Esa tarde las chicas me habían invitado a Shibuya para pasar el rato. Comimos crepas y jugamos en las máquinas de gatcha coleccionando pequeños juguetes del anime de moda del momento. Reíamos y soltábamos chillidos al conversar sobre la escuela, los chicos y demás. Pero, tocar el tema de los novios a mí me hacía sentir fatal, aún no superaba el hecho de haber sido rechazada. Al parecer mis amigas habían volteado la página antes que yo, hablaban abiertamente sobre el tema y sobre él.
Me mantenía al margen de su conversación sobre chicos guardando silencio y sólo asintiendo cuando era necesario, cuando de pronto alguien me golpeó el hombro con fuerza al pasar por mi lado. Mi bolsa con los premios del gatcha cayó al suelo desperdigando cada premio en direcciones aleatorias. Me agaché de inmediato para recogerlos antes que algún transeúnte los pateara. Cuando alcé la vista me encontré a la persona que me había golpeado. Era un muchacho alto y delgado, me miraba con sus penetrantes ojos violetas y sin mayor expresión en su rostro. Estaba de pie ahí como si nada, mirándome sin decir nada. Ni siquiera me pidió disculpas o se dignó a acercarse a ayudarme con mis objetos, sólo me miraba.
La rabia ardía en mi interior, quería gritarle que era un maleducado, desconsiderado, pero me contuve. El chico irradiaba cierta aura intimidante, como si te advirtiera que no te buscaras problemas con él.
Le planté una mirada recriminatoria antes de tomar el último premio y alcanzar a toda marcha a las chicas que habían seguido andando sin percatarse de lo que me pasó.
Me uní al grupo nuevamente, estar con ellas me hacía sentir más segura, pero tenía una sensación extraña, una molestia en la nuca, como si alguien estuviera mirándome a mis espaldas. Lentamente giré la cabeza hacia atrás, el chico seguía de pie ahí inmóvil en medio de la multitud, seguía mirándome.
—¡Nos vemos el lunes en la escuela!— Alia se despidió de mí al llegar a la entrada del metro. Éramos las últimas del grupo en quedarnos deambulando por la zona y ahora ella debía encontrarse con alguien en otro lugar. Me dedicó una gran sonrisa y se alejó rápidamente.
Suspiré con cierta nostalgia, seguro iría a encontrarse con su novio. Yo también quería tener uno, en realidad deseaba dejar de sentirme tan sola, tan vacía, quizás un novio podría proveer la compañía y el afecto que sentía me hacía falta.
Entré al vagón casi automáticamente, cavilando sobre ello, y el recuerdo doloroso del rechazo de Kisaki atravesó nuevamente mis pensamientos. ¡Nunca debí enviarle esa carta, nunca debí declararme! ¡Era tan tonta, tan ridícula por haberlo hecho!
De la nada la imagen del chico de Shibuya volvió a mí, su mirada penetrante y su aspecto intimidante. Llevaba el cabello en un par de trenzas largas decoloradas en ciertas partes de color rubio. Tenía cierto aspecto de delincuente, aunque en estos tiempos eso era difícil de determinar sólo por la apariencia, había demasiados jóvenes pretendiendo ser delincuentes. Como fuera, no deseaba topármelo nunca más.
ESTÁS LEYENDO
ECHO- Ran Haitani - Español
Roman d'amourA primera impresión sentí miedo, pero el chico de las trenzas y ojos perezosos se convertiría en mi héroe y mucho más. Ya no podía imaginar una vida sin Ran Haitani a mi lado, sin sus besos y sus caricias. Aunque el universo conspirara en nuestra c...