Froy se encontraba a solo metros de distancia con una llama encendida en una de sus manos y una sonrisa siniestra en el rostro. Me miraba con malicia, eran los ojos de alguien dispuesto a lastimarme de la peor forma posible.
—No, no, no. —Entré en pánico—. ¡Aléjate de mí!
—¿Me extrañaste, Cassia? —preguntó Froy al tiempo que se acercaba. Las llamas de su mano aumentaban su intensidad con cada paso.
—¿Qué haces aquí? —inquirí con los ojos llenos de lágrimas—. ¡Este es mi mundo, no el tuyo!
Retrocedí. Froy no dejaba de caminar en mi dirección. Traté de correr, pero mis piernas pesaban como el plomo.
¿Por qué Kirtan no hacía nada?
—¿Cassia? —preguntó. Su voz sonaba distante—. ¿Estás bien?
Detrás de Froy aparecieron sus amigos. Todos tenían llamas en sus manos con las que planeaban quemarme.
—¡Aléjense de mí! —grité a viva voz—. ¡Los lastimaré si dan un paso más!
Sentí el fuego fluyendo en mi interior. Desde mi primer día de entrenamiento, trabajé por mi cuenta en la meditación y en los movimientos que Kirtan me enseñó. Tras las dos semanas de "descanso", ya era capaz de formar pequeñas llamas en mis manos sin la necesidad de recurrir a la ira desmedida que me hacía estallar. Una pequeña llama no sería suficiente para defenderme del grupo de desalmados que quería torturarme, pero era mejor que nada.
Estaba a punto de formar esa minúscula llama cuando una mano me cubrió los ojos.
—Lo que ves no es real, Cassia —me susurró Kirtan al oído—. Has sido hechizada.
Traté de zafarme de su agarre. Si no me movía ya, Froy y sus amigos nos atacarían.
—¡Suéltame! —exigí—. ¡Tengo que defenderme!
—Anulo cualquier hechizo o maleficio que haya caído sobre ti —me dijo. Su aliento me hacía cosquillas en la oreja. Me dejé llevar por la suavidad de su voz para tratar de calmar mis nervios.
Kirtan quitó su mano de mis ojos. Al frente de mí ya no estaban ni Froy ni sus amigos, pero había un montón de infernales contemplando el espectáculo que monté. Algunos se burlaban y otros me escrutaban con cierta preocupación.
—Aquí no pasó nada, chismosos —vociferó Kirtan—. Sigan con lo suyo.
Los infernales se dispersaron. Mi corazón aún latía a una velocidad preocupante. La visión de Froy y de sus secuaces se sintió muy real.
—¿No te dije que no miraras a nadie a los ojos por más de tres segundos? —reprendió Kirtan.
—¿Qué pasó? —pregunté. Me temblaban el cuerpo y la voz.
—Esa bruja con la que chocaste te hechizó. Si yo no hubiera estado aquí contigo, quién sabe cómo habrías terminado.
—¿Bruja? —Me estremecí—. ¿Por qué lo hizo?
—Por el mismo motivo por el que muchos demonios hacen las cosas: por maldad.
Examiné los alrededores con cuidado de no ver los ojos de nadie por mucho tiempo y me di cuenta de que un montón de infernales me observaban como si yo fuera una presa y ellos unos depredadores.
Un semipuro con cuernos tan largos como los de un alce me contemplaba con deseo. Tenía una expresión que, por desgracia, veía con frecuencia en los hombres de la Tierra cuando iba sola por las calles. Darren me lo advirtió un montón de veces: "el Infierno está lleno de monstruos". No sé por qué esperaba que se equivocara.
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Infernal
FantasíaUn demonio que odia a los ángeles, hasta que una chica con sangre angelical pone en duda su desprecio y juntos encienden una pasión más ardiente que el Infierno. 🔥 Cassia nació con una peligrosa adicción por el fuego y con voces dentro de su cabeza...