Altanero, pedante y mujeriego, así es Fabrizio, líder de la banda narcotraficantes "los pistoleros". Nacido en Umbria, Italia. Él y sus hombres se movían constantemente de país, era una forma de eludir a las autoridades, de hecho siempre lograban pasar inadvertidos. Esta vez estaban en Moscú realizando una transacción, como siempre todo bajo un estricto cuidado pero inesperadamente fueron sorprendidos por la policía. Fabrizio tenía los ojos desorbitados ¡Cómo era posible si se manejaban en el más estricto secreto! y entonces lo comprendió, apretó los dientes conteniendo la ira porque eso significaba que en su banda, había un sapo.
A pesar de sus contactos todo falló, alguien lo quería hundido, así que sin más, Fabrizio Casiraghi fue condenado a trescientos veinticinco años de prisión, sin derecho a apelación. Cumpliría su sentencia en la Penitenciaria Estadal 58, mejor conocida como "Zozobra"
Esposado de pies y manos Fabrizio aún masticaba la ira de saberse traicionado, ni siquiera se inmutó ante la fachada sombría de la cárcel, tampoco estaba preocupado, él ya había estado preso una vez y sabía cómo manejarse en ese mundo. Pasó los controles sin inmutarse, caminó junto al guardia y le escuchó decir "esta es tu celda". Entró sin decir nada y entonces escuchó una segunda voz: ¿Este es el capo de "los pistoleros"? no me jodas, parece un niño" Los ojos de Fabrizio se clavaron en el recién llegado, se sorprendió por la altura y corpulencia del hombre, pero lo disimuló con una mirada gélida.
El guardia respondió-Pues este es, Fabrizio Casiraghi, veinticuatro años, 1.71 cm, cabello rubio, ojos celeste, piel pálida y rostro de muñeca pero que no te engañe, a los catorce años mató a su abuelo, padre y hermano y se hizo con el "negocio" familiar, descuartizo a Yamato Umino, líder de la yakuza por territorio e incendió una discoteca matando trescientas personas en venganza al dueño, eso sólo para empezar.
El hombre silbó con admiración-Un gatito peligroso.
Fabrizio lo miró indiferente.
-Los dejó para que se conozcan-comentó en burla el guardia alejándose.
El hombre lo miró de arriba abajo-así que eres un niño malo.
Fabrizio lo ignoró y se sentó en la cama de abajo, pues era una litera.
El hombre sonrió-Quién te dio permiso de sentarte ahí.
-Por qué no te callas y vas a alardear a otra parte-contestó por fin.
-¡El gatito habla!-replicó agrandando su sonrisa-Eso es una sorpresa.
Justo cuando se le iba a acercar el guardia volvió-Error mío, Casiraghi ven acá
-Qué pasa-preguntó este extrañado.
-Mierda, me equivoqué de celda, solo ven.
A Fabrizio no le dio buena espina, pero sabía que resistirse ahora no sólo sería inútil sino que lo mostraría débil, debía mantenerse firme, algo pasaba y estaba seguro que tenía que ver con el bastardo que le tendió la trampa. Sin más se levantó y acompañó al guardia, mientras el otro reo chasqueaba la lengua fastidiado. Subieron entonces al último piso, había algunos reos en el pasillo que se le quedaron mirando con perversión, Fabrizio ni se inmutó, sabía que ese tipo de sujetos abundaban en las cárceles y él solo los tomaba como insectos, aunque si se sorprendió, todos eran muy altos y corpulentos, después de todo, estaba en Rusia. Se detuvieron frente a una celda un tanto diferente y con ciertos lujos.
Fabrizio sonrió burlón-"el perro faldero de algún capo"-pensó, pues así vivían los contactos de los grandes capos en las cárceles, algo muy común también. Sabía lo que tenía que hacer: negociar.
-Entra- le dijo el guardia y él así lo hizo.
El guardia entró tras él-Aquí está, Kozlov.
El susodicho y otros tres hombres sentados alrededor de una mesa, lo miraron y abrieron sus ojos de asombro. Como los demás, eran enormes
-No me jodas ¿Es este mocoso?-preguntó el más corpulento de todos, un hombre vestido con camisa azul marino y pantalón negro, cabellos rojos como la sangre cortado al estilo militar y ojos negros penetrantes.
- Petrov me salió con lo mismo y te respondo como le dije a él, parece un mocoso y apenas tiene veinticuatro años pero es más despiadado que muchos aquí.
-¿Ah sí?-contestó Kozlov enarcando las cejas.
-Me voy-dijo el guardia saliendo de allí, no tenía ánimos para aguantar a los reos hoy.
Fabrizio lo miró con desdén y habló-Entonces dime, a quién le lames las botas.
Todos se sorprendieron y Kozlov lanzó una carcajada- El gatito está tratando de rugir.
Y los demás lo acompañaron con risas estridentes, pero Fabrizio no cambió su expresión tranquila y volvió a hablar-Te lo pregunto porque no me gusta hablar con los "payasos", quiero hablar con el dueño del "circo"
Kozlov amplió su sonrisa- entonces ven y siéntate.
Suspirando, más fastidiado que preocupado Fabrizio se acercó y estaba a punto de sentarse cuando Kozlov lo tomó del brazo y lo haló con fuerza sentándolo en su regazo, apresándolo con un solo brazo. Fabrizio solo alcanzó a oír las risas desvergonzadas de los otros.
-Qué mierda haces-escupió calmado pero con rencor.
-Que qué hago, pues te voy a explicar por qué estás aquí-contestó Kozlov apoyando su mentón en la cabeza del menor.
Fabrizio forcejeó para soltarse, pero era inútil, así que se mantuvo quieto, se sentía ridículo aún más porque el tipo lo sujetaba con un solo brazo y en su otra mano sostenía un cigarro, como si no le costara nada retenerlo y de hecho así era.
-Bien, ya que te has calmado, pequeño gatito, déjame darte la "triste" noticia, de que tus hombres Paolo Berlucci, Marco Matano, Luigi Lombardi, Andrea Conti y Giuseppe Spano, están muertos, el dinero de tus cuentas fue repartido entre cinco individuos que te "aprecian" mucho y tus propiedades ya no te pertenecen.
Kozlov hizo una pausa para disfrutar del desconcierto del italiano. Los otros decían "pobrecillo" de manera burlona.
Fabrizio se sintió por un momento mareado, lo habían destruido, no era un simple traspié, esta vez lo habían aniquilado, tratando de serenarse volvió a mostrar compostura y replicó vencido - así que vas a matarme-eso era el broche de oro cuando se extermina a una banda, matar al líder.
-¿Matarte? ¡Que desperdicio! tú eres mi regalo, me obsequiaron un bono por mi excelente trabajo y ese bono eres tú.
Fabrizio lo miró extrañado.
Kozlov sonrió-en verdad eres un mocoso ¿aún no captas?-dijo burlón moviéndose un poco para que sintiera su erección.
Los ojos de Fabrizio se abrieron desconcertados-No querrás decir...
-Así es, mi muñequito-dijo besándole la cabeza-tú serás mi putito.
-¡Estás loco, consíguete una mujer!-exclamó alterado, ahora sabía que estaba atrapado, que no había nada que pudiera hacer. Y desesperado comenzó a forcejear, ahora sin pensar en nada más que huir.
Kozlov llevó el cigarrillo a su boca sonriendo, estaba disfrutando mucho su angustia-primero, obviamente, me servirás a mí, luego a Záitsev, después a Vólkov y por último a Lébedev-dijo señalando a cada sujeto mientras los nombraba-todos te trataran bien, son unos caballeros, bueno, menos Vólkov, ese es una bestia,
-Es muy lindo-comentó ansioso Záitsev, el más viejo del grupo, un cincuentón.
-¡Basta!-gritó furioso sin poder siquiera aflojar su agarre.
-Cierto-dijo Kozlov-basta de charla, quiero follar.
Antes de que pudiera reaccionar, Kozlov se levantó, sin soltarlo y lo llevó hacia la cama, una de esas camas antiguas que tienen cortinas, mientras él solo conseguía dar patadas al aire.
-¡No!-gritó angustiado Fabrizio, aterrorizado.
-Tranquilo dulzura-seré gentil.
ESTÁS LEYENDO
Zozobra
RomanceFabrizio es un mafioso italiano que cae preso en Rusia producto de una emboscada. Ardid, conflictos y enredos vivirá el lindo mafioso en las garras de un ruso prepotente que lo reclamará como suyo sin dejarle replicar.