Capitulo 26

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Jade.

Abro mis ojos, me encuentro en una habitación de hospital. El aire gélido me cubre la nariz, sin embargo refresca mi cuerpo, la vista al inicio la hallo borrosa sin embargo a medida que los abro dimensiono con mas claridad la instancia que me resguarda. Bostezo y sonrió al ver a Arice en el sofá, con una cobija que no alcanza a cubrir ni la mitad de su cuerpo, su cabello medio rojizo y crespo le cae a los costados de la cara, sus pestañas caídas sobre sus mejillas mientras su respiración se ranteliza a medida que respira. Se ve cansado y lo suficientemente atractivo para besarlo.

Me levanto de la cama medio mareada y con un dolor de cabeza que me incomoda al principio por lo que suelto un quejido de dolor lo suficientemente suave para no despertarlo, sin embargo es en vano porque se remueve, se quita la cobija y se sienta a mi lado en la camilla.

—¿Cómo estás? ¿Te duele algo? ¿Tienes fiebre? —me bombardea a preguntas, —Compre algunos medicamentos, uno para cada dolor, realmente los médicos no dictaminaban nada al principio asi que tuve que ir a conseguir lo que mas pudiera...

—Estoy bien. —suspiro, —Pero unas acetaminofen no me acentarian mal para el dolor de cabeza, ¿Cuánto he dormido?

—Unas 12 horas mas o menos. No te quise despertar porque realmente te veías mal ayer. —suspira, —Te traje ramen, hamburguesa, pizza, sopa, vitaminas... ¿Qué se antoja comer?

Lo abrazo de costado, —Te ves cansado, come algo tú.

—Quiero verte bien y luego yo lo estaré.

—Entonces comeré un sándwich de pollo. —mencioné dubitativa, —con cocacola.

El frunce el ceño, —Vas a comer pan lo cual lo convierte en un alimento energético, —comienza a enumerar con sus dedos —luego pollo que vendría siendo un alimento constructor, lo mas viable es que lo balancees con un líquido que regule la alimentación que vas a ingerir, yo te sugiero un jugo de naranja, sin azúcar.

—Sabe horrible.

—Nena, estas en recuperación, te va a sentar bien. La naranja de por sí ya, es dulce. Puedes echarle medio sobre de azúcar pues. —besé su mejilla.

—No sabía que eras nutriologo.

—Pues hago prácticamente de todo, me toca estar preparado para cualquier inconveniente que se presente en la playa. —besa mi coronilla, —y si te enfermas ya sabes soy un todo terreno.

Me mordí el labio, —¿Puedes ser mi novio ahora?

—¿Qué deseas? —susurra cerca a mi boca.

—Que me la metas.

Arice se ríe socarronamente en mi cuello y le muerdo suavemente la oreja, —Eres una pervertida, acabas de enfermar.

—No tengo discapacitada ninguna parte de mi cuerpo.

En ese momento entra el médico, un hombre jóven más o menos de mi edad.

—¿Cómo amaneció la paciente? —dijo mientras miraba la cartilla, me acordé de meg

—¿Cómo está meg? —me apresure a decir, estaba tan ida que olvidé a mi amiga por un segundo.

—Tu amiga se encuentra bien. Ahora tendrás la oportunidad de hablar con ella. —explica, mientras segundos después ne pide que me incorpore bien que va a revisarme la vista —¿Cuantos dedos hay?

—3—contesté él asintió.

—¿Qué tiene doctor? —pregunta mi novio, agarrando mi mano, yo sé perfectamente lo que tengo.

12 Meses para empezar de cero. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora