Soy Ron weasley II

Capitulo 10

Maratón /01

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Al entrar la profesora Sprout estaba en el centro del invernadero, detrás de una mesa montada sobre caballetes. Sobre la mesa había unas veinte orejeras. Cuando ocupamos nuestro sitio, la profesora dijo:

—Hoy nos vamos a dedicar a replantar mandrágoras. Veamos, ¿quién me puede decir qué propiedades tiene la mandrágora?

Hermione alzó la mano con rapidez 

—La mandrágora, o mandrágula, es un reconstituyente muy eficaz —dijo Hermione en un tono que daba la impresión, como de costumbre, de que se había tragado el libro de texto—. Se utiliza para volver a su estado original a la gente que ha sido transformada o encantada.

—Excelente, diez puntos para Gryffindor —dijo la profesora Sprout.

Hermione me vio con una sonrisa victoriosa

—. La mandrágora es un ingrediente esencial en muchos antídotos. Pero, sin embargo, también es peligrosa. ¿Quién me puede decir por qué?.

Esta vez alce la mano como si tuviera un resorte en el trasero

—El llanto de la mandrágora es fatal para quien lo oye —dijo respondí instantáneamente.

—Exacto. Otros diez puntos —dijo la profesora Sprout. 

Esta vez yo le di una sonrisa y le saque la lengua de paso

En tu cara 

—.....Bueno, las mandrágoras que tenemos aquí son todavía muy jóvenes..-- prosiguió señalando una fila de bandejas hondas, que tenian un centenar de pequeñas plantas con sus hojas de color verde violáceo.

—Ponganse unas orejeras cada uno —dijo la profesora Sprout.

Hubo un forcejeo porque todos querían coger las únicas que no eran ni de peluche ni de color rosa.

Yo claro escogí una de peluche ni que me fuera a morir por ponerme una

—Cuando les diga que se las pongan , asegurense de que sus oídos queden completamente tapados —dijo la profesora Sprout—. Cuando se  las puedan quitar, levantaré el pulgar. De acuerdo, ponganse las orejeras.

Diciendo eso la profesora Sprout se puso unas de color rosa, se remangó, cogió firmemente una de las plantas y al sacarla en lugar de raíces, surgió de la tierra un niño recién nacido, pequeño, lleno de barro y extremadamente feo. Las hojas le salían directamente de la cabeza. Tenía la piel de un color verde claro con manchas, y se veía que estaba llorando con toda la fuerza de sus pulmones.

Sorprendente 

La profesora Sprout cogió una maceta grande de debajo de la mesa, metió dentro la mandrágora y la cubrió con una tierra abonada, negra y húmeda, hasta que sólo quedaron visibles las hojas. La profesora Sprout se sacudió las manos, levantó el pulgar y se quitó ella también las orejeras. tiró de ella con fuerza.

—Como nuestras mandrágoras son sólo plantones pequeños, sus llantos todavía no son mortales —dijo ella con toda tranquilidad, como si lo que acababa de hacer no fuera más impresionante que regar una begonia—. Sin embargo, los dejarían inconscientes durante varias horas, y como estoy segura de que ninguno de ustedes quiere perderse su primer día de clase, asegurense de que tengan bien  las orejeras para hacer el trabajo. Ya les avisaré cuando sea hora de recoger.

–.... Son cuatro por bandeja. Hay suficientes macetas aquí. La tierra abonada está en aquellos sacos. Y tengan mucho cuidado con las Tentacula Venenosa, porque les están saliendo los dientes.