C7. Cambios.

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Ashton


Salí del salón luego de que sonará el timbre a través de la bocina y me dirigí hasta la cooperativa para comprar algo de almorzar.

Pedí un café y una dona de chocolate, pagué y busqué una mesa disponible con la mirada. Después de una ardua tarea de búsqueda, encontré una cerca de donde me encontraba así que me acerqué hasta ella. Dejé mis cosas en la mesa y me senté en uno de los extremos.

A los pocos minutos recibí una llamada de papá, miré extrañado la pantalla unos segundos y mi celular volvió a sonar. Contesté confundido.

— ¿Hola? ¿Papá? ¿Qué ocurre? —dije en cuando deslice el dedo a través de la pantalla.

— Tenemos un problema —respondió con la voz temblorosa— Lo siento, lo siento.

Escuché como absorbió por la nariz y me imaginé lo peor.

— Papá, respira —intenté calmarlo—  ¿Qué tipo de problema?

Pensé lo peor. Un accidente. Algo les ocurrió.

— Tú y mi abuela están bien ¿verdad?

Silencio. Sólo se escuchaban unos sollozos a través del teléfono. Mierda.

— Papá, dime qué está ocurriendo y ahorita mismo salgo al aeropuerto…

— No, no, no. Nosotros estamos bien, es solo que… ya no podremos mandarte dinero a Canadá. De verdad lo siento, la situación se me salio de las manos.

Casi suspire de alivio. Casi.

— Pero… ¿por qué? —indagué.

— Me despidieron hijo. No sé por qué, simplemente me dijeron que ya no podía seguir laborando. Tú abuela tiene unos ahorros pero no podemos vivir de ello, pensamos usar ese dinero para abrir un negocio, pero no tendremos para enviarte nada. Perdóname, te lo juro que en cuando me recupere volveré a enviarte para tus gastos…

Dejé de escucharlo y pensé en soluciones. Entonces una idea se me cruzó por la cabeza, tal vez podría ser un impulso en lo que papá se recupera.

— Papá, detente. Yo puedo trabajar y no está en discusión.

— Pero ¿y tú escuela? Te costó mucho trabajo entrar a esa Universidad, no puedes dejarla a un lado.

— Y no lo haré, conseguiré un empleo de medio tiempo, pediré horario especial para trabajar en mis horas libres o solo trabajaré los fines de semana. No lo sé, papá. No puedo quedarme de brazos cruzados.

— Ashton, hijo —suspiró— No es necesario que hagas eso, yo no… yo buscaré como solucionar esto…

— Estaré bien —lo corté— Te lo prometo. Solo quiero ayudarte, no quiero ser una carga.

— Ay mi niño —casi podía ver cómo estaba a punto de llorar de nuevo—. Nunca serás una carga para mí, ahora volviendo al otro tema… está bien, te doy permiso de trabajar.

Un monito dentro de mi cabeza comenzó a bailar y a festejar de la emoción.

— ¡Oh por Dios! ¡Gracias, gracias, gracias! —exclamé.— Te juró que no te voy a decepcionar.

Escuché que alguien me llamaba. Miré la hora en mi reloj de muñeca. Mierda, faltaban cinco minutos.

— Tengo que irme, papá. Mándale un saludo a mi abuela y dile que la amo demasiado. A ti también, nos vemos.

— También te amo, cuídate —y colgó.

Tomé mis cosas a toda velocidad y regrese a pasos rápidos hasta el salón, en el camino casi me caigo, pero logré sostenerme a tiempo.

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