Capítulo 8

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Sus padres, su hermano, la esposa y Katya voltearon a ver a Lena... Tenían una cara interrogante, menos Kat y se preguntaban quien llamaba a la pelirroja...

Lena le rogaba a Cristo y a todos los santos, Dioses y afines que conocía para que a Yulia no se le ocurriera salir, pero como es usual las cosas que uno nunca quiere que pasen, la mayoría de las veces lo hacen...

Y eso no fue lo peor, la voz de la pelinegra cerca le hizo saber que había salido de la habitación y estaba en la sala, pero la cara de asombro de sus padres le confirmó su teoría.

Lena volteó lentamente y ella misma casi se desmaya, ahí estaba Yulia, casi dormida y lo peor es que por estar somnolienta salió a buscar a la pelirroja como se levantó... En pocas palabras, ante la familia Katin se encontraba una Yulia desnuda.

La cara de asombro de todos era espectacular, digna de foto, la mamá de la pelirroja tapó los ojos de su nieto y lo tomó de manos de la pelirroja, con esa acción la ojiverde reaccionó y corrió hasta la pelinegra para encaminarla hacia el cuarto.

Al estar en la habitación pudo notar que Yulia no se había dado cuenta de nada, estaba casi dormida. Empezó a terminar de despertarla lentamente...

—Lena, me dejaste sola en la cama, tenía frío sin ti allí —dijo la morena abrazando a la pelirroja, quien acababa de pasar el momento más embarazoso de toda su existencia.

—Lo siento mi amor, tocaron a la puerta y fui a abrir... Katya y mis padres están afuera.

—Ah ok, Kat y tus padres están afue... ¿Qué? —gritó al darse cuenta de lo que eso significaba— Acabo de salir a buscarte desnuda y quieres decir que tus padres y tu mejor amiga, ¿me vieron?

—Pues si... Y mi hermano, su esposa y mi sobrino de cinco años —dijo la pelirroja sonrojada.

—¡Por Dios, Lena! ¿Ahora como voy a verlos a la cara? Ya no podremos seguir nuestra relación, tendré que irme del país, cambiarme el nombre, no sé —decía Yulia, mientras se ponía su ropa.

Lena solo la escuchaba hablar y se reía, si bien se había apenado al máximo, no le molestaba que esas cosas le pasaran con Yulia... Estaba dispuesta a todo por esa mujer.

—Yulia detente —dijo mientras se acercaba a ella y la abrazaba—. No tienes que hacer nada de eso, es verdad, fue vergonzoso pero te amo y no me importa más nada, es más termina de vestirte y sal que te voy a presentar como mi novia ante mi familia.

—¿Estás loca verdad? Yo no salgo ni loca...

—Yul... ¿Me amas cierto? —Dijo con un puchero en sus labios.

—Si pecosa, te amo, te adoro, de todo...

—Entonces olvídate de lo que pasó y sal conmigo, que quiero que mis padres conozcan a la mujer que amo y que me ama —tras decir eso se acercó a ella y la besó dulcemente—. Te espero a fuera.

Al salir, pudo notar como su padre y su hermano se encontraban en la sala, estaban viendo un juego de fútbol en la tele, conocía a ese par y no se salvaría de una buena broma...

—Vaya hermanita, si que tienes buenos gustos —empezó su hermano.

—Así es hija, pero espero que se hayan cuidado porque no quiero nietos corriendo por ahí si no se han casado —decían aquellos hombres entre bromas que sonrojaron a la pelirroja.

—Si, ríanse lo que quieran JA JA...

Y luego de eso se fue a la cocina, ahí estaban su madre, su cuñada, Kat y su sobrino. Con su mamá las cosas eran distintas, ella quería que se estabilizara y ver a Yulia así desnuda no era el mejor comienzo.

Reina de hielo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora