Parte 37

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Michael

Cuando escuche el disparo sentí que mi corazón se detenía, cuando me gire y mire a Amy. Me mundo completo de derrumbo a mis pies.

Corrí hacia ella y la tomé entre mis brazos mientras caía al suelo. Los demás sacaban a Eleanor arrastras, le encargue a Frank que buscara a mi hija mientras yo trataba de que Amy no cerrara los ojos, tenía un disparo en su estómago.

Con una de mis manos hacia presión en la herida, ella se quejaba del dolor en mis brazos mientras la sangre corría por mis dedos. Cuando escuche el llanto de mi hija por fin no importo nada más, tome a Amy entre mis brazos y corrí la escalera a toda prisa.

Sentí el preciso momento cuando ella se desvaneció en mis brazos, estaba desesperado, veía los carros de policías por todos lados, escuchaba la sirena de una ambulancia cerca, corrí y corrí tratando de llegar a ella con Amy entre mis brazos.

Cuando se detuvieron y me la quitaron de mis brazos estaba temblando, esto era una maldita pesadilla.

— Ha perdido mucha sangre – dice alguien mientras la acuestan en una camilla – no tiene pulso.

La paramédico me mira mientras el resto se prepara para reanimarla.

— Necesitamos llevarla al hospital – dice tratando de cerrar la puerta.

— Necesito ir con ella – digo llorando

— No puedo llevarte aquí, necesito todo el espacio posible para reanimarla, pídele a un oficial de policía que siga la ambulancia.

Las puertas se cierran y la ambulancia se va.

Me quedo a mitad de la calle, mis rodillas ceden y caigo al suelo llorando. Algo en mi se rompe, me pongo de pie furioso y camino a la casa, veo a Karen junto a mi hija a un costado tratando de jugar mientras trato de hacerme camino a la casa.

— No – dice Karen tratando de alcanzarme – Michael, tu hija te necesita, no hagas alguna estupidez.

No le hago caso y entro, justo en ese momento veo como los oficiales detienen a Alaska y Emma, otro sube con Eleanor mientras ella sonríe cuando me ve.

— ¿Se murió? – pregunta riendo como loca

Tomo el arma que escondía en mi espalda y la apunto, mientras los oficiales tratan de calmarme.

— Mátame – dice riendo – mátame de una vez y así termino mi trabajo en el infierno. Tu zorra maldita se pudrirá el resto de su vida en el infierno junto conmigo, mátame.

Aprieto el gatillo y le disparo, un grito de dolor sale de su boca mientras cae al suelo.

Suelto el arma cuando los oficiales llegan a mi lado,

— No soy un asesino, no tengo la mente tan podrida como tú, matarte seria un premio, lo que te mereces es pudrirte en la cárcel tú y tus malditas cómplices, me voy a encargar de que se pudran en la cárcel por el resto de sus vidas de mierda.

— Michael – dice Alaska – no me puedes hacer esto, cariño sabes que solo es un juego.

La miro sin creer lo que dice, un juego, la vida de mi hija y de la mujer que amo es solo un juego.

El jefe de policía me saca de la casa mientras los demás auxilian a Eleanor.

— No te diré nada, si yo estuviera en tu lugar le hubiese puesto un disparo entre ceja y ceja. Vamos al hospital ahora, llevemos a tu pequeña para que la revisen,

Asiento con la cabeza mientras Karen viene con mi hija y nos subimos al auto del jefe de policía.

— ¿estas bien? – pregunta Karen

— Sí ¿Cómo esta Michelle? – pregunto por primera vez

— Está bien – dice sonriendo mientras mi hija duerme entre sus brazos. – Frank ya se encargo de lo suyo, todo estará bien.

Dice sin decir más, me alegro de que ellos hayan escapado. Solo nos quedamos Karen y yo antes que la policía entrara en la casa.

Cuando llegamos al hospital el oficial pregunta por Amy y le dicen que está en pabellón.

Mientras esperamos más información, realizamos los chequeos necesarios a Michelle.

— La nena esta super bien, no tiene heridas o moretones, esta bien en su peso, han cuidado bien de ella. – dice la doctora – quizás sean un poco perturbadores para ella estos días, por lo que les recomiendo que tengan paciencia, fue mas de un mes lejos de ustedes.

— Gracias – dice Karen mientras le coloca la ropa a la nena.

— Necesito salir de aquí – le digo despacio – siento que me estoy ahogando.

— Todo saldrá bien, Amy volverá a casa pronto – dice mientras me acaricia el brazo. – ahora debes ocuparte de tu hija, ella también te necesita. Es lo que Amy hubiese querido.

— Lo sé, se supone que sería yo quien se hiciera el héroe no ella – digo tratando de sonreír.

— Ya sabes como es, le encanta siempre llevarte la contra.

Las horas se hacen infinitas, Isidora y los padres de Amy llegan junto con Sara horas mas tardes. Todos se hacen cargo de mi pequeña hija mientras yo no dejo de pensar en Amy.

Han pasado mas de cinco horas, cuando el médico por fin sale a darnos noticias.

— Familiares de Amy Miller – pregunta

Nos ponemos todos de pie esperando las buenas noticias.

— Buenas noches, Amy se encuentra en riesgo vital. Pudimos sacar la bala, pero perdió mucha sangre.

— ¿Estará bien doctor? – pregunta la madre de Amy – ¿mi bebé estará bien?

— Estamos haciendo lo posible, pero gracias a dios el feto no sufrió daños, los dos están estables.

— ¿el feto? – pregunto sin saber de qué está hablando

— Sí, su esposa está embarazada. ¿no lo sabían?

— No – decimos todos a la vez.

— Tiene tres meses de gestación, el feto esta en perfectas condiciones.

Nos quedamos en silencio sin saber que decir, jamás me imagine que nos dirían algo así.

— Volveré en unas horas con más información, si son creyentes les pido que hagan una oración por ella.

— Embarazada – dice Isidora riendo – es todo lo que necesita para seguir luchando por su vida.

— Necesitas descansar – dice Sara a mi lado – por que no te vas al hotel. Michelle también necesita descasar.

— No quiero moverme de aquí, por si ella pregunta por mí.

— Cariño ve a dormir, volvamos dentro de unas horas.

— Deberías hacerle caso a Sara – dice Karen – todos necesitamos descansar.

— Vayan ustedes, no me moveré de aquí.

Todos asienten en silencio, me abrazan de a uno mientras comienzan a irse. El ultimo en acercarse a mi es el padre de Amy.

— Estoy feliz de que mi hija te haya escogido – dice mientras pone su mano en mi hombro – eres un gran hombre, por favor nunca la dejes.

— No lo hare – digo sin dudarlo – ella es todo lo que necesito para ser feliz.

Asiente y se pone de pie, me da un rápido abrazo y se marcha.

Jamás dejare a Amy, es el amor de mi vida, con ella soy feliz y no necesito más, mi pequeña familia es todo lo que necesito. 

Enamorando al ENEMIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora