Capítulo 1

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Podría decirse que tenía muchas debilidades, tal vez la mayor de ellas estaba en ese momento ante ella.

Una bella rubia yacía desnuda entre las sabanas de aquel lujoso hotel. Sin duda las mujeres eran su talón de Aquiles, no podía vivir con ellas, pero tampoco sin ellas.

Así que pasaba su vida jugando a seducirlas y luego las alejaba. Nunca había conocido el amor y no le preocupaba conocerlo. Por eso muchos decían que era una hermosa Reina de hielo, fría e inalcanzable. Tenía una vida envidiable para muchos, pero vacía para otros.

Pero para ella, Lena Katina tenía simplemente lo necesario para ser feliz.

A sus 25 años era una reconocida publicista y así pasaba sus días entre diseños, cócteles, fiestas, y una que otra falda. Todo era perfecto para ella. Su mejor amiga, Katya Dorosh la conocía mejor que nadie.

Eran amigas desde niñas y eran inseparables a pesar de no haber estudiado en la misma universidad y aunque no le gustaba que viviera su vida amorosa de manera tan desenfrenada, se la respetaba y con el tiempo aprendió que no era buena idea presentarle amigas para ver si finalmente se enamoraba, porque las chicas terminarían engrosando su lista de conquistas de una noche.

Un día Kat citó a Lena en un conocido café de la cuidad de Moscú.

—Katina, hasta que te dignas a ver a tu mejor amiga... Llevaba dos semanas sin saber nada de ti.

—¡Ay Kat! Por eso siempre he dicho que no necesito a una novia mientras te tenga a ti... He estado muy ocupada con el trabajo últimamente, me asignaron la promoción de una empresa que está por salir al mercado y eso me tiene corriendo.

—Si, si, si. Siempre hay una excusa contigo, pero te diré que no me importa porque sigo siendo la mujer que tiene derechos sobre ti, hasta que llegue otra y diga lo contrario —Ambas amigas rieron por el comentario—. Bueno, lo que quería decirte es que como la semana que viene es mi cumpleaños, he decidido celebrarlo en la finca de mis padres y pasaremos todo el fin de semana ahí y no tienes excusas para no ir.

—Sabes que no me lo perdería por nada del mundo, pero mhm... ¿No será perjudicial para mi integridad física cierto?

—Si lo que quieres saber es si va alguna de mis conocidas a las que decidiste enseñarles el encanto Katina, la respuesta es no. Evité eso para conservar a mi mejor amiga, aunque contigo siempre sale una nueva en la lista por ahí jeje.

—Agradezco tu sinceridad, pero bueno ya sabes que estaré ahí y por ahora debo irme porque tengo muchas cosas que hacer y si no voy a visitar a mi mamá, creo que me deshereda... Nos vemos.

Las chicas se despidieron y entre los preparativos de Kat para su fiesta y el trabajo que a Lena la tenía como loca esas últimas semanas, los días pasaron volando y llegó el fin de semana del cumple.

Ese viernes en la tarde, todos se encontraron en casa de Kat y de ahí partieron a la finca. Entre los invitados estaban Alexandra, Pasha, Andrei, Sasha, Valeria, Vitya, Igor, Svetlana, Ana y Elisa; antiguos compañeros de la universidad y amigos desde entonces.

Una vez allá, se asignaron las habitaciones y se empezó a organizar todo para la fiesta que sería al día siguiente.

—Bueno vagos, es hora que justifiquen su presencia en mi casa así que aquí hay una lista con las tareas de cada uno y como soy la cumpleañera yo nada más los mandaré, les gritaré y golpearé si es necesario... —una risa colectiva se hizo presente en ese momento.

—Si te ibas a poner sado, me hubieras dicho para traer mis juguetes jaja... Bueno, bueno ya todos escucharon a la mandamás, así que a seguir lo que ella diga, ¡luego de una buena botella de vodka! —propuso Lena.

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