incluso hablan igual. Sonrío cada vez que les ve juntos y por separado; son las dos personas que me completan.

Andrew. Se llama Andrew. Sacó la personalidad de su padre y eso me gusta y me disgusta en igual modo.

Llegan a mi lado, agitados y riendo.

-Eh, cariño. Deja que papi descanse un rato, ¿vale? -El niño asiente y mira a su padre, éste le recuelve el pelo y se sienta.-

-Andrew, ve a jugar, yo me quedo aquí con mamá, ¡me has agotado!

El niño se aleja riendo, siempre riendo. Kian y yo sonreímos.

-Como puede algo tan perfecto haber salido de ti y de mi?

-Soy guapo, eso es todo lo que necesitas saber.

-Idiota. -Digo y sé que en la mente de él aparecen como flashbacks todas las veces que le había dicho eso en los años que llevaban de conocerse.-

-Cría.

-Cerdo.

-Dímelo una vez más...si te atreves.

-Si crees que vamos a acabar besándonos como aquel día en tu habitación, estás muy equivocado, señor Lawley.

-Pero...no necesito que me insulte para besarla, señora Lawley. -Y lo hace. Me besa como mil veces antes ha hecho. Pero esta vez no es como antes, no es un beso lleno de pasión desenfrenada ni de deseo, es un beso casto y puro, diferente...nuestro.-

-¿Sabes? Estoy muy sorprendida.

-¿Y eso?

-Jamás pensé que acabaríamos así...que conseguiría domarte. -Él sonríe.-

-¿Acaso soy una bestia?

-Y de las más peligrosas que existen.

-Pero me quieres.

-Y nunca dejaré de hacerlo.

A veces me paro a imaginar como será cuando conozca a esa persona, esa que es capaz de hablarte sin palabras y que puede hacerte perder en sus ojos, y sentir el cielo cuando te toca. Eso no está tan lejos como creemos, porque ya sabéis, el amor se encuentra en los lugares más inesperados, sin buscarlo, súbitamente, intensamente.

Y sí, puede que Kian y yo pensemos diferente en todo, y que me ponga de los nervios con sólo pronunciar una palabra a veces, pero también sé que él en mi infinito. Sé que es mi alma gemela por muchas razones y aunque siempre supe que iba a cambiar mi vida desde que le conocí, jamás me importó porque era él. Él es mi persona.

Y tampoco me importa que por donde él pase siempre acaben las cosas mal o que todo esté patas arriba, o que nunca sepa controlarse y que siempre traiga problemas, porque estoy segurísima de algo...

Mientras fuera con él, me daba igual tenerlos.

Trouble again. [Kian Lawley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora