Capítulo 1 - Rastreador cazado

382 67 377
                                    

No muy lejos del centro de la cuidad, Davina Valenciano cargaba unas cuantas bolsas llenas de mercadería que había comprado en un negocio del distrito

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No muy lejos del centro de la cuidad, Davina Valenciano cargaba unas cuantas bolsas llenas de mercadería que había comprado en un negocio del distrito.

Caminó unas pocas cuadras maldiciendo un poco por haber dejado el auto en un estacionamiento que no le quedaba tan cerca como hubiera querido. Entonces el peso de las bolsas, el frío húmedo de pleno Julio y la noche solitaria de las nueve y media, no eran para nada de ayuda.

En cada cuadra que transitaba podía percibir que había algo intenso en las ráfagas del viento. Se avecina un clima alarmante y lo confirmó en el momento en que pequeñas gotas de agua caían sobre ella.

Ya a pocos metros vio la marquesina de neón casi apagada, el negocio y el estacionamiento estaban completamente vacíos, a excepción de autos que solían quedarse allí por las noches cuando una tormenta se acercaba.

Entró al predio medio techado y un nuevo tipo de oscuridad la abordó, caminó lentamente por las filas de vehículos discontinuos mientras maniobraba entre las bolsas para encontrar el celular y las llaves del auto. Cuando divisó los objetos que buscaba abrió el auto y un pitido corto y molesto salió de él. Dejó el peso que cargaba en el asiento de atrás y aprovechó para ojear su celular hasta que escuchó un ruido intenso de un vehículo lejano pero que alarmaba para un distrito tan tranquilo.

Al instante un joven entró por la poca luz que iluminaba la entrada, se veía agitado, desesperado y  desaliñado, como si hubiera estado en una pelea épica.

Davina quedó perpleja con la situación, tanto que no puedo reaccionar. Siquiera se dio cuenta que el sujeto caminaba en su dirección y que en pocos segundos ya estaba a solo centímetros de ella.

El muchacho de pelo atado y enmarañado estaba confundido, observándola como si deseara ver a través de ella.

—¿Estás bien? —le preguntó Davina y rompió el trance.

Sin embargo centró su atención en los bullicios que empezaron a oírse desde la entrada por la que ese joven había pasado segundos antes. Habían voces que ni a metros de distancia sonaban amigables.

—Necesito tu auto —le respondió cabizbajo y con una mueca de dolor.

Aún con la atención en la entrada, Davina asoció perfectamente lo que estaba pasando. Pero ya era demasiado tarde, ya no estaban en ese estacionamiento solos. El peligro le pisaba los talones y ella no quería ser alcanzada.

—Vamos —musitó la joven cuando distinguió con más claridad tres voces igual de alteradas.

Sigilosos se adentraron al vehículo que al instante Davina puso en marcha. Por la ventana trasera confirmó esas tres presencias que se acercaron con intenciones de envestir al vehículo. Y como si lo hiciera todos los días, condujo hacia atrás para incorporarse directo a la salida. Su ceño estaba fruncido por la concentración, y ni se alteró cuando se tiraron sobre el capot, simplemente volvió a retroceder con fuerza para luego avanzar con ímpetu lejos de ese estacionamiento. Solo deseaba no estar ayudando a la persona incorrecta.

Sobrenaturales《Disidencia》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora