Capítulo 13

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Al día siguiente, ambas despertaron muy temprano. Estuvieron acostadas un rato contemplándose y diciéndose cuanto se amaban. Estaban felices y sentían que ese sería uno de los días más memorables en sus vidas.

—¿Estás segura? Aún podemos detener esto.

—Nunca, Elena Katina...

—Bueno, desde hoy serás la señora Katina, pero una señora muy, muy sexy.

—Mhm, te amo Lena —dijo mientras se daban un beso que empezó despacio, pero comenzó a subir de tono rápidamente.

Las manos de la pelirroja empezaron a recorrer a la morena lentamente. La respiración empezaba a acelerarse.

—Lena detente, recuerda que no...

—Shh... déjate llevar, Yul —dijo entre besos.

La pelinegra había caído nuevamente en las redes de la pelirroja. Quería hacer el amor con ella desesperadamente. Para su mala suerte, en ese momento llamaron a la puerta. Eran sus madres y amigas que venían a ayudarlas a arreglarse.

—¡Dios! No puede ser —dijo Lena al separarse de Yulia.

—No te preocupes, eso lo arreglaremos esta noche y créeme que valdrá la pena la espera —le dijo y besó sus labios.

Se levantó y fue abrir. Ahí estaban sus madres, Katya y Alex. Se saludaron y entraron todas a la casa.

—Bueno Yul, tú te irás con tu madre y Alex, Kat y yo nos llevaremos a Lena —coordinaba Inessa.

—No entiendo por qué tenemos que hacer las cosas por separado, es totalmente innecesario.

—Es tradición, Yulia...

—¡Ay Mamá! Creo que lo que menos somos nosotras es ser tradicionales.

—No le hagas caso, Larissa... Respetaremos las tradiciones —afirmó Lena.

—¿Desde cuando eres tradicionalista tú?

—Desde que te amo.

—Mhm... buena respuesta, vámonos entonces.

—Si es mejor, antes de que se pongan cada vez más cursis.

—Ya habías tardado, Kat.

Las chicas se vistieron y se despidieron, se verían en unas horas para darse el sí definitivo. Las chicas fueron a arreglarse, se maquillaron y peinaron. Yulia llevaba el cabello suelto, le llegaba por los hombros ahora. Tenía un vestido azul ajustado. Dejaba ver parte de su espalda y llegaba por debajo de sus rodillas, completados por unos zapatos de tacón bajo.

Por su parte, Lena tenía un traje de sastre negro y muy ceñido, marcando cada curva de su esbelto cuerpo. Usaba unos tacones y el cabello lacio en una coleta alta.

—Mamá, apúrate —decía a su madre quien terminaba de arreglarse.

—Lena por favor, ten paciencia.

—Es que no quiero llegar tarde.

—Y no lo harás... Hay tiempo, tranquila.

—Estoy lista.

—¡Por fin! ¿Y papá?

—Está allá esperándonos.

—Ok, vamos...

Las mujeres partieron y Lena solo podía pensar en Yulia. Al fin estaría unida a ella ante todos para siempre. Ellas dos sabían que se amaban, pero Lena quería demostrarle a la morena que estaba orgullosa de mostrarle al resto del mundo el amor que sentía por ella. Por el lado de Yulia, vivió momentos similares a los de la pelirroja.

Reina de hielo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora