Caótico rencuentro.

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N/A:
Logré terminar bastante rápido este capítulo, y ya estoy trabajando en el siguiente :) Así qué tal vez dentro de unas cuantas semanas que lo termine podrán leer la parte 5. Como siempre, espero que lo disfruten.

Parte 4:
Caótico rencuentro.

Los últimos días transcurrieron con una
extraña sensación de intemporalidad,
había pasado tanto y a la vez tan poco, tan
solo 8 días bastaron para que el mundo
de Vanitas se pusiera de cabeza.

Como era costumbre durante el periodo pre-parciales, se la pasaba encerrado entre cuatro finas paredes con la cabeza metida en varios libros de anatomía, bioquímica y demás materias científicas. Mientras se alimentaba de aire y café, y jugaba a la ruleta rusa con Morfeo. Luego venían las largas e infernales horas de exámenes, y viajes en metro donde por poco caía desmayado en su sitio. Y finalmente, vería la luz al llegar el viernes.

Normalmente, llegaba y tiraba su mochila al sillón, y se tiraba a su cama a desmayarse por 18 horas seguidas, antes de que el despertador le recordara que tenía que estudiar para los últimos exámenes que tenía.

Y ese era su plan, hasta que fue interceptado por una figura borrosa fuera de su apartamento. Ni se dio cuenta de en que momento su rango de visión había disminuido hasta el punto de ver en túnel imágenes borrosas. Ni cuando los sonidos se distorsionaban en el aire. O cuando su cuerpo pareció apagarse frente a su puerta, con las llaves en la mano.
Tal vez era la costumbre, no sería la primera vez que se despertaba frente a la puerta de su apartamento. La señora del apartamento continuo al encontrarlo le ponía una manta (al ser un cuerpo inamovible para la pobre anciana), y le dejaba una cajita con comida casera.

Trató de descifrar la identidad de la persona que le zarandeaba, pero a este punto eso era misión imposible, por lo que creyendo que era algún vecino, le murmuró que lo dejara recostarse en el suelo y que estaría bien.

Noé todavía no podía creer cómo estaban saliendo las cosas. Esa mañana, metió algunos ingredientes para cuando fuera a visitar al barista a su apartamento. Aunque le costara la vida, lo obligaría a comer como la gente. Pasó todo el día creando distintos escenarios posibles en su mente, siendo regañado en varias ocasiones por Amelia.
Casi salió corriendo del trabajo en dirección al apartamento del menor. Descubriendo que vivía en un sector no tan alejado de la facultad de medicina, pero lo bastante de su trabajo. No es como si aquello fuera diferente de su caso, él también vivía lejos de su trabajo.

La fachada externa era igual de adornada que los demás edificios antiguos de París. Y al interior, no habían grandes pasillos o jardines como se acostumbraba a encontrar en los prestigiosos edificios parisinos. Este a penas tenía dos recamaras separadas por una puerta con código. En la primera se encontraban los buzones, y en la segunda las escaleras y el pequeño elevador, además de una puerta que seguramente conducía al basurero. Al acercarse al elevador, notó con estupefacción que este requeria una llave para poder usarlo. Sin dejarse perturbar por tener que subir 5 niveles, se dispuso a subir las estrechas escaleras.

Al llegar al último piso, estudió detalladamente las instrucciones en el papel que le había dado Dante, y casi le da algo cuando notó la vaga descripción "puerta hasta al fondo a la izquierda". Al fondo del pasillo, habían dos puertas. Trato de inspeccionar espacio entre las puertas, con la falsa esperanza de encontrar un detalle que le indicara la puerta correcta (como si en el timbre había un nombre), pero eran exactamente idénticas. Si este se hubiese inclinado a analisar las cerraduras, se habría dado cuenta que una de ellas contaba con varios raspones al rededor de donde se insertaba la llave, delatando a su propietario. Solo pudo pensar que tenía un 50% de probabilidades de acierto, en cualquier caso esperaba que el o la vecina le perdonara su error.

Café Lune | Vanoé/NoevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora