Capitulo 6

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Jade

—Lo mataste, Jade. —dijo Santiago mirando el cuerpo de Arice.

—Bobo, aún tiene signos vitales. —dije zarandeando a Arice pero no se inmutaba. —¿Qué hacemos con él?

Me sonríe con complicidad, —¿No te gustaría vengarte por lo que te hizo?

—Supongo.... ¿Qué planeas? —quise saber incorporandome en el suelo con las piernas cruzadas.

—¿Y si lo dejamos pegado a un poste? —sugiere entusiasta.

—Buena idea.

Santiago y yo lo tomamos de cada lado del cuerpo para subirlo al auto, pesaba demasiado. —¿Por qué siento que estuviese cargando con un muerto? —jadea arrugado la cara al abrir la puerta de un punta pie.

—Porque este idiota lo es. —jadee empujandolo, casi se caía, —Cuidado, se muere y vamos presos.

Jadeante lo subimos al auto. Inspiró hondo y me subo en el puesto de copiloto y Santiago empieza a manejar. La vista de la playa es maravillosa, pero tener a el cangrejo aquí es lo que lo vuelve tedioso. Suspiro mientras veo al señor Mark a lo lejos acercarse a la orilla, con un par de pesqueros mas, me percató de que han agarrado buen pescado y otros mariscos, como diría él...

Lo suficiente para un solo día. Adora el pescado, a mi me gusta, pero no me atrevería a darme ciertos excesos ya que el pescado como tal si lo como continuamente me asquearia.

Oímos murmullos atrás. Santi y yo nos miramos.

—¿Esta despertando? —sisee dándole una ojeada. Se movía solo un poco mas sus ojos no se abrían.

—Dale otro puñetazo. Anda. —insta ladeando la cabeza mientras parquea el auto cerca de un poste.

Me muerdo el labio y me bajó para sersiorarme de que aún siga inconsciente. Pongo mis brazos en jarras, mientras Santi se apoya en la puerta abierta vacilante.

—Vamos, noquealo, Jade.

—¿Estas loco? —ojeo a Arice, es que no podría hacerlo. Y no porque sin querer lo deje inconsciente, sino que lo lesionaria y prefiero evitarme alguna multa por pegarle al hijo del dueño de este pueblo. —Ayúdame a bajarlo antes de que se despierte...

Arice se abre los ojos de golpe y toma mi brazo desprevenida, —¡Mierda, Santiago, mi brazo!

Santiago empieza a caminar de un lado a otro, entrando en pánico, —¡Tiene tu brazo, carajo! ¡Te dije que lo noquearas!

—¡Tirale algo, no te quedes ahí! —instó molesta, el susodicho no me suelta. —¡Mueve-!

Cierro los ojos con fuerza al sentir un objeto pasarme con gran velocidad por la cara. No puedo medir la velocidad a la que va, pero si puedo asegurar que lo suficiente para dejarlo noqueado de nuevo. Logro safarme de Arice, limpiandome el brazo como si un bicho me hubiera dejado algo ahí.

—¿Ves que no era mala idea? —asegura.

—Ya, amarremoslo.

—Dejemoslo en shorts. —sugiere y asiento.

Tomo a Arice del brazo para sentarlo, Santiago le quita la camisa y yo saco la cinta adhesiva para amarrarlo al poste, junto con Santiago luego de haberlo dejado en shorts. Arice mantiene con la cabeza gacha. Parece un tamal amarrado en ese poste.

—¿Qué haremos cuando despierte? —me pregunta.

Me cruzó de brazos, —¿Lo has noqueado y no sabes que mas hacer Santiago? No es lógico.

12 Meses para empezar de cero. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora