18. La muerte de su amada

3.1K 393 114
                                    

Capítulo 18

La muerte de su amada

🔥

La sangre de ángel se me subió a la cabeza. Me sentía tan liviana como una hoja suspendida en el viento. La mirada de Kirtan ya no me intimidaba tanto como antes, ahora podía sostenerla sin que me urgiera la necesidad de mirar hacia otro lado.

—Quiero más sangre de ángel —anuncié al terminar el primer vaso. Aún no estaba tan ebria, pero lo estaría pronto.

—Nada de eso. —Kirtan le dio otro sorbo al suyo. Bebía despacio, se tomaba su tiempo—. Si sigues bebiendo, no habrá manera de que te saque de la cama mañana.

—¿Maña...? —Olvidé que retomaríamos los entrenamientos.

—La resaca no te salvará de un día entero conmigo, así que será mejor que no bebas más. —Su sonrisa era traviesa, desafiante.

¿Un día entero? ¿Me pasaría un día completo a su lado?

Renuncié a la idea de pedir otro vaso de sangre de ángel. Si me pasaría el día entero junto a Kirtan, tenía que tener mis sentidos en funcionamiento. Se supone que el anillo lo protegería de lo que sea que mi poder causaba sobre él, pero aún no estábamos seguros. No quería volver a obligarlo a nada que no quisiera hacer.

Aun así, me desesperaban las ganas de besarlo otra vez. Cada día y noche fantaseaba con volver a sentir esa boca sobre la mía, con que me envolviera en sus brazos, con que agarrara mi trasero con sus manos como en el oasis. Extrañaba algo que ni siquiera fue mío, que nunca lo sería.

La tristeza me abatió. Me quedé callada. Kirtan seguía observándome con atención, como si reflexionara sobre algo relacionado conmigo que no se atrevía a compartir en voz alta. Tal vez pensaba sobre si odiarme valía la pena, en que quizás era el momento de dejar el desprecio en el pasado.

—Y bien... —dijo tras un extenso silencio—. ¿Así que te gusta Darren?

Si hubiera tenido sangre de ángel en la boca, la habría escupido en su cara.

—¡No! —Me reí—. ¿Por qué piensas eso?

—Ya sabes, el beso... —Se incomodó.

—Ya te dije que lo besé para comprobar si a él le pasaba lo mismo que a ti.

—Pero no me dijiste si te gustaba o no.

—Pues no, no me gusta. —Decidí que podría jugar un poco—. O puede que sí, quién sabe.

Saboreé la rabia que emanaba Kirtan. Si no sentía nada más que odio por mí, ¿por qué parecía estar celoso?

—No juegues con él —rezongó, su voz volvió a ser fría y amenazante—. Ustedes, los ángeles, aman jugar con los sentimientos de la gente.

"No soy un ángel".

—¿Y los infernales no? —inquirí de mala gana.

"¿Y tú no?".

—También, pero no por elección propia. Los ángeles, en cambio, son malos porque eligen serlo, no porque sea su naturaleza.

Me negaba a creer que los ángeles fueran tan malos como rezaba Kirtan. No conocía a ninguno todavía, solo a Zion, el híbrido entre ángel y humano, pero me costaba imaginar que todos fueran seres despiadados y arrogantes como eran descritos por mi entrenador. La gente mala existe en todas partes, sea cual sea su raza o esencia.

Kirtan, por su parte, podía ser muy cruel cuando se lo proponía. Nos conocíamos hace nada y ya me lastimó como nadie.

Él, sin duda, también era malo.

Infernal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora