Fabrizio, totalmente exhausto durmió corrido hasta el mediodía del día siguiente, cuando despertó la furia se apoderó de su cuerpo, sentía aún su ano palpitar de dolor y los recuerdos de como había sido sometido lo martirizaban, pero lo peor era que no había logrado evitar llorar. Ser usado como una mujer fue humillante, asqueroso, así pensaba.
Sintiéndose todavía cansado se mantuvo acostado, astuto como era analizó la situación, estaba consciente de que las tenía todas de perder, sin sus hombres y sin dinero no había nada que pudiera hacer por el momento, debía ser cuidadoso, por lo que había entendido el sujeto a cargo no lo iba a matar, así que debía aprovechar todo el tiempo posible para recabar información como quiénes manejaban los contactos afuera y quiénes eran enemigos de ese tal Kozlov suspiró preocupado, ese sería el primer paso, pero no podría hacerlo sin dinero, la tenía difícil, quizás podría ganar algo apostando, era bueno en el póker, sabía hacer trampas de alto nivel, aunque no estaba seguro de cómo se manejaban en ese lugar, primero debía estudiar la zona, por lo pronto no podía llevarle la contraria a Kozlov, apretó los puños enfureciendo de nuevo cuando de pronto la cortina se abrió y como si lo hubiera llamado con el pensamiento apareció frente a él Kozlov.
—Por fin despertaste Kotik *—exclamó alegre sentándose junto a él sin ignorar su sobresalto.
El italiano suspiró tratando de calmarse.
—No estés tenso mi Kotik—dijo Kozlov y se echó sobre él besándole los labios—eres precioso.
Dicho esto se levantó y alzó en brazos a Fabrizio sorprendiéndolo.
—¡¿Qué haces?!—preguntó este alterado.
—Tienes que comer—comentó despreocupado el mayor y lo llevó a la mesa, pero en vez de dejarlo en una silla, se sentó y sobre una de sus piernas sentó a Fabrizio quién por primera vez se ruborizó y esto lo notó Kozlov—¡Diablos, no me pongas esa cara que me dan ganas de comerte aquí mismo!
Fabrizio intentó levantarse pero Kozlov lo retuvo—no, yo te voy a dar de comer.
Fabrizio tuvo que ser acopio de toda su fuerza de voluntad para no darle un puñetazo, ese tipo se estaba comportando como un niño mimado con juguete nuevo y le estaba haciendo todo más difícil.
—Puedo comer solo ¿sabes?—dijo de mal humor.
Kozlov rio y replicó—pero me gusta más así—y tomando la cuchara tomó un poco del estofado y lo llevó a la boca de Fabrizio, quien dudó unos segundos, preso de la ira, pero finalmente accedió entusiasmando a Kozlov—¡Eres tan tierno mi Kotik!
—¿Qué es eso?—preguntó Fabrizio frunciendo la boca, le había parecido horrible.
—Es borsch, uno de los mejores estofados de Rusia——contestó tomando otra cucharada y llevándolo a la boca de Fabrizio.
—No me gusta—replicó este sujetándole el brazo para detener su avance.
— ¡¿Que no te gusta?!—exclamó con verdadero asombro, si de algo estaban orgullosos en la región era de su excelente gastronomía— ¿Por qué?
—Sabe a tierra—contestó con su mirada asqueada puesta en la cuchara que aún no se apartaba—prefiero el pan—dijo tratando de alcanzar la pieza de pan junto al plato.
— ¡Nada de pan!—exclamó ofendido Kozlov sujetándole la mano que iba en busca del pan e insistiendo con la cuchara— ¡el borsch es un plato de reyes y ningún puto lo va a despreciar!—exageró con fastidio.
— ¡Pues méteselo en el culo a los reyes, a mí no me gusta!—replicó Fabrizo y con su mano libre golpeó la cuchara derramando su contenido, en verdad que su sabor era horrible.
— ¡Mocoso de mierda!—exclamó Kozlov, soltó la cuchara y atrapó las dos manos de Fabricio con una sola de las suyas y volvió a tomar la cuchara—esta comida hará que te repongas rápido para poderte follar como quiero y que no te andes desmayando como un pajaro sin nido en invierno—dijo y tomó otra cucharada de estofado— ¡Abre la boca!—exigió ante la porfía del menor.
En ese momento entró Záitsev con un celular en la mano sorprendiéndose con la escena y ruborizando al italiano, que avergonzado bajó la cara.
— ¿Qué pasa?—preguntó Kozlov ante la interrupción.
— ¿Ah?...ah sí, lo de Burkina Faso espera órdenes y en un mes llegan los de la treinta y seis—notificó sin quitar sus ojos de las piernas del italiano.
— ¡Mierda!—exclamó molesto levantándose, dejando a Fabrizio en la silla—Como te pares de ahí te voy a zurrar que te acordarás toda la vida—advirtió tomando el celular y abandonando la celda.
Záitsev se quedó de pie mirando el mohín de disgusto del italiano, quien ante la vergüenza inicial ahora se mostraba distraído y es que Fabrizio estaba pensando que ese caprichoso hombre no descansaría hasta hacerle comer ese bodrio y siendo así sería mejor engullirlo ahora que estaba solo a dejar que volviera y montara e nuevo esa escena vergonzosa. Decidido tomó la cuchara, la llevó a su boca y tragó rápido, sin embargo el sabor a tierra mojada impregnó sus sentidos al punto que con la segunda cucharada estuvo a punto de vomitar necesitando beber mucha agua para retenerlo en su estómago. La sensación de querer devolver era terrible.
“Con qué preparan esta mierda” —pensó sudando y entonces un sándwich de jamón se posó frente a sus ojos. Levantó la vista y notó que Záitsev era quien se lo ofrecía. Lo había preparado sin que se diera cuenta.
—Si tanto te disgusta en vez de nutrirte te descompondrá—dijo con amabilidad.
Fabrizio dudó unos segundos pero pronto se decidió y lo tomó, después de todo si Kozlov se enojaba ya no sería su culpa sino de ese viejo. Tenía tanta hambre que daba grandes mordiscos y tragaba casi entero; mientras comía no era consciente de la mirada lujuriosa que le lanzaba el hombre, pues él estaba sentado de piernas abiertas y la camisa apenas cubría sus partes, pero, heterosexual como era no entendía lo provocativo que se veía.
Le quedaba un trozo de sándwich cuando Kozlov llegó.
—Qué mierda haces—exclamó enojado.
Fabrizio se quedó de piedra pero Záitsev respondió—He sido yo el que se lo ha dado.
—Y con qué autoridad—preguntó molesto Kozlov.
—El borsch no es para estómagos débiles, menos para un mediterráneo, estuvo a punto de vomitar y me dio pena—contestó con un tono de disculpa.
Lo de que estuvo a punto de vomitar lo calmó, después de todo lo de que se comiera el estofado a fuerza era un juego para hacerlo enojar más que una necesidad real, podía comer cualquier otra cosa—Bien, puedes irte.
Záitsev se despidió y salió dejándolos nuevamente solos, Kozlov miró entonces a Fabrizio que aún sostenía el trozo de sándwich—Termina—dijo serio.
Fabrizio así lo hizo.
—Levántate—ordenó.
Aunque no le gustase la idea obedeció y Kozlov se sentó y lo atrajo sentándolo nuevamente sobre su regazo.
—No puedo comerlo, es verdad—dijo refiriéndose al estofado pues creía que iba insistir.
—Olvida eso—susurró Kozlov tomándolo del mentón y besándolo profundamente.
Los ojos de Fabrizio se abrieron como platos —“no puede ser ¿ahora?”—pensó asustado
*Kotik=Gatito en ruso ♥
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Zozobra
RomanceFabrizio es un mafioso italiano que cae preso en Rusia producto de una emboscada. Ardid, conflictos y enredos vivirá el lindo mafioso en las garras de un ruso prepotente que lo reclamará como suyo sin dejarle replicar.