Oliver William Clark

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Toronto, Canadá; año 1993

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Toronto, Canadá; año 1993.

Una frase muy común es; los hijos son bendiciones. Pero, siendo realistas, no es siempre y tampoco para todos.

ㅡ¿Y ahora qué carajo vamos a hacer?ㅡ.

ㅡ¡Van a hacerse cargo del niño! Es su responsabilidadㅡGritó el señor Meyer.

Oliver desde que tuvo memoria supo que fue un hijo no deseado, Kiara se encargó de recordárselo en cada oportunidad. No sé autopercibía de otra manera; un estorbo, un accidente.

Las cosas mejoraron cuando comenzó a ir al colegio, no era popular ni de los que todo el mundo buscaba, pero tampoco lo trataban mal, se podría decir que pasaba cómo cualquier otro estudiante, el único problema fue que realmente prefería estar en el instituto que en su propia casa.

A sus ya trece años, perdió toda esperanza de saber algún día el sentimiento de que sus padres le dijeran un simple "te amo", se resignó con la idea de esperar a cumplir los dieciocho y así, poder irse. Aunque, a pesar de todo, él realmente no los odia ni le gustaría que les pasara algo malo, en el fondo, siempre los ha querido...

...

Entre sueños, apreció el sonido del timbre. Abrió los ojos, un tanto confundido, preguntándose quién podría haber venido tan temprano en un fin de semana. Nadie suele visitarlos, a menos que sean vecinos o familiares...¿Familiares? ¡Claro!

Pensando en quiénes serían, fue corriendo a la puerta para abrir, tal como lo esperó, vió a sus abuelos después de tanto tiempo.

ㅡHola cariño, ¿podemos pasar?ㅡ.

ㅡ¡Sí!ㅡSe apartó para que pudieran entrarㅡ papá y mamá no están, tuvieron que salirㅡ.

ㅡTe trajimos un pastel de carneㅡ.

ㅡ¡Sí! GraciasㅡSostuvo la bandeja y fue al comedor, a decir verdad, tenía bastante hambre.

ㅡ¿No te dejaron nada para comer?ㅡ.

ㅡDijeron que me darían dinero para pedir algo pero no lo encontréㅡ.

Los señores Meyer se miraron entre sí, resultó más que claro, el estado de Oliver iba de mal en peor, lejos de tratarlo mejor, le hacían el doble de daño. Consideraron quedarse y hablar seriamente con ellos una vez que llegaran, eso terminaron haciendo.

A esas horas, Oliver ya había "ido a dormir", pues desarrolló la mala costumbre de escuchar cada conversación que tuvieran, aunque eso terminara en lo mismo de siempre; él sintiéndose herido por milésima vez. Se cubrió hasta el cuello debido al intenso frío de Toronto, e intentó no quedarse dormido sin oír por lo menos una parte.

Cómo suele pasar en sus visitas, ni siquiera les dieron la bienvenida cuando entraron, prefirieron ir al grano y comenzar a reclamar, esta vez, el hecho de que no tuvieron la mínima molestia de asegurarse que él comiera, ya han hecho acciones horribles en el pasado, pero para los señores Meyer, eso simplemente ya era sobrepasar cualquier límite, y no pensaron permitirlo. Ellos se defendieron con la misma táctica; diciendo que él les arruinó la vida, que mejor lo hubieran dejado en un orfanato, y bueno, cosas que ya escuchó antes.

Ghostverse (I): Todos Tenemos Una HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora