Capitulo 8

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Jade.

Me encontraba en casa del señor Mark. Debo confesar que me impresiona lo pequeña que es, todo parece quedar en un solo sitio solo que esta dividido en espacios reducidos. Él dice que esta casa para estar solo es cómoda, añadiendo que le ahorra mucho el caminar tanto de un lado a otro. Luego de la cena, nos sentamos los dos a jugar parques, se puso sus lentes y muy apesar de que decía que había olvidado cómo se jugaba, me llevaba la delantera.

Santiago tuvo que irse apenas terminó de cenar porque debía cuidar su puesto, no vaya a ser que lo despidan. Me preocupan una cosa fundamental que no he podido sacarme de la cabeza, ¿Qué hace mi ex mejor amiga aquí? No la he vuelto a ver desde ayer, que fue al local y es estresante saber que esta aquí y que en cualquier momento me la encontraré.

—Esta ficha sale. —dice Mark con emoción al sacar la tercera ficha. Resoplo. Ha sacado un doble y la última ficha la tiene en la casa, si saca el número que necesita, sale y gana. Me recline en la silla molesta, el río, —No te enfades, mija, es solo un juego.

Rodé los ojos, —Eso me dijo antes de empezar y me ha ganado dos rondas, no es justo, señor Mark.

—Nada lo es. —murmura soplando los dados para luego lanzarlos en el tablero. Hago una mueca de emoción al ver que no salió, —Ahí si estas contenta.

—Aún no puedo cantar victoria. —aseguré con una sonrisita cuando los lancé y saque mi ficha. —¿Ve? Me faltan dos que ni siquiera estan en la casa.

Él volvió a lanzar y sacó su ficha, resople, —He ganado. —dijo poniéndose de pie, —Traeré un tinto. ¿Quieres uno?

Me cruce de brazos, —Bueno. Recogeré esto entonces. —avisé antes de ponerme de pie y guardar el juego.

El señor Mark volvió con ambas tazas de café. Ubique dos sillas afuera, mientras desde aquí veíamos el mar, estaba precioso, de tal manera las olas chocaban entre sí creando un sonido hermoso.

—Hace un bonito atardecer. —comentó Mark al beber un sorbo de su café.

Asentí, —Le quedó muy bien el café señor Mark, últimamente sus dotes en la cocina me dejan sorprendida.

—¿Te deja sorprendido que un pesquero cocine? —se ríe ronco, y tose un poco.

—El que sea pesquero no quiere decir automáticamente que sepa cocinar.

Él suspira y le doy un sorbo a mi café, —Mas o menos si lo es porque en aquellos tiempos que salían las embarcaciones, con mis camaradas debíamos turnarnos para cocinar.

—¿Hace cuánto estuvo en ello? —quise saber.

—Hace quince años.

—Es reciente.

—¿Por qué te surgió esa idea loca de viajar por todo el mundo y quedarte un mes? —inquirió en tono gruñón, —Mija, ¿Usted sabe cuanto dinero podría ahorrarse si se establece en un solo lugar?

Me reí moviendo la taza entre mus manos, —Si me quedará en un lugar no sabría lo que es vivir diferente cada mes del año. Vivo doce vidas, eso lo hace especial.

Carraspea, —¿Y si pudieras elegir en quedarte en una cuál sería? —nunca lo había pensado.

—En la que sea rica.

Me eché a reír y él meneo la cabeza como si no tuviera remedio.

—¿En todas no lo eres? —esbozó una sonrisa.

—En esta no. Nunca había sido tan pobre como en esta. —resople

—Es el Karma que pagas por gastar tanto dinero en un país y otro.

12 Meses para empezar de cero. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora