19. "Amores para toda la vida"

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Layla.

Dos semanas después...

Estas últimas semanas, todo acerca del secuestro y muerte de Anna había sido olvidado y las personas actuaban como si nada hubiera ocurrido, mi casa vuelta cenizas, nadie comentaba acerca de ello.

Desde aquel día que vi y leí lo que estaba en la libreta, mi cabeza no dejaba de darle vuelta al asunto de "los ángeles", sobretodo aquella frase en particular...

«El bosque necesita su alma y el ángel que la custodia lo perderá todo».

¿Me custodiaba un ángel? Era una completa locura, quería pensar que estaba teniendo un mal sueño y que nada de esto era real. Cada mañana me levantaba mirando los copos de nieve caer lentamente en mi ventana, haciéndome recordar esa noche en la que encontré a Anna.

Fuertes dolores de cabeza se hicieron presentes estos días y una extraña sensación cada noche antes de dormir me invadía.

Dash seguía prestándome su habitación para quedarme hasta que mi casa estuviera lista, ya por lo menos se podía ver la estructura de ella desde la ventana. Él se había comportado tan bien conmigo últimamente, era todo lo que esperaba de él, no era tan frío después de todo, no era un idiota en lo absoluto, solo una persona incomprendida, la cual me estaba revelando poco a poco cada cosa que quisiera saber y estaba agradecida por eso.

Seguía sin saber a dónde había ido esa mañana el día del sepulcro de Anna pero no me atrevía a preguntarle, no encontraba el momento indicado.

Muchos abrazos, besos apasionados y caricias después de haber tenido sexo me reconfortaban un poco y me sacaban de la realidad en la que estaba viviendo. Estaba sorprendida conmigo misma porque había cosas a las que perdí la sensibilidad al hablarlas.

»El ambiente se había tensado en mi habitación, mis mejillas ardían como jamás lo habían hecho, estar en sentada en la cama y tener a Dash desnudo frente a mí no era de mucho ayuda.

Ver su abdomen bien marcado, sus brazos definidos y esos ojos tan  profundos que resaltaban en su hermoso rostro era toda una dicha, por supuesto, sin dejar su miembro fuera de la ecuación.

La ventana de mi habitación estaba abierta y la brisa fría del invierno azotaba mi habitación.

—Debería cerrar la ventana.

— ¿Tienes frío?—sus ojos viajaron por todo mi cuerpo.

—Un poco, ¿tú no?—me estremecí un poco debido a la situación.

Camino hacia la ventana y la cerró. Ver los músculos de su espalda tensarse me hacía suspirar.

— ¿Mejor?—inquirió.

«Si, mejor».

—No. —traicioné mis pensamientos, —. Creo que la calefacción de tu casa se averió.

Su mirada me analizó de pies a cabeza, mis shorts y blusa de tirantes que usaba como pijama lo dejaban ver un poco más de lo que debería. ¿Cómo alguien podía tener una mirada tan profunda? Pude detectar la chispa de deseo en sus ojos.

Él dio unos cuantos pasos hasta quedar frente a mí, a escasos centímetros de mi cuerpo. — ¿Qué quieres de mí, ángel?—colocó sus manos en mis muslos apretándolos un poco.

«Mierda, mierda, mierda».

—Solo te quiero a ti—puse mi mano sobre su pecho.

Un suspiro escapó de él, sus ojos brillaban y su respiración estaba un poco acelerada, al igual que la mía, tenerlo tan cerca siempre me descontrolaba inmediatamente.

ANGEL BABY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora