Llamaron a su hijo Alexander Louis Uckermann. .Louis por su padre, a quien Ucker ya no podía odiar porque él era la razón de su primer encuentro con Dulce.
—Eres un duque gloton, ¿verdad que sí?
Dulce miraba a su hijo mientras el pequeño Alex apuraba una de las tomas de la tarde. El pediatra no había exagerado al decir que los niños que tomaban el pecho podían llegar a comer cada dos horas. A ella no le importaba. Bueno, para ser sinceros, dar el pecho de madrugada empezaba a afectarle, pero aun así se levantaba todas las noches y daba de comer a su hijo con una sonrisa en la cara. Christopher , por su parte, la ayudaba en lo que podía y siempre estaba preparado para el cambio de pañales. Al principio había intentado permanecer despierto durante las tomas, pero casi siempre se quedaba dormido y era ella quien se ocupaba de las necesidades del niño.
Dulce oyó pasos en el dormitorio principal en dirección al cuarto del bebé. Ucker apareció en la puerta con una sonrisa bobalicona en los labios.
—Sabía que los encontraría aquí.
Alex oyó la voz de su padre y sonrió, todavía con el pezón de Dul en la boca.
—¿Has oído a papá?
Ucker entró en la habitación y se arrodilló junto a la mecedora. Alex abrió sus preciosos ojos y dejó de chupar.
—Justo a tiempo —dijo, mientras cogía la toallita del hombro de Dul que utilizaban para hacerle eructar y levantaba a su hijo en brazos.
Dulce se cubrió el pecho antes de darse cuenta de que su marido había cambiado su atuendo informal de sábado por la tarde por un traje y una corbata.
—¿Tienes que ir a la oficina? —Era su aniversario y pensaban quedarse en casa y cenar tranquilamente.
—¿Qué marido iría a trabajar en su primer aniversario de boda?
Alex eructó.
—Exacto —dijo Ucker.
—Entonces, ¿por qué te has cambiado de ropa?
—Es una sorpresa.
Dul se levantó y entornó los ojos.
—¿Qué clase de sorpresa?
—Ya lo verás.
La cogió de la mano y se dirigieron escaleras abajo hasta el salón principal.
Dul olió las flores antes de entrar en la estancia. Y luego los vio. La madre de Christopher y May, Claudia y la enfermera que habían contratado para cuidar de ella en casa, Poncho, Anny y el personal de la casa al completo.
—¿Qué está pasando aquí?
—¡Sorpresa! —exclamó Claudia desde su silla de ruedas.
—Pensaba que las fiestas sorpresa solo eran para los cumpleaños, no para los aniversarios de boda.
Linda se acercó a su hijo.
—¿Dónde está el nieto más bonito del mundo? —Cogió a Alex de los brazos de Ucker y le dio dos besos a Dulce a modo de saludo.
Ucker rodeó a su esposa con un brazo.
—Están aquí para celebrar algo más que un aniversario.
—¿Ah, sí?
—Sí. Están aquí para una boda.
Dul no entendía nada. Miró a su alrededor y vio que nadie tenía pareja. Poncho, May y Anny eran los únicos solteros de la sala y estaban cada uno en un extremo.
—¿Quién se casa?
—Nosotros.
—Vale, ya sé que mis neuronas no funcionan igual desde el embarazo, pero la última vez que lo comprobé ya estábamos casados.
Christopher se inclinó hacia ella y ahuyentó la confusión con un beso. Cuando sus labios se separaron, le explicó qué estaba pasando allí.
—El año pasado nuestra familia y amigos no pudieron estar presentes cuando nos fugamos. Ambos sabemos por qué... pero no quiero que nadie vuelva a poner en duda nuestro amor. A partir del día de hoy, en el que celebramos nuestro primer aniversario, cada año renovaremos los votos en un estado diferente.
Dul no salía de su asombro.
—¿Cada año?
—¿No te parece romántico? —preguntó May.
—Y cuando nos quedemos sin estados, seguiremos con Europa.
Mientras miraba embelesada a su esposo, el hombre más increíble y cariñoso que jamás había conocido,Dul sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas.
—Estás loco. Lo sabes, ¿verdad?
—Yo le dije lo mismo pero con otras palabras —intervino Poncho.
—Mejor no las repitas, que hay un bebé en la sala. —Anny agitó un dedo hacia Poncho a modo de advertencia y él le guiñó un ojo.
—¿Una boda en cada aniversario?
Ucker asintió una única vez.
—Tan sencilla o tan elaborada como tú quieras. Podemos turnarnos cada año para organizarlo todo o buscar a alguien que se ocupe de prepararla.
May aplaudió entusiasmada.
—¡Me pido el año que viene! Se me ha ocurrido la temática perfecta para Texas.
—¿Una boda temática?
—Yo me pido Hawai para el quinto aniversario —propuso Anny.
Santo Dios, no tenían ni idea de dónde se estaban metiendo. Más o menos igual que ella cuando le dio el «Sí, quiero» a Christopher por primera vez.
—Qué demonios, cuentan conmigo.
—Esa es mi chica —dijo Ucker, y la envolvió en un abrazo cálido y reconfortante.
—Le diré al cura que ya casi estamos listos —dijo Anny marchándose.
—Yo iré a ver cómo va el catering —dijo Mary, dirigiéndose hacia la cocina.
—¿Cuándo has planeado todo esto? —preguntó Dul mientras los demás abandonaban la sala de estar.
—Alex y tú duermen mucho.
Dul no pudo contener la risa y un segundo después intentó disimular un bostezo con la mano.
—El pediatra dice que a partir de los tres meses Alex debería dormir toda la noche de un tirón.
Ucker la besó en la frente.
—Tú intenta no quedarte dormida antes del «Sí, quiero».
Dulce se puso de puntillas y acarició la mejilla de su marido.
—¡Sí, quiero! Una y mil veces, ¡sí, quiero! —Y selló sus votos con un beso capaz de hacer volar mil mariposas.