Capitulo 12 - La necesidad que los hace añicos (parte 2)

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Tal como había supuesto, Davina llegó a la casa de Iván en menos de noventa minutos

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Tal como había supuesto, Davina llegó a la casa de Iván en menos de noventa minutos.

Ya habían pasado la media noche pero sabía que él la esperaba. Y verlo fuera con su ropa de dormir y su cabello atado y enmarañado confirmaba su teoría.

estacionó casi al frente de la entrada del edificio y antes de bajar del auto, por un instante ella se intimidó por tener un vestido tan ceñido, corto y de noche, no obstante lo ignoró. Cuando Iván blanqueó la mirada por su tardanza, tomó su cartera con seguridad y bajó refunfuñando algo que ni ella sabía. Caminó segura hasta Iván que le medio sonreía apoyado a la gran puerta de vidrio y acero. Besó su mejilla y se adentró con una actitud desfachatada al hall.

—Vamos que hace frío —apuró Iván al escuchar el ruido intermitente de los zapatos de Davina contra la cerámica.

En silencio se trasladaron hasta el ascensor, que los dejó, solo dos pisos, frente al apartamento del muchacho.

—¿Todo bien? —consultó al notar el silencio cargado de dudas.

Ella asintió pero no le dio demasiada importancia.

Apenas entró al living, rodeó el sofá como si estuviera estudiando la habitación por primera vez.

—¿Cuántas películas viste ya? —preguntó medio sonriendo al ver la imagen congelada de una isla . Se sentó en el mismo lugar que lo había hecho la vez pasada.

—Esta es la tercera —le comentó para luego irse del living por un pasillo que Davina ya conocía a pesar de la oscuridad pertinente de toda la casa.

Davina estaba saturada de información pero la calidez del departamento de Iván la fortaleció. Le daba una pausa a los pensamientos problemáticos que no sabia manejar ya que no solía castigarse así, pero la presión en el pecho que se le había generado al encontrar solo eslabones perdidos seguía ahí. junto a Iván no dolían tanto, quizá porque el joven la entendía. Sentía lo mismo que ella.

A los pocos segundos el rastreador apareció con una manta y se la arrojó sin medir distancias.

—¿Querés algo caliente? Tengo café —ofreció orgulloso —. y creo que está bastante fresco afuera ¿No?

Davina asintió pero el joven siquiera esperó una respuesta para dirigirse hasta la cocina. Ella prefirió acompañarlo. Lo siguió haciendo más ruido contra el suelo de lo que quería.

—Estás demasiado callada —aseveró el joven al escucharla entrar —. Y eso asusta.

—No fue una buena noche, supongo —anunció.

—¿Quién te decepcionó tanto? —bromeó el muchacho, quizá con un porcentaje de recelo —. Contame. No creo que hayas venido a ver mis películas. —continuó con el mismo semblante, y tocó unos botones de la cafetera para que el café comenzará a calentarse

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⏰ Última actualización: Aug 03, 2022 ⏰

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