CAPÍTULO 67/4: NOCHE MÁGICA

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EMİR Y FERİHA

Los músicos entonaban un magnífico tango que invitaba a nuestros pies a moverse equilibradamente. En el medio de la pista, Feriha se movía con destreza y delicadeza y yo trataba de seguirle el paso. Miraba su bello rostro que me transmitía esa motivación para seguir con el ritmo. Ese bello rostro opacaba las miradas, las caras de sorpresa, las muecas y las conversaciones de las personas. Yo pude lograr desviar un poco la mirada y vi como mis padres estaban con una cara de sorpresa increíble. Más era la sorpresa de mi padre que la de mi madre, algo que me pareció raro y curioso. De todos modos estaba tomando las manos de la mujer de mi vida, así que poco y nada me importaba el resto. El momento era hermoso y apasionante, el hecho de que pueda moverme al compás de ella era mágico.

Cuando los músicos finalmente terminaron de tocar sus instrumentos dando fin al primer baile la gente alrededor comenzó a aplaudir nuestra escena final, la cual era la típica posición de ella torcida hacia el piso y yo tomándola para que no cayera. Cuando la música terminó  miré a los ojos a mi ex esposa y ella sonrió. Yo le sonreí como respuesta hasta que ella tomó más fuerte mi mano, diciéndome que la siguiera. Ella, con zapatos de tacón y todo, comenzó a correr de mi mano escabulléndonos entre la multitud hacia la salida del hotel. Fue ahí cuando las personas empezaron a nombrar nuestros nombres pidiéndonos  que nos detuviéramos. Solo podía oír a la Koray, a mis padres, a Cansu y a Hande gritar mi nombre, mientras que Günce y Gülsüm aclamaban el nombre de Feriha. Los reporteros iban con sus cámaras y micrófonos detrás de nosotros tratando de alcanzarnos pero Feriha no podía parar. Al final de nuestro recorrido llegamos a su auto. Me pidió apurada que me suba y yo me subí del lado del acompañante y ella tomó el volante.

–         Feriha ¿¡Qué estamos haciendo!? – pregunté con sorpresa y algo de pavor

–         Tú solo sígueme la corriente. ¿Quieres? – contesté con una sonrisa

–         ¿Pero dime al menos qué es todo esto?

–         Es una sorpresa, mi amor. – comenté cuando encendí el auto y aceleré como nunca antes. Podía ver en la cara de Emir una sonrisa que no podía ocultar, una cara de sorpresa o de felicidad extraña, la cual me alegraba demasiado. Me hacía sentir una mujer agradecida de tener a alguien como él tomando mi mano.

Yo ingresé a la autopista y aceleré un poco más el auto. Quería ver lo asombrado que él estaría de mis nuevas habilidades.

–         Feriha, desacelera un poco que vamos a chocar – pedí con miedo

–         ¿Qué? – pregunté irónicamente – ¿Acaso nunca has visto a una mujer manejar rápido?

–         No es eso, es que no conocía este nuevo lado tuyo – comenté

–         ¿Ah no? Bueno, ahora la conocerás

Dicho eso empecé a esquivar a todos los autos que estaban delante de nosotros para así acortar el tiempo de llegada al punto de encuentro. Él continuó asombrado de la forma en que yo manejaba pero con una sonrisa. Fue así que entre minuto a minuto llegamos a destino.

–         ¿El puerto? – pregunté con dudas

–         Así es, querido. Deja de preguntar y sígueme – lo tomé de la mano y caminamos hasta el muelle. Allí nos acercamos hasta el último yate que había presente  – Entra, Emir – ordené

–         De acuerdo, señora Feriha – bromeé un poco. La verdad es que no sabía qué hacíamos dentro de un yate, pero me dejé llevar y puse mi confianza entera en ella.

EL SECRETO DE FERİHA 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora