D i e c i s e i s.

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Por mi parte, no nada con certeza, pero la vista de las estrellas me hace soñar.
Vincent Van Gogh.

Jessica.

He leído mucho sobre las estrellas a lo largo de mi vida, y sé mucho sobre constelaciones y los planetas. Ya que mi madre me inculcó eso desde que tengo memoria.

Pero hay una historia en específico que me encanta, recuerdo que mi madre me la contaba de pequeña por las noches para ir a dormir, e incluso, aún lo hace de vez en cuando.

Andrómeda, la guardiana de una galaxia.

Al mirar hacia el horizonte se observa la constelación de Andrómeda, que resguarda en su interior una galaxia entera. Para el ojo humano es casi imposible captar a Andrómeda, debido a que su luz es de baja intensidad. Sin embargo, su historia es tan fascinante como este lejano conjunto en el universo.

La madre de Andrómeda, Casiopea, un día ofendió a Poseidón. Éste, furioso solicitó que la hija de la reina fuera entregada como sacrificio a un monstruo marino. Esa era la única manera de lograr que el dios recuperara la calma. 

Afortunadamente, eclipsado por la belleza de Andrómeda, el héroe Perseo ofreció matar al monstruo. Después de lograr su propósito, pidió la mano de la joven para contraer matrimonio con ella.

✴✴✴

Era jueves.

Llevaba dos días sin recibir ningún mensaje del zanahoria. Y, no es que me molestara porque fui yo quien decidió el día que nos veríamos. En realidad, me daba igual, pero me causaba un poco de curiosidad a dónde me llevaría.

Me encontraba en casa, luego de comprar aquel libro de Misterio en la pequeña librería que se encontraba a unas cuantas cuadras de la cafetería, me la pasé todo lo que restaba de tarde y el día de hoy leyendo, ya que el profesor de la facultad nos había dado como tarea leer un libro de misterio e identficar los trastornos de cada personaje.

He hablado poco con las chicas, ya que cuando me encierro en mi burbuja no hay nadie que me saque de allí.

Dos toques suenan en la puerta de mi habitación, y grito un “¡adelante!”, y detrás de ella aparece la figura de Ethan, con un tazón de galletas en la mano y una sonrisa en el rostro.

—Hola pequeña—cerró la puerta tras de sí, mientras caminaba a pasos lentos hacia mi cama.

Cerré los libros y libretas que estaban desparramados en mi colchón, y los puse a un lado.

—Hola.

—Pensaba que podíamos ver una película ¿te parece?.

Sonreí, amaba pasar tiempo con mi hermano.

—¿Cual quieres ver?—preguntó.

Me encogí de hombros.

—Cualquiera está bien.

Se levantó de mi cama dejando el tazón sobre esta, y buscó mi laptop en el escritorio, regresando y sentándose a mi lado. Prendió la laptop y al final decidimos ver Actividad paranormal 3.

Le veía cierta satisfacción extraña a ver películas de terror, por más que me asustaran por ser muy miedosa me gustaba verlas, pero casi nunca las veía sola.

Nuestra historia bajo la luna roja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora