Capítulo 15

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Mientras la morena dormía, la pelirroja se levantó y salió a la sala. Al llegar ahí, tomó su cartera y sacó un número que anotó en un papel rápidamente esa tarde.

En un momento de descuido tomó el celular de Alex y sacó un número importante para ella. Marcó el teléfono y escuchó varios repiques y luego esa voz inconfundible.

—Hola... ¿Quién llama, hay alguien ahí?

—¿Kat? Kat soy yo... no cuelgues, por favor.

—¿Cómo conseguiste mi número, Lena?

—Eso no importa... yo... te extraño demasiado Kat... voy a ser mamá —dijo y empezó a llorar.

Del otro lado de la línea la chica solo escuchaba los sollozos de su amiga del alma, su amor imposible. Esa noticia no la asombraba, pero en cierta forma la entristecía.

Tenía varios meses sin escuchar esa voz, sin pensar en ella o fingir que no lo hacía, pero sabía que siempre Lena estaría ahí, sabía que la llamaba porque algo como eso era el tipo de cosas que la pelirroja necesitaba compartir con ella.

—Felicitaciones Lena y a Yulia también, será un bebé hermoso sin duda.

—Kat, por favor regresa... yo te necesito cerca, eres mi mejor amiga, la otra parte importante de mi vida...

—Lena... algún día lo haré, pero por ahora, olvida que existo por favor. No me llames más Elena, adiós.

Tras decir eso colgó el teléfono. La pelirroja solo podía escuchar la línea, su llanto se incrementó. Lloraba de felicidad y de tristeza.

Ambos sentimientos en igual medida. Sentía que estaba perdiendo algo grande, pero a cambio le llegaba uno de los regalos más grandes de su vida.

Se dirigió a la habitación y se acostó junto a Yulia. La veía dormir. Su desnudez era embriagante, pero sus ojos estaban fijos en su vientre. Ese pequeño lugar que ahora albergaba el mayor tesoro para las dos.

—Vamos a amarte mucho peque —dijo mientras acariciaba suavemente el vientre de la morena para acostarse nuevamente cerca de ella.

Yulia despertó temprano, su estómago estaba revuelto y sentía unas nauseas terribles. Pensó que esa era la parte del embarazo que menos le gustaba, pero por su bebé todo valía la pena.

Se sentó en la cama y pudo ver a la pelirroja a su lado. Sus ojos se veían un poco hinchados y su nariz estaba roja, había estado llorando.

Yulia sabía cual era la causa de esa tristeza en su pelirroja. Daría cualquier cosa por ver a Lena totalmente feliz, pero ella no podía forzar a Katya.

Sabía que era imposible no enamorarse de Lena y más aun tratar de olvidarla. Así que lo mejor sería darle a Katya el tiempo que necesitara para regresar.

Después de estar un rato pensando y viendo a Lena, la pelinegra se levantó y decidió darse una ducha. Rogaba que esas nauseas no fueran diarias.

Se metió a la ducha y dejó que el agua acariciara su piel. Podía sentir las manos de Lena recorriendo su cuerpo todavía.

Tenía esa sensación tan grabada en el alma y en el cuerpo que era imposible no sentirla siempre. Podría vivir haciendo el amor con ella cada día de su vida, se sentía tan feliz en ese momento que solo podía sonreír.

Estaba tan metida en sus pensamientos, que no sintió cuando Lena entró al baño. Se dio cuenta cuando sintió las manos de la pecosa deslizándose por su vientre y abrazándola. La atrajo hacia ella hasta besar sus hombros y su cuello.

—¿Por qué no me invitaste a la ducha contigo?

—Amor, te veías tan bella durmiendo que no quise despertarte —se dio la vuelta para quedar frente a la pelirroja.

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