N u e v e.

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Nick.

Dios, que sueño tengo.

No logro sacarme de la cabeza esos ojos celestes e hipnotizantes, que te dejan embobado con solo mirarlos.

Si que fue una buena idea haber ido a esa fiesta.

Aún recuerdo lo hermosa que se veía esa noche, como brillaban sus ojos mientras me contaba sobre su constelación favorita...

Ben.

Ese nombre. No tengo ni la más mínima idea de quien es ese tal Ben, pero tuvo que haberla cagado muchísimo para que Jessica se haya puesto así con solo decir su nombre.

Me sentí impotente por no poder hacer nada al ver su expresión asustada cuando le dije lo que sucedió después de haberse desmayado.

Se veía tan fuerte e indefensa a la vez.

Luego de haberme quedado todo lo que restaba de noche con Jessica, ella se quedó dormida y tuve que cargarla y acostarla en la recamara de Hanna, para así poder irme a mi casa.

A mis 20 años me había convertido en una persona muy madura, pues no tuvimos un pasado tranquilo, como cualquier familia que cumpliera los estándares conocidos como “normales" si podrían llamarse así.

Habíamos pasado por años terribles, pero luego de que cumpliera los 17 tomé mis cosas junto a mi madre y decidimos huir de casa, y escondernos de el, su esposo.

Porque no merecía que le dijera “papá".

Durante años mi madre vivió con miedo, pues el le amenazaba diciéndole que si se marchaba, me mataría y luego a ella. Hizo todo por protegerme, por no dejar que me hiciera daño, y ahora era mi momento de cuidarla, y no dejar que ese hombre le tocara ni una sola hebra de cabello.

Nos mudamos a España por esa razón, escondernos de el y pasar desapercibidos.

Unos meses después de haber llegado conocí a Aaron, el típico galán sarcástico con su propio club de fans, y congeniamos al instante.

Odiaba el sarcasmo, pero en Aaron era ligeramente soportable.

Luego, me presentó a Mason y Connor. Y se convirtieron en los hermanos que nunca tuve.

Aaron y yo nos hicimos inseparables, pues a pesar de que todos siempre estuviéramos juntos el y yo teníamos una especie de conexión, nos contábamos nuestros problemas y miedos, aunque, el no supiera mucho de mi pasado sabía que no fue algo “bonito" por así decirlo y, que no era fácil para mi hablar sobre ello. Y el lo aceptaba.

Unos momentos antes de irme de la fiesta, me encontré con Hanna quien, muy deliberadamente me dió el número de teléfono de Jessica, por que, desde su punto de vista, habíamos congeniado mucho en aquel balcón donde me mostró una pequeña parte de ella, y tenia razón. Por mi parte obviamente.

Quería averiguar si Jessica sintió lo mismo que yo al mirarla, esa sensación electrizante al tocar su mano y las ganas de besarla al bailar.

Otra cosa que me llamó mucho la atención sobre ella, es que le gusta The Neighbourhood, y eso en cierta parte me pareció fascinante porque no conocía a nadie con un gusto musical tan maravilloso como el mío.

Desperté temprano, con un ligero dolor de cabeza por los tragos de la noche anterior, me cepille los dientes y bajé la escaleras, y gracias al aroma dulce que desprendía de la cocina me di cuenta de que hoy además de ayer, era uno de esos días donde mamá estaba estresada, pues siempre que estaba así, horneaba para calmarse, la repostería se convirtió en su refugio.

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