Davina despertó de golpe. El sonido de la alarma no le había dado revancha a su cansado ser pero había algo que pasó a ser el centro de su atención: A su lado yacía las pruebas de que todo lo que había vivido era cierto. Era Iván que dormía profundamente y siquiera el sonido rutilante del celular lo había hecho inmutarse.
El joven dormía inmóvil, con una respiración pesada y sus piernas enrolladas en las frazadas. Verlo le daba paz y despertaba todas las sensaciones que la noche anterior habían disparado en Davina.
Le fue difícil no pensar en el beso tan impetuoso que se habían dado, pero no podía demorar en ello, primero porque no era nato de ella analizar tanto, y además tenía que cumplir con sus responsabilidades.
Se levantó sigilosa y se llevó de su pieza todo lo que iba a necesitar para prepararse en la habitación siguiente. Tenía que cumplir con su jornada laboral a pesar de las pocas horas de sueño y eso se vio reflejado en su estado poco vital.
Después de haberse ocupado de su higiene básico, se vistió con su uniforme y al estar lista notó lo necesario que era un poco de maquillaje: tapó sus ojeras, iluminó su mirada y le dio color a sus labios. Cuando todo estaba medianamente en orden se dirigió a la salida, pero antes dejó sobre la mesa ratona una copia de sus llaves para que Iván pudiera salir.
Bajó por las escaleras como una luz. Había podido despertarse con la alarma, pero era la última y eso significaba que su puntualidad pendía de un hilo. Sin embargo llegó justo, muy sobre la hora, y se adentró al edificio Valencia con el objetivos de resolver algunos pendientes primordiales que había que tener listo. Le gustaba trabajar allí, tenía todo bajo control y sabía operar varias de las situaciones, pero los problemas personales con su tío le nublaron las razones. Es por ello que había decidido buscar otras oportunidades laborales y tomar un poco de distancia de alguien que le había mentido tanto.
Se fijó una última vez su bandeja de entrada del correo para controlar que algunas de las propuestas a las que se había postulado le contestará mínimamente el gesto. Pero no había señal alguna.
Davina suspiró frustrada mientras se levantaba de su asiento para rodear el escritorio, apoyarse sutilmente y concentrar sus próximos minutos en las llamadas telefónicas pendientes para resolver las cuestiones de alquiler y pagos atrasados. No obstante algo interrumpió su labor.
Lorenzo Valenciano entró como una ráfaga de viento, como esas oleadas que tiran todo a su paso. De repente la pequeña recepción se sentía sin aire.
El hombre de traje azul, lentes oscuros y cabello despeinado se acercó hasta ella con la misma actitud entre dormida que todas las mañanas lo golpeaba. Dejó unas bolsas justo al lado del escritor y se alejó para contemplar los detalles de la recepción.
—Buenos días sobrina —habló con la voz ronca —. ¿Será que está semana me vas a visitar?
Davina con el teléfono aún en su oído le sonrió levemente sin saber que contestar, sin saber cómo tratar a ese hombre que había destrozado su confianza sin siquiera saberlo. Pero prefiero mirar las bolsas que había traído, solo puso divisar mercadería.
ESTÁS LEYENDO
Sobrenaturales《Disidencia》
FantasyLos seres Sobrenaturales siempre estuvieron entre nosotros. Y es que, solo son una pequeña porción de seres humanos que desarrollaron capacidades de control superiores que al resto de nosotros. Davina Valenciano es una de esas minorías cargadas de...