Marisol

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Lo que hoy es Toledo, España; año 1438

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Lo que hoy es Toledo, España; año 1438.

Nacida en una familia de clase medianamente acomodada en esa España de la edad media, Marisol creció con ciertas ventajas que la mayoría de niños en ese pequeño pueblo no poseían. En su defecto, ella podía darse lujos de vez en cuando, como ropa. Aunque, hay un espacio particular que era el equivalente a ese amor prohibido, ¿y de qué se trata? Libros, sí, por muy ridículo que suene, haber nacido de cierta manera le impidió acercarse a ellos y aprender.

Desde niña y hasta adulta joven, Marisol disfrutaba de pasar horas enteras mirando el estante, sin poder tan siquiera tocarlos. Apesar de no poder leer ni un párrafo, disfrutaba los diseños tan bellos y ese olor a nuevo que se desprendía cada vez que llegaban otros.

ㅡMarisol, tengo cinco minutos mirándote cómo idiotaㅡreclamó su hermana, Marianela.

ㅡDisculpa, pero sabes muy bien que este es mi tiempo de relajaciónㅡmantuvo su mirada fija.

ㅡMamá y yo te hemos dicho incontables veces que dejes ese capricho tuyo por leer, sumar, restar o cualquiera de esas cosas que desees hacer, es peligroso y lo sabes, ¿te digo cuántas mujeres ejecutaron este mes?ㅡ.

ㅡVosotras os preocupáis demasiado, ¿no crees?ㅡ.

ㅡMarisol, si lo hacemos es por tu bien, entiéndeloㅡle arrebató el libroㅡbasta. Mamá pidió que vayas por los vegetalesㅡdejó monedas.

ㅡOkayㅡMarisol se levantó, poniéndose un abrigo delgado de color gris oscuroㅡahora vuelvoㅡagarró el puño de monedas y salió de su casa, recorriendo el pueblo entero, hasta dar con los puestos de frutas y vegetales.

Mientras contaba el dinero que le fue otorgado, en medio de su distracción, volteó hacia una esquina, de dónde provenían gritos agudos, acompañados por uno que otro chillido, por quinta ocasión en menos de una semana, los ladronzuelos que suelen acercarse atacaron a unos niños que no deben sobrepasar los once años. A Marisol no le simpatizan del todo los infantes, pero eso no quita que le haya indignado ver tal acto tan cobarde.

ㅡ¡Oigan, imbéciles! Métanse con alguien de su tamaño, dejen a esos niños en pazㅡgritó, aún sabiendo el riesgo que eso llevaría.

ㅡ¿Qué carajo?ㅡUno de ellos alzó su miradaㅡuh, oye hermosa, ¿no crees que una dama cómo tú debería ser más educada?ㅡ.

ㅡ¿Un ladrón viene a hablarme de lo que es educación? ¡Váyanse al diablo! Debería darles vergüenzaㅡayudó a los dos menores a levantarse.

ㅡPero reina, no te pongas asíㅡ.

ㅡ¡Suéltame!ㅡSe liberó del agarreㅡa la próxima que los vea por aquí van a terminar muertos, se los adviertoㅡ.

ㅡUy, qué miedoㅡdijo el otro, de manera burlesca.

La castaña tomó un enorme trozo de madera que estaba tirado en la arena y los amenazó con ello, sólo así podían irse corriendo cómo los viles cobardes que son.

Ghostverse (I): Todos Tenemos Una HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora