Capítulo 4

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Aquello parecía un cuadro surrealista, ni Katya era capaz de creer que eso estaba pasando. En ese momento, Ivana iba saliendo del edificio.

—Lena Katina —dijo, mientras la veía llorar entre los brazos de Katya—, nunca me imaginé que llegaría el día en que te vería destruida por el amor... Lástima, si algún día recuperas la cordura, sabes donde contactarme.

Y se alejó de ahí, luego de tirarle un beso a una destruida pelirroja, por lo que Kat decidió llevarse a Lena de ahí.

Yulia llegó a su departamento, gritó, lloró, rompió todo lo que pudo hasta que sintió que su alma terminaba de quebrarse. Ella sabía que eso podía suceder, siempre lo supo, pero decidió apostar por aquella pecosa.

Era increíble que ni siquiera un beso se habían dado a esas alturas. Pero la olvidaría, fue una promesa que se hizo a sí misma antes de regresar.

Lo intentaría una vez y si las cosas no se daban con Katina, lo dejaría pasar y continuaría con su vida y así lo haría.

Por su parte, Lena ya iba por su tercera botella de vodka mientras lloraba entre los brazos de Kat.

—Ella tiene razónnnn... Yo no siiirvo para amar a alguien... Eso no se me da... ¡Soy la fucking Reina de hielo! ¡Y simpreee lo seré! —Dijo mientras le daba otro trago a la botella y lloraba amargamente.

—Eso no es así Lena, tal vez antes, pero lo que sientes por Yulia te cambió... ¡Mira como estás, jamás en mi vida te había visto llorar! Cometiste un error, pero creo que ahora lo que tienes que hacer es ponerte los pantalones, buscar a esa mujer y arreglar las cosas... Sin importar lo que tengas que hacer para que te perdone.

—Pero ellaaa no quiere ni verrme Kat, no va a escucharrrme ni nada de eso... Me odia con toda razón.

—Si, si, pero tienes dos opciones: o te peleas por la mujer que amas o te destruyes lo que te queda de vida, porque que encuentres a otra que te aguante no está fácil.

—¡Tienes razón! ¡Voy a pelear por ella! —Dijo Lena levantándose de golpe y terminando en el piso por los efectos del alcohol.

—Creo que será mañana Katina, porque hoy no vales nada —dijo mientras la ayudaba a llegar al cuarto—. ¡Como pesas, en verdad!

Y luego de dejarla acostada, Katya decidió irse a su casa a descansar. Tal vez al otro día podría tratar de hablar con Yulia, para ver si suavizaba un poco las cosas entre esas dos.

Sí, al día siguiente iría, dejaría a Yulia desahogarse y le diría que lo mejor sería darle una segunda y última oportunidad a Lena.

—Yulia va a matarme —y con ese pensamiento se fue a su casa.

Al día siguiente, Lena despertó con un terrible dolor de cabeza. El mundo giraba a su alrededor, sin duda beber por despecho no era una buena combinación. Pensaba que ese día, lo mejor era quedarse en su casa tranquila y dejar a Yulia calmarse un poco. Katya tenía razón, no podía dejar que esto la detuviese y debía luchar por aquella chica.

Si bien se había equivocado terriblemente, podría ingeniárselas para conseguir que Yul le diera una segunda oportunidad.

Estaba demasiado enamorada de esa mujer como para permitir que se alejara, haría cualquier cosa con tal de recuperarla. Pero sabía que ir a verla ese día sería una locura.

Por otra parte, una Katya nerviosa se encontraba tocando el timbre de un departamento conocido.

Al abrirse la puerta, pudo ver a la pelinegra más ojerosa que había visto hasta ese momento en toda su existencia.

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