Parte 38

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Amy

Cuando despierto me duele todo, el dolor en mi vientre me hace llorar, me acomodo en la camilla del hospital y veo a Michael durmiendo en el sillón cerca de mi cama.

Abre los ojos y me mira con una sonrisa en su cara, sonrió en respuesta mientras se pone de pie y se acerca a mí.

— Despertaste al fin – dice besando mi cabeza - ¿Cómo estás?

— Me duele todo – digo suspirando – ¿cuánto tiempo estuve dormida?

— Dos días, pero todo esta bien.

— ¿y Michelle?

— Esta en casa con tu madre.

— ¿y Eleanor?

— En la cárcel, donde debe estar junto con Alaska y Emma.

Suelto un gran suspiro al escuchar eso.

— Nena – dice Michael tomando mis manos – hay algo de lo que debo hablarte.

— ¿pasa algo con nuestra hija?

— No, no la pequeña esta bien.

— ¿entonces? – pregunto preocupada

— ¿quizás sea buena idea buscar al médico?

— Michael – digo regañándolo – habla de una vez.

— Vamos a hacer padres otra vez – dice besando mis manos.

— Ok, no estoy entendiendo nada.

Él se ríe negando con la cabeza, suelta una de mis manos y presiona el botón de la enfermera.

— Estas embarazada cariño – dice de pronto

Me quedo en shock tratando de procesar la información, la enfermera entra en ese momento con una gran sonrisa.

— Buenos días, Amy ¿Cómo te encuentras?

— Estoy confundida, mi novio acaba de decirme que estoy embarazada ¿Cómo podría estar?

— Lo entiendo es un poco confuso, pero si tienes tres meses de embarazo, el disparo no toco ningún órgano, solo perdiste un poco de sangre, el doctor hizo lo necesario para que los dos estuvieran bien.

— Sigo sin poder creerlo – digo anonadada – ¿en qué momentos pasamos de no poder tener hijos a tener dos?

Pregunto riendo

— Los milagros existen nena, es por eso por lo que estás aquí. Yo digo que deberíamos casarnos.

— Estás loco – digo haciéndolos reír a ambos.

— ¿Por qué? yo lo veo factible. ¿Qué cree usted enfermera? No debería esta mujer por fin aceptar que el resto de nuestras vidas es estar juntos.

— Aja – digo dándole un manotazo – me quieres embarazada y descalzo en tu casa ¿no es así?

— En nuestra casa nena, todo lo mío es tuyo.

Salimos del hospital días después, volvemos a casa. Cuando llego entro directo a dónde está mi pequeña hija, esta mas hermosa que la ultima vez que la vi. Su cabello ha crecido y tiene ondas, ya da sus primeros pasos. En cuanto me ve trata de caminar hasta a mí.

Lágrimas de felicidad salen de mis ojos, estoy tan feliz de tenerla de vuelta.

— hola – digo poniéndome a su altura.

Enamorando al ENEMIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora