Poco pudo dormir Mildred en ese viejo granero, eran más los malos recuerdos que la sensación de seguridad, realmente no había nada el por qué quedarse en ese lugar tan inseguro e incluso una parada obligatoria para todo cazarrecompensa que tuviera un solo poco de conocimiento sobre el caso.
Mildred decidió prender fuego a esa última estructura, no más recuerdos tristes y dolorosos que la aferran a un lugar del cual solo tendrá malos recuerdos.
Su objetivo, tomar rumbo a América, una nueva vida, un nuevo inicio ella tenía toda la eternidad para encontrar a su hermana, lo más importante ella estaba viva.
Por un momento mientras contemplaba el granero ardiendo en llamas pasó por su mente un desprecio de Susie a su persona, pues hasta la fecha ella no habría intentado buscarla o eso pensó en su tiempo, este reencuentro le dejó claro Susie la estaba buscando desde américa en diferentes ciudades con nombres diferentes para no ser relacionada, su hermana era realmente lista.
— Debí tratar de comunicarme con ella todos estos años — Se lamentó Mildred afligida.
Los viejos libros le dieron una idea de lo que debía de hacer, viajar directo a América donde su hermana la estaba esperando, ella no necesitaba un barco podía crear uno, crear una tripulación al final ella era poderosa, al final de cuentas ella sobrevivió en el frio norte, esta región era lo más cercano a un mercado.
Mildred tomó su ruta con su escoba, mientras pasaba por el bosque estaba arrancando árboles con su magia mientras los procesaba en tablas y las reforzaba mientras viajaba, recolectaba frutas, y cazo algunos animales para preparar su carne para el largo viaje.
Mildred sabía que era poderosa pero ese seguía siendo su mayor problema, si hubiera tratado de crear el barco habría aparecido una rana gigante y debia ser cautelosa, con el tiempo aprendió que era mejor hacer cosas simples y repetir el proceso así lo que la gente miraría sería más que solo un barco más en el mar, un barco privado de una excéntrica viajera así que volvió a tomar la forma de su disfraz en el norte, era desgastante pero su magia era más que poderosa para aguantar todo el viaje o más, sabía de antemano que cualquier indicio de su persona seria atacada sin previo aviso.
Tan solo le tomó un par de semanas en una playa al Oeste de Inglaterra terminar su carabela era simple pero resistente además juntar provisiones, conservas, varias medicinas y unas cuantas pociones de emergencia.
Mildred estaba agradecida de haber vivido tantos años en los muelles trabajando y arreglando barcos, pescando e incluso más de una vez tratar enfermos y amputar alguna extremidad, sabía los peligros del mar y que una simple herida podía gangrenarse con facilidad.
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A cierta distancia a la mitad del océano, en una isla Oscar y su compañera seguían esperando, cuidando a la lejanía que alguna embarcación tomará su rumbo y los rescatara pero cada dia era lo mismo, el mar era calmado y solitario, la noche llena de estrellas y completamente silenciosa con el sonido de las olas arrullando el momento.
La primera semana Erizo se sentía débil, vulnerable, pero Oscar siempre trato de levantarle el ánimo, su charla algo infantil era reconfortante en los largos días de espera, su condición mejoraba pero aún estaba demasiado débil siquiera para correr, el sobre esfuerzo y el veneno al fin se cobraron su cuota.
Después de unos días Erizo comenzó a ser más tolerante con las pláticas de Oscar, en cierta manera ella se comenzaba a sentir cómoda con su compañía, era como ese pequeño hermanito que nunca tuvo, entusiasta amante de la naturaleza era un explorador nato, gracias a eso el se dio a la tarea de recolectar semillas, flores y hierbas locales, así como cazar alimentos que si bien no les hacían falta servirán para mantener sus reservas estables.
Justo después de dos semanas Erizo se sentía mejor, ya tenía fuerzas para caminar, fue tanta su emoción que decidió acompañar a Oscar alrededor de la isla, tratar de conocer su entorno, a veces en secreto trataba de usar su magia pero aun dolía un poco su herida.
— Erizo seria bueno esperar un poco más, esos hechizos que tratas de hacer, son difíciles de disimular su molestia — Oscar comentó preocupado.
— Si tan solo encontraremos yerba de estrella — Erizo se quejo — ya estaríamos en algún puerto—
— Estoy seguro que encontraremos un poco, encontramos un pequeño retoño solo será cuestión de tiempo para encontrar una buena cantidad de ella— Oscar trató de calmar a su compañera.
— Oscar tenemos que apurarnos, la herida no está sanando como debería — Comento Erizo angustiada— El dolor está volviendo y las hierbas que has encontrado hasta ahora no son suficiente para frenar la infección—
— regresemos al refugio, debes descansar yo me haré cargo de seguir buscando — Óscar trato a de animarla.
Los días en esta isla paradisíaca habían sido buenas hasta el momento, ninguno de los dos se había enfermado del estómago, los mosquitos se habían mantenido alejados gracias a los repelentes creados por Oscar y la charla se hacía más amena conforme pasaban los días, pero el camino de regreso comenzaba a sentirse tortuoso para Erizo.
— Oscar cabe la posibilidad que en poco tiempo empeore — Erizo señaló la herida a un costado— esa medicina tuya mantuvo a raya las infecciones pero subestime el daño que el veneno podría ocasionar—
— No te preocupes, yo me dedicaré a buscar en cada rincón de la isla hasta encontrar más medicina— Oscar afirmó.
El resto del camino fue silencioso, ambos estaban preocupados.
Erizo a veces se molestaba de tener siempre la razón, solo una noche y el dolor se estaba volviendo más difícil de manejar, a las pocas horas la fiebre comenzó y Erizo se encontraba nuevamente en una posición complicada, ella trato de tomar un poco de agua pero su condición hizo que se desploma.
Cuando Oscar regresó estaba contento de haber encontrado más medicina.
— Erizo!! — Oscar corrió con su compañera quien estaba desplomada ahogada en dolor.
— Oscar? — Erizo se quejo mientras la levantaba devuelta a su cama — creo que al final tenía razón en todo —
— Tranquila encontré la hierba, estarás mejor pronto — Comentó Oscar optimista.
— Soy realista Oscar sin las herramientas tardarás tres días en refinarla, para que no sea toxica— Erizo suspiro empapada en sudor — no creo que pase de esta noche—
Oscar se sentía brutal ante esta declaración y lamentaba en silencio su impotencia, tener a su compañera encamada, sufriendo el dolor de una herida mal tratada, al final quedaría solo.
Era un poco tarde cuando el sol empezaba a llegar al horizonte.
— Oscar — Erizo le hablo con dificultades — Puedo pedirte un favor —
— Claro, solo dime que necesitas — Oscar comentó tratando de ocultar su angustia.
— Llévame a la playa quiero compartir un último trago — Erizo comentó arrugando la cara por el dolor.
— Claro — Oscar procedió a cargar a su compañera junto con una botella de whisky.
El día estaba despejado y el sol comenzaba a bajar aun mas, Oscar quería dejar a Erizo en el suelo pero ella insistió que quería seguir entre sus brazos, era una forma reconfortante de sobrepasar el dolor.
Poco a poco ambos compartían la bebida en un silencioso ritual.
Erizo se armó de valor y declaró — Oscar podemos, ser amigos— Erizo espero un poco pero Oscar estaba impasible.
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Oscar estaba llorando con su amiga en brazos, la fiebre la había dejado inconsciente ya hace rato, aun respiraba pero el sabia de su inevitable destino.
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La estrella del norte
AdventureUn entusiasta detective y una joven bruja asesina buscan dar caza a una de las mas grandes amenazas de la época "Mildred" quien propago en caos en la cuidad de Londres ya hace años y siguiendo las pistas tendrán que detener a esa gran amenaza. ...