Capítulo III Angustia

1.1K 53 1
                                    

Tres veces, se lo hizo tres veces y seguía con ganas, pero Fabrizio estaba totalmente agotado, ya ni siquiera lloraba, así que lo dejó tranquilo, besuqueó la espalda tersa y se levantó apartando la cortina, no alcanzó a dar un paso cuando vio a Záitsev frente a él.

—Qué haces—preguntó tosco por la sorpresa.

—Es que vengo yo—se justificó ansioso.

Kozlov detuvo su avance tomándolo del brazo—no, cambié de opinión, a él solo lo follo yo.

No solo Záitsev abrió los ojos de asombro, también los otros dos que seguían en la mesa.

—Qué pasa, te has enamorado—bromeó Lébedev.

Kozlov rio burlón y se acercó a un buró sacando un fajo de dinero—ese culo está demasiado bueno y no quiero que ustedes lo arruinen aflojándoselo, ese putito es para mi uso exclusivo hasta que me aburra de él—dijo al tiempo que le lanzaba el fajo a Záitsev—con esto les alcanza para unos putos de Vladimir.

—"Que mierda"—pensó enojado  Vólkov—"si no lo iba a prestar nos lo hubiera dicho en vez de ponernos calientes escuchando como se lo follaba"

—Lárguense ahora y avísenle a Sergey que venga a limpiar.

      De mala gana los hombres salieron, Záitsev echó una última ojeada al cuerpo delgado que yacía boca abajo en la cama, sintiéndose frustrado, tenía muchas ganas de follarlo y no es que los putos de Vadlimir estuvieran mal, sino que eran chicos robustos y algo tosco, y él quería poder sostener en sus brazos una piel suave como la que dejaba ver aquel italiano, suspirando pensó "bueno, cuando se aburra lo tendré yo"


       Una vez sólo, Kozlov, de muy  buen humor fue hasta el baño y preparó la tina con agua tibia y esencias relajantes, cuando estuvo listo volvió a buscar a Fabrizio, se encontró a Sergey contemplándolo.

—Lindo, eh—alardeó.

—Eh...—Sergey dio un respingo de sorpresa pero rápido se recompuso—mucho, señor.

Kozlov tomó despacio el cuerpo del chico haciéndolo soltar un quejido—tranquilo—le susurró y mientras lo alzaba en brazos le habló a Sergey—cambia las sabanas y limpia el desastre.

—Sí señor—respondió Sergey mirándolo hasta que llegó al baño y cerró tras si—Así que juguete nuevo—susurró para sí antes de ponerse a trabajar.

        Efectivamente, Kozlov estaba emocionado como un chiquillo con juguete nuevo, con cuidado metió a Fabrizio en la tina, con un brazo lo sostenía  y con su mano libre tomaba un poco de agua y le lavaba la cara, los ojos estaban rojos de tanto llanto y los labios hinchados, la mirada de Fabrizio lucía perdida, su cuerpo blanco estaba lleno de marcas de besos y Kozlov no podía dejar de sentirse excitado, se acercó y lo besó suavemente, tomó la esponja, le echó el jabón líquido y empezó a frotar con extrema delicadez el cuerpo del chico, mientras comenzó a hablar con él:

—Sabes, eres el mejor puto que he tenido hasta ahora, eres más hermoso, más frágil y con el mejor culito que haya probado, definitivamente ya eres mi preferido y eso significa que tienes mucha suerte, porque yo suelo tratar a mis putos muy bien, tendrás lo que desees y nadie te tocará, porque esa es otra cosa, eres el primer puto que no quiero compartir, eres mi putito exclusivo, eso sí, exijo obediencia absoluta y te puedo asegurar que no desearás hacerme enojar, aunque sé que eres inteligente y no intentarás ninguna estupidez.


Fabrizio apenas era consciente vagamente de lo que le decía, se sentía ajeno a su cuerpo, no podía siquiera pensar en nada, su mente estaba en blanco.

—Verdad que no, bonito—dijo besándole la mejilla, Kozlov se tomó su tiempo para asearlo y de paso manosearlo un poco más, estaba verdaderamente feliz de su nueva adquisición.

        Al terminar con el baño lo  secó y lo cargó de nuevo a la cama, Sergey ya se había marchado,  buscó una de sus camisas y se la colocó, ante la diferencia de tamaños su camisa le quedaba más como un camisón, Kozlov lo arropó y dándole un último beso en los labios salió de su celda encendiendo un cigarrillo y dándole una calada mientras sonreía.

—¿Tan bien estuvo?—dijo una voz ronca.

Kozlov se detuvo y amplió su sonrisa.

—Ni te imaginas— contestó saludando a su viejo amigo  Boris.

       Ambos se recargaron en la baranda observando a los otros reos jugar básquet en la planta baja. El piso donde se encontraban era el último, la única celda ocupada era la de Kozlov que tenía ciertos lujos, el resto estaban vacías y con una apariencia verdaderamente desagradable.

—Es un chico dulcito que tiene un culito apretadito— alardeó con ojos brillosos.

Boris silbó—si te tiene así debe ser carne de primera, cuándo me lo prestas.

Kozlov frunció el ceño—cuando me aburra, ahora no me lo pidas porque no te lo voy a dar, por ahora  es para mí uso exclusivo.

—Que mierda eres—replicó Boris—entonces no me lo eches en cara.

Kozlov sonrió y le palmeó la espalda—no te encabrones, hombre. Dime mejor que pasó con lo de  Fyodor ¿la sacó?—preguntó refiriéndose a un cargamento de drogas bastante grande que sería embarcado para Estados Unidos.

Boris asintió—No hubo problemas, lo complicado fue en Manila, hubo que cambiar el punto de contacto dos veces, pero nada grave.

Kozlov exhaló el humo del cigarrillo—una mierda ese puerto.

—El gobierno se anda moviendo a causa de las elecciones—comentó Boris.

—Un pendejo es lo que ese candidato, no va a durar mucho.

Boris sonrió.

—Acompáñame a beber—dijo Kozlov con  un ademán.

Entraron a la celda y Kozlov fue directo a la mesa donde las botellas de vino se encontraban reunidas en orden, obra de Sergey.

—Coño, en verdad es lindo—dijo Boris que en vez de ir hacia la mesa había ido directo a la cama, Fabrizio ya estaba dormido profundamente—¿puedo ver?

Kozlov se sirvió un trago y colocando los pies sobre la mesa contestó prepotente:—Adelante, pero sin tocar.

Boris sonrió, quitó las frazadas y observó las delgadas piernas blancas—¡Mierda, que bonito es!

Kozlov sonreia orgulloso mientras notaba el deseo de Boris.

—¿Cuándo te vas a aburrir?—preguntó sin ocultar su ansia.

Kozlov solto una carcajada—ten paciencia lo obtuve hoy.

—¡Tsk, que mierda!—murmuró malhumorado sin quitar la vista del chico, entonces lo notó pálido  y con algunas marcas y dijo—se te pasó la mano

—Me emocioné, pero es que es demasiado lindo, aunque debo decirte que me contuve—replicó.

Fabrizio tembló y Boris al percatarse lo volvió a arropar—De qué país es

—Italia.

—Son una raza bonita—comentó Boris pensando en traer algún chico de allá.

Kozlov rio—¿me vas a acompañar o te vas a quedar allí babeando sobre él.

—Mierda, no te burles—reprochó  yendo al fin a la mesa y sirviéndose el mismo.

—¿Por mi buena suerte?—dijo Kozlo alzando su copa para un brindis.

Boris lo miró enfurruñado—Por la suerte que no mereces, cabrón—contestó chocando su copa con al de  Kozlov y este  se carcajeó verdaderamente alegre.

ZozobraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora