Parte 3 Las multitudes son estúpidas

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Bienvenidos a Edimburgo una de las tantas bellas ciudades de Inglaterra y parada obligatoria para recabar provisiones antes de ese gran viaje, al menos El detective tenía planeado llevar más hombres para la aventura.

— No puede ser — El pobre detective estaba acabado emocionalmente.

La asesina solo lo miro sin prestarle atención y decidió salir a explorar un poco la ciudad, necesitaba hierbas para venenos y visitar el herrero para llevar mas cuchillas, si bien no le pregunto a su compañero, le limitaron el material bélico a su disposición un armamento básico justificándose por el poco personal que atendería el caso y conociendo lo terrible que podría ser el lugar no cabe duda que ella tendría que encargarse de todo.

Su vestimenta era muy sospechosa así que a fuera de la vista de todo mundo tuvo que cambiar su disfraz para pasar desapercibida.

Simplemente era cuestión de comprar las cosas y retirarse del lugar.

Las calles estaban un poco inquietas y era fácil percatarse que había problemas cerca, ella solo decidió ignorarlo porque tenía compras que hacer.

Es divertido saber que el mismo herrero no le sorprendió su pedido, el solo necesitaba el dinero y no preguntó nada, al salir del local la gente se amontonaba aún más.

y solo hacía falta poner un poco de atención en las palabras de la gente para saber de qué se trataba.

— Atrapen a la bruja—

— La tenemos rodeada—

— Pagará por sus crímenes—

Ella decidió ir a ver que sucedía, y efectivamente estaban por ahorcar a una joven en plena vía pública, ella ni siquiera era una bruja así que a la asesina no le interesó si quiera ayudar.

La joven pedía ayuda pero nadie le respondía solo recibía abucheos y gente lanzándole fruta podrida, y para la asesina tampoco era un tema de interés así que solo decidió seguir adelante.

Un motivo más para odiar estas grandes urbes, la gente es realmente estúpida en grandes cantidades, aun así no tenia nada que ver y solo tenia una misión que cumplir.

La pobre chica lloraba desconsolada pidiendo ayuda, pero solo recibía reclamos, entre algunos de los presentes estaban unos cuantos que habían sido afectados por la tan llamada 3 ola su cabeza estaba de cabeza otro hombre tenía el rostro desfigurado, ellos eran los principales alborotadores, infundado miedo y rencor en la gente, acusando y hostigando a cualquiera que se le estuviera relacionado con alguna bruja.

Para la chica parecía muy tarde, la soga estaba en su cuello y su ejecutor comenzaba a tensar la cuerda, el grito de la gente era ensordecedor.

Una ráfaga de disparos al aire llamó la atención de todos.

El detective junto con un grupo de soldados llamó la atención de las personas, estas tomaron sus reservas y esperaron un poco.

— Por orden de la corona, cualquier hostilidad a cualquier ciudadano sea bruja o no es un delito — El detective mostró su sello de autoridad.

Sin titubear un poco este fue directo a la joven a quien desató para ponerla a salvo, claro hasta que un tomate podrido lo golpeó.

— Es un amigo de las brujas—

— Traidor, no ves lo que nos hicieron — Gritó enfurecido un sujeto deforme por la magia de Mildred.

— es una injusticia—

— debemos detenerla—

— Mátenla —

Un joven hijo de una de las afectadas corrió con un garrote tratando de golpear a la joven. El detective sólo alcanzó a reaccionar y se interpuso entre el atacante para derribarlo de un golpe en el estómago. era joven y pequeño fácil de vencer, pero la multitud solo se inquietó y el intercambio de golpes inicio.

La estrella del norteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora