Puedes tomar mi mano.

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N/A:
Capítulo nuevo dado a que me subió la inspiración durante mi vuelo de 11 horas, y que mi cumpleaños me pone de buen humor. ¡Espero les guste!

Parte 3:
Puedes tomar mi mano.

Para la chica con el cabello recogido, la escena era un tanto confusa y hasta... ¿burlesca? Dominique analizaba fijamente a la chica de la otra mesa, quien al verse en su rango de visión, se sonrojaba más. Aquella vergüenza y nervios de la chica de ojos ambares le causaban gracia al barista, quien seguía molestando a la tal Jeanne. Por su parte, Noé estaba incómodo e irritado al ver la gran conexión que tenía aquel par. Dubitativa, carraspeo para llamar la atención del mesero. Al conseguir su mirada aun divertida por la situación, levantó un poco su menú, tratando de darle a entender que quería ordenar ya. Captando el mensaje silencioso, el barista se acercó para recibir la orden aún sin dejar de reírse.

Sintiéndose feliz por haber roto aquella escena tan rara, ordenó un chocolate caliente y un pie de queso. Dominique, sintiéndose nerviosa por no saber ni que ordenar -puesto que ni tiempo tuvo de ojear el menú- pidió un té de limón junto a unas magdalenas. Y el único chico de la mesa, pidió que le trajera lo mismo de la última vez, recibiendo una sonrisa de satisfacción por parte del barista.

Cuando Vanitas se retiró, un silencio incómodo llenó su ausencia. La chica de hebras rosadas removía su té como si fuese una pócima azucarada. Noé estaba perdido viendo al barista preparando los pedidos de varias mesas. Y la chica de largo cabello seguía en su misión de reconocer a la chica. Labor que dio fin al soltar un "¡Ajá!", junto a un manotazo a la mesa.

— Eres la chica que trabaja en la biblioteca, ¿no? — cuestionó a la chica, que con sorpresa y un gran rubor cruzando su faz, asintió tímidamente.

— ¿Cómo...? — quiso preguntar, pero fue interrumpida por la otra chica que adivinó sus pensamientos.

— Reconocería a la única chica linda que se dignó a enseñarme donde estaban los libros de economía en esa gran y aburrida biblioteca. — explicó con una sonrisa sincera.

Jeanne sin saber que contestar, solo atinó a ponerse más roja. ¿Le dijo linda? ¿Realmente lo pensaba o lo dijo por ser amable? Solo pensar que aquella atractiva chica la consideraba linda la ponía aun más nerviosa.

— ¿Se conocen? — interrogó Amelia, salvando a la pobre chica de pelo rosa.

— No exactamente... ¿Te recuerdas que hace unos días Verónica me pidió que fuera a buscarle unos libros de economía a la biblioteca? — comenzó a relatar, haciendo énfasis en que Verónica básicamente le había ordenado ir. — Esa biblioteca es gigante, y no tenía ni idea de donde empezar a buscar. Así que fui a preguntarle a los empleados si podían decirme donde era. Ninguno se dignó a decirme pero ni "Buenas tardes". Casi me marcho a buscarlos yo sola, pero esta chica apareció con un carrito lleno de libros diciendo que justamente iba para allá. Sin ella habría pasado todo el resto de la tarde buscando. — terminó su relato mientras dejaba escapar un suspiro de alivio.

— Comprendo lo que es estar en esa situación, y como yo iba para allá, no dude en guiarla. — murmuró con vergüenza Jeanne, quien había desviado la mirada al saber que lo que dijo fue una mentira.

En realidad, ella se quedó pasmada viendo a la chica que parecía una modelo, o una actriz famosa por su gran belleza. Y ver como sus compañeros ni le ponían atención le hirvió la sangre, así que agarro un pequeño carrito con libros e inventó que se dirigía al pasillo de economía en el ala norte. Después de dejar a la chica, casi se le cae la cara de vergüenza al leer que los libros que llevaba empujados eran de astronomía y ciencias naturales que pertenecían al ala sur.

Café Lune | Vanoé/NoevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora