Capítulo XVII Confusión

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La luna llena iluminaba las calles dándoles un toque poético, sin embargo dentro de Zozobra todo era caos. Todos miraban atónitos al italiano de pie entre ellos mientras este, a su vez, miraba el semblante demacrado de Kozlov con un dejo de confusión. Absolutamente todos en el lugar pensaban "¿Qué está pasando?" . Boris fue el primero en actuar.

—¡¿Qué demonios haces aquí?!—espetó haciendo el amago de acercarse a Fabrizio pero Kozlov reaccionó y se lo impidió bloqueando su avance con un brazo al tiempo que envolvía al italiano en un fuerte abrazo desesperado.

—¡Mi niño, mi niño!—repitió volcando todo su alivio y devoción en ese gesto.

Sus hombres no se atrevían a romper el silencio, una vez más el italiano había provocado en su líder una reacción que ellos jamás habían visto en él y cada uno, en su fidelidad esperaba que este le correspondiera. Si Kozlov le quería ellos lo aceptaban.

Fabrizio por su parte no entendía nada.

—¡¿Estás loco?!—Reprendió Boris—¡Cómo puedes...!

Esta vez fue Záitsev quien lo detuvo, tomándolo del brazo lo miró con severidad. Boris titubeó.

Kozlov rompió el abrazo y sin ninguna explicación tomó la mano de Fabrizio y lo arrastró a la oficina de la que hacía solo minutos había salido, Boris volvió a hacer el intento de intervenir pero Záitsev por segunda vez lo detuvo.

—Tuvo la oportunidad de escapar—explicó el viejo entendiendo los temores de Boris, temores que de alguna forma también lo afligían un poco, pero estaba convencido de que no tenían fundamento—no tiene lógica que se haya quedado, ningún plan, ni aún el más loco contemplaría quedarse en el lugar donde se está más vulnerable. Eso fue lo que eligió él...algún significado tiene.

Boris dudó, no conseguía refutarlo.

Záitsev miró la puerta de la oficina, ahora cerrada y sujetando aún el brazo de Boris dijo—tal vez las oraciones de Kozlov han sido escuchadas.

Su tono anhelante no pasó desapercibido para el otro, sabía que el viejo deseaba tanto como Kozlov que el italiano le correspondiera, después de todo Kozlov era como un hijo y como tal lo quería ver feliz. Entonces dejó salir un hondo suspiro y sonrió de medio lado—también deseo el milagro—susurró con sinceridad.

Por otro lado Kozlov, quien había vuelto a abrazar al menor, ahora se separaba un poco.

—¿Por qué te quedaste?—susurró.

Fabrizio ensanchó los ojos, primero el "¿Qué demonios haces aquí?" de Boris y ahora el "¿Por qué te quedaste?" de Kozlov, ya no tenía ninguna duda ¡Kozlov sabía de su escape!

—¿Có...cómo tú...?trató de preguntar aturdido.

Pero Kozlov no le contestó, con expresión dolida le tomó el rostro con ambas manos y se inclinó para besarle la frente—no me dejes...por favor no me dejes...mi corazón es completamente tuyo...te amo tanto...

Fabrizio enrojeció hasta la punta de las orejas, los oídos le zumbaban y su corazón comenzó a latir desesperado, recordó por un instante la expresión de tristeza que tenía Kozlov cuando se lo encontró afuera hace unos momentos, esa expresión que lo había confundido tanto ¿acaso era por mí? Se preguntó agitado, miró a Kozlov, era la primera vez que le veía suplicando y la primera vez que le veía tan inseguro. Fabrizio, llevó sus manos temblorosas al rostro del mayor, tanto él como Kozlov no entendían qué había pasado pues cada uno tenía solo su propia versión de los hechos, pero la carga emocional del momento desechó cualquier intento de explicación racional y ambos se abandonaron a sus sentimientos, los más sinceros y lo que verdaderamente era importante. Fabrizio, quien había pasado un día totalmente agobiante lleno de dudas había reconocido al final del día que estaba completamente enamorado de Kozlov, porque el solo imaginar que se separaría de él se había convertido en un martirio. Su cerebro anuló todo rastro de duda, acarició con suavidad el rostro del mayor sorprendiéndolo sobremanera

—Yo quiero estar contigo—susurró débilmente con sus mejillas ardiendo.

Los ojos de Kozlov se cristalizaron ¿acaso estaba alucinado? ¿Acababa de escuchar lo que creía que acababa de escuchar?

Fabrizio respondió a sus dudas dándole un suave beso en los labios.

Así, aquel hombre enorme y musculoso que intimidaba a los más fuertes, dejó libre un par de lágrimas liberando la angustia que llevaba acumulando hace tanto, Fabrizio le limpió las lágrimas con una caricia suave—No llores—susurró con voz dulce.

Superado por las emociones Kozlov lo abrazó sin lograr calmar a su corazón, Fabrizio correspondió, el olor de Kozlov, su calidez, tenerlo así consigo era todo lo que deseaba. En esa atmósfera cargada de sentimientos la pareja se fundió en un beso profundo, sus lenguas se entrelazaron mientras sus manos viajaban por el cuerpo del otro, sin romper el beso Kozlov guío a Fabrizio hasta el sofá, pero cuando pretendía recostarlo este se resistió y Kozlov sintió que el mundo se le venía abajo.

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