CAP VII: What if

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La sala de espera del juzgado se sentía como un frigorífico o tal vez eran mis nervios

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La sala de espera del juzgado se sentía como un frigorífico o tal vez eran mis nervios. Llevaba puesto mi vestido favorito, aquel que Ran escogió para mi días atrás en la Boutique. Rin estaba sentado a mi lado, se tronaba los dedos y tenía la mirada perdida en el suelo. Sato-san estaba de pie cerca a la puerta. Dadas las normas para la primera audiencia Ran entraría a la sala sin su abogado, Sato-san sólo podría participar en la audiencia final. Él era el único que mantenía la calma de todos nosotros. Incluso Ran estaba nervioso, sus manos estaban frías antes de entrar en la sala.

Luego de minutos que se sintieron como interminables horas, Ran abandonó la sala. Se veía pálido y un tanto desanimado.

—¿Qué pasó? — pregunté desesperada.

Todos los ojos se posaron sobre él.

—El tipo se ve peor de lo que imaginaba. No recuerdo haberlo lastimado tanto.

—¿Qué pide? —preguntó Sato-san yendo al grano.

—Pena máxima por lesiones graves y pago de una indemnización de trescientos cincuenta mil yenes.

—Hijo de perra—maldijo Rin a la vez que se paraba de su lugar y echaba a andar a zancadas por el pasillo.

Sato-san se llevó una mano a la barbilla sopesando sus opciones. Se veía ligeramente contrariado.

—Bueno, ahora más que nunca necesitamos a Misato y de ser posible a algunos testigos más. Me encargaré de ello.

La puerta de la sala se abrió de nuevo y una figura asquerosamente conocida emergió. El pervertido abandonaba la sala en compañía de su esposa. Cuando reparé en su rostro de verdad quedé helada, estaba desfigurado y tenía enyesada una de las piernas y el antebrazo derecho. Ran no le había hecho eso, imposible, él sólo lo golpeó con los puños limpios. Los ojos del hombre cayeron en mí y una sonrisa torcida se formó en su rostro al reconocerme. Me dieron ganas de vomitar.

—¡Maldito! —gritó Rin al darse cuenta de la presencia del tipo.

—Calma, Rindou—le regañó Ran.

Rin dio un paso hacia el hombre, pero lo contuve tomándolo del brazo.

—No vale la pena Rin.

—Tsk.

El hombre abandonó el lugar, pero la sensación tensa que generó su presencia se quedó en el aire.

—Misato-chan—dijo de pronto Sato-san sacándome de mis pensamientos —¿Podemos ir por un café? Discutiremos nuestra estrategia.

—Sí.

Todos nos dirigimos a un local cercano. Rin fue a refrescarse un poco al servicio y Ran se ofreció a hacer nuestros pedidos en la barra. Lo observaba desde nuestra mesa en compañía de Sato-san. Ran se veía muy guapo ese día, era la primera vez que lo veía usando ropa formal, llevaba una camisa blanca, pantalones negros de tela y zapatos de cuero. Había recogido su cabello en un moño, se veía demasiado bien, tanto que incluso algunas muchachas del café volteaban a mirarlo.

ECHO- Ran Haitani  - EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora