Capítulo XVIII Confesiones

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Los temores que nuevamente apresaron su corazón lo hicieron abrazarlo fuertemente, tenía miedo de escucharlo decir que no lo quería, que solo simplemente lo había perdonado pero no le amaba. Fabrizio correspondió al abrazo sin imaginar todos los tristes pensamientos que atormentaban a Kozlov y con un voz suave le dijo "Hoy seré yo", el mayor frunció el ceño sin entender, "por favor" escuchó que le pedía.

Despacio rompió el abrazo mirando las azules orbes en busca de respuestas y entonces ocurrió algo que jamás imaginó, Fabrizio, con manos trémulas comenzó a desabotonarle la camisa manteniendo la cabeza gacha y un dulce rubor en sus mejillas.

-Siempre eres tú quien hace esto para mi...hoy seré yo quien te de placer-exclamó pronunciando esta última palabra en un tono tan bajo que Kozlov solo alcanzó a oírla porque estaba muy cerca de él.

Por su parte Fabrizio estaba colapsando de vergüenza pero al mismo tiempo se sentía dominado por la lujuria, después de quitarle la camisa a Kozlov comenzó a quitarle la correa para luego pasar al pantalón mientras Kozlov le acariciaba la mejilla suavemente tomando la iniciativa de quitarle la camisa, pero Fabrizio lo detuvo y negó con la cabeza, el mayor sonrió y le dejó hacer.

La atmósfera era muy sensual, a pesar de los nervios el proceder de Fabrizio era muy sexy mezclado con ternura, se mordía levemente el labio inferior tratando de contener la vergüenza sin percatarse que con ello excitaba aún más a Kozlov. 

Una vez desnudos Fabrizio alzó la mirada un tanto cristalizada por la emoción y tomó la mano de Kozlov para que se inclinara y así poder besarlo pero el mayor se quedó quieto mirándolo, Fabrizio se pegó a él y alzó el rostro esperando que así el mayor entendiera y se inclinara pero siguió sin hacerlo, instintivamente Fabrizio se puso de puntillas para alcanzarlo pero no era suficiente y entonces Kozlov rio suavemente abrumado por la ternura, sintiéndose burlado Fabrizio frunció el ceño e intentó alejarse pero el mayor lo atrapó en un abrazo.

-Eres adorable ¡Adorable!-dijo lleno de amor-no te enojes, te amo tanto.

Al oírlo el enojo se disipó y respondió al abrazo y entonces por fin se besaron, despacio, dejando que el profundo sentimiento de amor se fundiera en ese beso, dejando que sus manos exploraran sus cuerpos como si se estuvieran reconociendo. Por primera vez hacían el amor con sus verdaderos sentimientos expuestos, con sinceridad en cada gesto.

Ya no había temor, ya no había duda, solo había amor y con él, libertad.


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