Capítulo 2

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Pero con el paso de los días, Yulia descubrió que era verdad. Estaba enamorada de una persona que no creía en el amor, que se regía por el sexo y por lo profundo que pudiese brindarle una buena noche, más nada.

Y en ese momento supo que lo mejor era alejarse definitivamente por un tiempo, decisión que se vio acelerada por la constante insistencia de Kat para que conociera a su mejor amiga y ella sabía que no podría con esa situación.

Ahora Yulia pensaba que después de tanto haber soñado con ese momento, se encontraba al lado de Lena Katina, pero ella era una jugadora.

Le gustaba jugar y pasar un buen rato más nada. Pero luego de todo lo que había vivido en Nueva York, Yulia sabía que no era la misma niña inocente que cuatro años atrás se había ilusionado con la pecosa.

Ahora, a sus 25 años tenía la experiencia para hacer caer a aquella pelirroja en su juego, pero no la quería para un rato.

Ahora que la había visto de nuevo, a pesar de todo lo pasado, entendió que quería pasar el resto de su vida con aquella mujer de la que realmente no sabía casi nada, pero que la hacía sentir en otro mundo nada más con tenerla cerca.

—Bueno, creo que es algo tarde y el frío está empezando a pegar... Mejor vamos a dormir, ¿no? —propuso Lena.

—Sí, tienes razón. Pero hay un problema. Con la emoción y todo, no me dijeron donde dormiría. ¿Sabes donde puedo acomodar mis cosas y descansar?

—Claro, vamos yo te digo.

—Gracias Lena, eres muy dulce.

Golpe bajo para la pelirroja. Esas palabras con la sonrisa de esa mujer, sin duda eran una amenaza para su integridad física, mental, espiritual, lo que fuera.

—Bueno, esta habitación está desocupada. Cualquier cosa estoy en la habitación del fondo. Buenas noches Yulia.

—Buena noche Lena y gracias por todo.

Sin duda ambas querían seguir ahí aunque sea viéndose, pero habían sido muchas emociones para esas pocas horas y ahora solo les quedaba descansar y pensar en lo que podrían hacer para conquistar a la otra.

Al día siguiente, Lena despertó muy temprano, algo poco común en ella cuando no era día de trabajo. Estuvo toda la noche fantaseando con la pelinegra, pensando la manera en que podría conquistarla.

Sabía que no podría simplemente usar su encanto para seducirla y llevarla a su cama, pero a pesar de querer hacerlo había algo en aquella chica que la intimidaba y no le permitía actuar.

A parte de que Katya le había prácticamente suplicado que no hiciera nada y sabía que su amiga se molestaría si las cosas salían mal.

—¡Bah! si sigo pensando me volveré loca, mejor voy a comer algo.

Al llegar a la cocina se dio cuenta de que nadie más había despertado.

—Definitivamente la fiesta estuvo buena anoche.

—¿Hablando sola?

—¿Yulia? Por Dios, me asustaste... Pensé que todos estaban dormidos.

—Bueno casi todos, solo estamos despiertas tú y yo... Ayer creo que se pasaron de copas.

—Eh eso si, jeje... Es definitivo, pero bueno ¿quieres desayunar.

—Mhm, señorita Katina ¿va a hacerme el desayuno? Porque si es así de una vez acepto, muero de hambre jeje.

En ese momento Lena enrojeció por el tono en el que Yulia dijo eso, parecía que le estaba coqueteando.

¿Cómo era posible que aquella mujer la intimidara con un comentario tan tonto? ¿Cómo lograba hacerla perder el control de la situación a ella, Elena Katina?

Reina de hielo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora