Capítulo 12

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Yulia quería sentir cerca de ella a la pelirroja. Había momentos en que no podían demostrar con palabras lo que sentían y habían aprendido a hacerlo con sus pieles.

—Tranquila preciosa, ahora lo que tienes que hacer es descansar para que te recuperes rápido mi amor.

—Lena —dijo interrumpiendo a la pecosa.

—Dime amor.

—Cállate y bésame —dijo la pelinegra.

La pelirroja esbozó una sonrisa y unió sus labios a los de Yulia. Se besaron de manera suave y dulce. Estaban en eso, cuando los padres de ambas y sus amigos entraron.

—Veo que ya estás mejor, Yulia —dijo Kat mientras todos reían y las chicas se sonrojaban.

—Hija, la doctora habló con nosotros —dijo muy feliz la mamá de la morena.

—Así es hija, ahora quiero muchos nietos, ¿eh? —exclamó Oleg muy alegre.

—No dudo que apenas puedan se pongan a trabajar en eso... Conociéndolas, si no hubiésemos entrado ya andarían en eso —comentó Katya riendo.

—¡Kat! Por Dios... Lo importante es que Yul está bien y apenas podamos nos pondremos en eso del bebé.

—Los bebés —dijo Yulia viendo a la pelirroja.

—¿Los bebés? —preguntó Inessa.

—Sí mamá, es que Yul quiere tener dos bebés de una sola vez.

—¡Por Dios, Yul! Uno a la vez —exclamó Larissa.

—Eso le digo yo, pero ya conoces a tu hija Larissa.

—Ahora soy yo...

Todos hablaron y bromearon hasta que la enfermera les dijo que la morena debía descansar. Todos se retiraron y dejaron a las chicas allí, la pelirroja se sentó junto a Yulia y le contó una historia hasta que se quedó dormida.

A veces, cuando le costaba dormir, inventaba un cuento y se lo narraba a Yulia e inmediatamente esta empezaba a dormir. Era si como la voz de Lena la tranquilizara.

A ella le sucedía lo mismo, pero era con las caricias de Yul, cuando no podía dormir, la morena acariciaba su cuello suavemente de una manera que la relajaba y la hacía dormir de inmediato. Estaban tan compenetradas que se conocían hasta la más pequeña manía.

Luego de que la pelinegra se durmió, la pelirroja se acostó en el sofá. Esa noche por fin podría dormir, ahora que su chica estaba bien, sabía que podría conciliar el sueño porque ya estaba en calma.

La pelirroja despertó al día siguiente y vio a su chica durmiendo. Se veía tan tierna e inocente. Sabía que en cierta forma lo era, por eso la amaba tanto. Estaba absorta observándola, cuando entró Katya.

—Si sigues viéndola así la vas a desgastar, jajaja —dijo mientras la saludaba.

—Hola Kat, es que no puedo evitarlo, es tan hermosa...

—Sabes, si alguien me hubiese dicho hace unos años que serías así por esta chica, créeme que te la habría presentado apenas la conocí.

—Yo tampoco podría haberlo imaginado, estuve con tantas mujeres y ahora la idea de tocar a alguien que no sea Yul, simplemente lo veo difícil.

—Bueno, por lo menos se te pasó lo promiscua.

—¡Kat!

—¿Qué? Es la verdad...

—A pesar de todo, siempre fui muy cuidadosa.

—Lo sé, pero igual a veces me daba miedo que fueras así... Era un riesgo por más cuidadosa que fueses.

Reina de hielo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora