Capítulo 18

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-Capítulo 18-


Ella se sintió indispuesta y con un débil "Con permiso" se retiró al baño...

Pero Federico no era tan pasivo para esperar a que ella volviera, por eso la siguió...

F: Cristina, espera... (Tomándola del brazo cuando la alcanzó)
C: necesito ir al baño. Déjame por favor.
F: no soy amigo de esas chicas, les doy clases y no tengo por qué contarles de mi vida privada. Además nunca me quito el anillo...
C: pues parece que todas te conocen muy bien...
F: si me conocieran como dices, sabrían que estoy casado...
C: no quiero creer que querías ocultarme... Que te avergüenzo y mi hija también...
F: por supuesto que no. Te prometo que jamás he hecho eso...

Si no estuviera enamorado, sería lo más normal para un hombre como Federico Rivero... Así era su naturaleza... Y lo que lo mantenía fiel era precisamente el amor... Y el no querer perder a Cristina bajo ningún motivo...

C: déjame ir al baño...
F: mi amor... Si yo no te quisiera, no estaría contigo... Así soy yo y ya me conoces... (Tomándole el rostro con sus manos forzadamente)

Porque ella no quería que la besara... Pero terminó cediendo...


"Pero algo debe haber en su interior

Será por eso que te conquistó Será algo bueno al fin y al cabo,
Tú sigues enamorada de
Ese que te enrolla y que te envuelve
Y hace de tu vida lo que quiere
Y aunque no lo comprendas
Siempre vuelves con él..."


Cristina tenía 2 caminos:

La primera, salir y seguir enojada con Federico toda la noche. Porque irse no era ninguna opción.

Y la segunda, olvidar su enfado y disfrutar de la velada.

Claro que con esta última, cerraría varias bocas, y esas niñas tontas sabrían que Federico Rivero ya tenía una mujer y por decisión mutua.

>>

Federico empezaba a ponerse nervioso, generalmente no le molestaba que Cristina se tardara en el baño, pero esta ocasión era diferente. Estaba furiosa y una mujer embarazada y enfada era una bomba de tiempo...

F: mi amor... (Acercándose a ella en cuanto la vio) Aquí estás... ¿Quieres que nos vayamos...? Vamos a pedir un taxi...
C: no. No quiero irme... Sería tirar a la basura el dinero que gastaste para entrar y en las bebidas...
F: eso no importa, Cristina... Si tú te sientes mal...
C: estoy bien...
F: pero hace un momento... (Más confundido que nunca)
C: Ya estoy bien te digo.
F: de acuerdo... (Entendiendo cada vez menos)

C: quiero bailar... (Volviendo con él a la mesa que ocupaban)
F: ¿Bailar...?
C: sí... ¿Vamos...? ¿O quieres que le pida a alguno de esos chicos que baile conmigo...?

Ni 2 veces. Federico agarró más fuerte la mano de Cristina y no salieron de la pista de baile hasta que se fueron a casa, en la madrugada...

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Comían en un restaurant, un día domingo que estaban disfrutando fuera de casa para cambiar de aires... Y bastante lejos que fueron...

C: no puedo creer que recorrimos toda la ciudad para llegar a este lugar...
F: insististe mucho en un tipo de comida nada común, Cristina...
C: gracias por complacerme...
F: siempre mi amor... (Besándole la mano que le tomó) Sabes que la persona más importante en mi vida eres tú...
C: y nuestra hija...
F: por supuesto... Nuestra hija... ¿Crees que sea cierto que tenga 50% tuyo y 50 mío...?
C: de eso se trata la genética... Aunque puede parecerse más a ti... O a mí... Incluso a nuestros padres...
F: espero que ni a los míos, ni al tuyo... A tu mamá estaría bien...

C: Federico... ¿Dónde está tu mamá...?
F: no sé... La recuerdo poco... Se fue cuando yo era muy pequeño y me dejó con mi padre...
C: ¿por eso no querías casarte...?
F: ellos no se casaron... Pero siempre tuve una mala impresión de las mujeres... Y de hecho creo que todas son iguales... Menos tú.

Federico repitió el gesto que vio hacer a un elegante caballero cierto día en el Club... Tomó una mano de Cristina y la besó luego de acariciársela...

Dejándola a ella gratamente sorprendida... Tanto así que le sonrió... Feliz de la vida...

F: ¿A qué hora será la cita...?
C: la pedí a las 5, tengo clases por la tarde ese día...
F: pediré salir temprano para ir contigo...
C: no Federico... Puedo ir sola...
F: yo quiero acompañarte...
C: ¿Y si te aburres esperándome??
F: no me voy a aburrir, entraré contigo...
C: ¿Cuándo el doctor me vea??
F: sí....
C: eso no es apropiado...
F: ¿Por qué no...?
C: porque de seguro me hará preguntas íntimas, me revisará...
F: ¿Y...?
C: no es lo que se acostumbra...
F: yo quiero saber cómo están tú y mi hija... Por eso iré contigo.
C: eres un loco... Haces y dices cosas que no son permitidas...
F: ¿Y quién decide eso??
C: no sé...
F: nunca me han gustado las reglas...
C: ¿Entonces nuestra hija va a crecer sin ellas...?
F: sería fabuloso... Pero de lo que estoy seguro es que ella no va a sufrir lo mismo que nosotros... (Acariciando el vientre de Cristina)

C: ¿sabes algo de tu papá...?
F: no...
C: ¿Por qué no lo llamas para saber cómo está...?
F: si le pasara algo tu mamá nos avisaría...
C: ¿no quieres saber de él...?
F: él tiene que buscarme, es lo que yo haría con mi hija... Y mira que aún no nace... Pero la quiero más que a nadie... A ella y a ti...
C: ¿Y cuándo nos pregunte por sus abuelos...?
F: ¿Crees que la va a querer?? A mí nunca me quiso...

A él no le hubiera gustado oírlo, pero Cristina sintió mucha pena... Se acercó un poco y lo abrazó... Y Federico no entendió por qué... Últimamente tenía muchísimos cambios de humor...

C: debe ser como mi papá... Criado a la antigua...
F: no hablemos de ellos...

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Consultorio médico, como ya le había sucedido anteriormente a Federico, era el único hombre en un área ginecológica... A excepción del doctor...

Discutían calmadamente y hasta un poco graciosamente, de si él iba a entrar con ella o no, cuando la enfermera anunció a la Sra. Rivero que el médico la esperaba...

Cristina se levantó y se apresuró, pero Federico era más rápido y la alcanzó antes que ella cerrara la puerta del consultorio, pareciendo 2 niños jugando ante los ojos de los demás...

Doc: ¿Pasa algo...? (Mirándolos bastante sorprendido)
C: no doctor... Buenas tardes...
F: mi esposa cree que a usted le incomoda que yo esté presente en la consulta, doctor... ¿Es cierto...?
Doc: es nada común... Ni yo acompañé a mi esposa durante sus embarazos, pero puedes quedarte... Supongo que tendrás interrogantes...
F: muchísimas...

Unos minutos después, la escena parecía de locos, Cristina callada y el médico respondiendo a las cientos de preguntas de Federico... Eso no podía estar pasando...

Pero si hubo algo peor... Y vergonzoso... Que su marido, diferente a los demás, preguntara sobre uno de los temas tabús de la época... Sexo... Y no precisamente el del bebé...

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Concentrado en las cuentas del mes, Federico se distrajo al oír que Cristina colgaba el teléfono... La cara que tenía no era precisamente de felicidad, sino más bien de cierta inconformidad...

F: ¿qué pasa...?
C: mi mamá llega en 2 días y piensa quedarse en un hotel...
F: ¿y tú quieres que se quede dónde...? ¿Aquí...?
C: sería lo mejor, pasaría más tiempo con ella, lo cual es el propósito de su viaje, pero no puedo hacerla dormir en el sillón...

Para esto Federico ya estaba a su lado, sentado en el sillón mencionado...

F: pues no es que sea incómodo... (Tocando los cojines) Al contrario... (Saltando ahí mismo sentado)
C: ¿y si me quedo con ella en el hotel...?
F: ¿la semana entera??
C: ni modo que 2 días... Tú puedes visitarnos diario... O nosotras venir aquí... No sé qué hacer... Ayúdame a pensar...
F: ¿Qué quieres hacer...? Si decides que se quede aquí, yo puedo dormir en el sofá...
C: ¿De verdad mi amor??
F: sí, tú y ella duermen en la cama... Serán sólo 7 días, ¿No??

Ya Cristina lo estaba abrazando y llenándolo de besos... Esa espontaneidad juvenil era preponderante e incontrolable en ella... Y a Federico le encantaba...

C: gracias por hacer esto, Federico...
F: pero tu papá no viene, ¿Verdad??
C: no, él se queda...
F: lo único es que... (Apartándole el cabello para besarle el cuello) Tendremos que hacer todo lo que no podremos esa semana que tu mamá esté aquí...
C: ¿Todo...?
F: sí, todo...
C: ¿Aquí...? ¿En el sillón...? (Siendo sentada por él en su regazo)
F: es muy cómodo... (Besándole el escote de la blusa mientras se la abría)
C: sí... Parece que sí... (Viendo sus labios besarle un pecho)

F: contigo me pasa lo mismo que cuando te conocí...
C: ¿Qué...? (Metiendo sus dedos en las hebras del corto cabello de Federico)
F: me pongo loco... Porque sólo quiero estar contigo...

En un arranque, él se puso en pie, con ella en brazos y la sentó en la mesa del comedor...

Se colocó entre las piernas abiertas de Cristina, semidesnuda... Mientras Federico se deshacía del cinto y luego dejaba caer los pantalones...

Al momento en que ella le rodeó la cintura con las piernas, se encontraron no con un obstáculo, jamás llamarían así a la hija de ambos, pero el vientre estaba grande la verdad...

Federico se inclinó y fue besando todo el camino descendente hasta el abdomen de Cristina...

Pero cuando la situación subió de intensidad, ella tuvo que mantenerse recostada en la mesa, las piernas colgando en uno de los bordes... Y cuando no puso más, él se guió a sí mismo y se enterró con una certera embestida en la secreta entrada de su mujer...

C: Federico... (Agarrándose a sus brazos, porque a la mesa no podía)

Los gemidos de Cristina se volvieron más agudos... Y sonoros... Sus manos tomaban las de Federico, apoyadas en los costados de sus caderas...

El sudor le escurría por la frente, pero no dio tregua a sus envites... Deseaba tener todo de ella...

Y poco importaba que la mesa temblara como gelatina...

>> Sentada en las piernas de su marido, su cabeza reposando en el hombro desnudo, mientras él estaba echado hacia atrás... Los 2 ciertamente exhaustos... Pero del placer...

C: hace mucho que quiero hacerte una pregunta...
F: ¿Cuál...?
C: ¿Para ti es diferente estar conmigo...?
F: ¿Diferente...? ¿Cómo...?
C: por el embarazo...
F: ¿qué quieres saber...?
C: si disfrutas menos... Si te gusta... Si lo haces porque lo deseas... O porque...
F: lo hago porque te deseo... Antes creí que era algo físico... Pero ahora sé que es amor... Espera, me está afectando mucho leer esos poemas para ti... ¡Yo no era así de cursi! (Claramente bromeando)

C: ¿Y si lo dejamos en "romántico"...?
F: está bien, dejémoslo así... Y la otra diferencia es que ahora intento ser más cuidadoso... No volvería a ser feliz si algo le pasara a nuestra hija...
C: ya el doctor nos dijo que no va a pasarle nada malo...

// El día anterior el arribo de Doña Consuelo fue maratónico... Por poco no voltearon la casa de cabeza para limpiar cada rincón.

Cristina hizo muy poco, dirigiendo a Federico en lo que debía hacer, él lo cumplía con la poca capacidad de un hombre para esas tareas, por eso llegó al punto del fastidio...

F: ¿También las ventanas??
C: ¿No me dijiste que querías la casa impecable y perfecta para recibir a mi mamá??
F: pero creo que estás exagerando, mi amor... Además no están tan sucias...
C: no las laves entonces, Federico Rivero.
F: ¿Por qué me llamas por nombre y apellido...?
C: lo hago cuando pones a prueba mi paciencia... (Siendo sorprendida por detrás)
F: ¿En la cama no pruebo tu paciencia...? Porque ahí sólo me llamas... (Hablándole al oído antes de morderle el lóbulo)
C: ¡Federico! Esas cosas no se dicen...

La mano de él le tomó el mentón y lo atrajo hasta que pudo unir su boca a la de ella, besándola con esa pasión incontenible y voraz que lo caracterizaba...

Esa madrugada compartirían la última noche de amor en su cama...

>>>

Cristina rebosaba de alegría mientras esperaban en el aeropuerto, Federico extrañamente se sentía feliz por ella... Raro porque siempre le importó únicamente lo que él mismo sentía y quería...

Por primera vez en su vida adulta Federico sintió envidia de tener una mamá, al ver el abrazo entre su esposa y su suegra... Hasta lágrimas de felicidad derramaron al verse... Increíble...

Pero el sentimiento se disipó un poco cuando él también fue abrazado por Doña Consuelo...

Con: ¿Cómo estás hijo...?
F: bien señora, ¿Cómo estuvo su viaje...? (Agarrando de inmediato el equipaje)
Con: sin contratiempos... A ustedes los veo muy bien... Felices... Radiantes... (Caminando junto a su hija y yerno)

CUANDO SOMOS 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora